Francisco Gómez Maza
Cuánta mala de quienes afirman escandalosamente que la economía mexicana ya está en recesión (económica). Mucha ligereza, irresponsabilidad e ignorancia. Varios pronosticadores, entre ellos quien esto escribe, hemos pronosticado desde hace por lo menos, por lo menos, seis años que la economía mundial afrontará una gran crisis en un futuro inmediato, pero lo inmediato se ha prolongado. Así que no somos tan buenos pronosticadores. Dos caídas del PIB consecutivas no necesariamente indican recesión. Hay que tomar en cuenta también otras caídas: Suelen conllevar también una disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios y obviamente de un abierto desempleo.
México, la verdad sea dicha, lleva 4 décadas en una crisis de valores económicos: fuerte concentración del ingreso y la riqueza en muy pocas manos, y precarización de la inmensa mayoría de la población, empleos malbaratos, salarios de miedo. Esto es la promoción de la recesión, pero entre los pobres. Las clases dominantes no están en receso. La economía da para mucho, para exportar a Estados Unidos, para inclusive cubrir las necesidades de un mercado interno siempre maltrecho. Que no venga Merrill Lynch y el periódico Reforma a asustarnos con el petate del muerto.
La economía no ha crecido la mayoría de los ciclos arriba del 1 por ciento. ¿Podríamos decir que vivimos en un receso permanente al que ya nos hemos acostumbrado? Y la recesión se da después de un prolongado ciclo de bonanza, como un efecto cansancio de las variables económicas. Caer un 0.4 por ciento o crecer in 0.7 por ciento no indica que ya una economía pobre como la mexicana, que nunca ha rebasado un dígito de crecimiento eso no es recesión como la entienden los letrados del neoliberalismo salvaje de Merryll.
Sin embargo, y pese a la crisis permanente de la economía mexicana, que ya duró cuatro décadas, comemos, pobremente, pero comemos, aunque hay grandes sectores que mueren de hambre, pero no por una recesión económica sino por la injusta distribución de la riqueza. Lea usted detenidamente la nota del Reforma y no dice que ya hay recesión. Pero quien lee, sobre todo si es de clase media trabajadora, o clase media media alta, si lee el alarmista titular de hoy viernes 12 de julio del periódico Reforma – “Alertan: ya hay recesión”, entra en pánico, se orina en los calzones. No puede entrar en recesión una economía que siempre ha estado prácticamente en receso para la mayoría de los llamados consumidores.
Y si hubiese recesión sería “mundial” no sería descabellado, aunque aún no hay signos de que ella se presente, no obstante que la hemos pronosticado, entre otros quien escribe este texto, desde hace por lo menos seis años. Con todo, el mismo Bloomberg (una de las agencias del capitalismo) dijo, a mediados de marzo, que la fuerte pérdida de potencia de la economía mundial hasta 2018 ha dejado como resultado el ritmo de expansión más débil, desde la crisis financiera global hace una década.
Con todo, su nuevo rastreador del PIB (Producto Interno Bruto) sitúa el crecimiento mundial en 2.1 por ciento sobre una base anualizada intertrimestral, por debajo de cerca de 4 por ciento a mediados del año pasado (2017). Y si bien existe la posibilidad de que la economía encuentre un punto de apoyo y detenga la desaceleración, “el riesgo es que el impulso a la baja sea autosuficiente”, como lo comentaron economistas Dan Hanson y Tom Orlik.
Pero hay razones para tener fundadas esperanzas de que no ocurra lo peor a la economía mundial. La decisión de la Reserva Federal de detener sus alzas de tasa de interés, la tregua comercial entre Estados Unidos y China y la disminución de los shocks que afectaron a Europa en 2018 pueden significar que la estabilización está a la vuelta de la esquina. Otras autoridades monetarias también han tomado la iniciativa, como el Banco Central Europeo, que recientemente anuncio nuevas medidas para ayudar a la economía a superar la debilidad actual.
No obstante, la economía global no está fuera de peligro. Los principales indicadores compuestos más recientes de la OCDE (Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico), dirigida por el mexicano José Ángel Gurría Treviño, indican una atenuación del ímpetu en EU, Reino Unido, Canadá y la eurozona en su conjunto, incluidos Alemania e Italia.
Sin embargo, hay señales de estabilización en la República Popular de China. Más allá del pesimismo, autoridades del BCE (Banco Central Europeo) insisten en que la zona del euro está experimentando una desaceleración; no una recesión. “Todavía vemos un sólido crecimiento económico, aunque menos fuerte que antes”, de acuerdo con Benoit Coeure, miembro del comité ejecutivo del BCE, en una entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera.
Pero mucho ojo. Esto es muy importante: No existe un consenso exclusivo entre los economistas a nivel global. Sin embargo, atendiendo a diferentes fuentes podemos consultar las definiciones de instituciones como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) o la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.
La Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER por sus siglas en inglés) no se limita a definir la recesión como un tema relativo únicamente al PIB. Indican que hay otras variables a tener en cuenta como el empleo, la industria o el comercio global.
Por su parte la OCDE indica que la recesión puede comenzar cuando termina la fase expansiva del ciclo económico y no desde que marca registros negativos exclusivamente.
Las recesiones se caracterizan por el empeoramiento de la economía durante al menos dos trimestres consecutivos. Suelen conllevar una disminución del consumo, de la inversión y de la producción de bienes y servicios. Lo cual provoca, a su vez, que se despidan trabajadores y, por tanto, aumente el desempleo.
También es muy común que la inflación baje en las recesiones debido a la caída del consumo. En muchas ocasiones puede producirse deflación, la cual puede ser peligrosa si se entra en una espiral deflacionista. Cuando, por el contrario, durante una recesión se produce una alta inflación, se conoce como estanflación. La estanflación produce el empobrecimiento de la población y dificulta la salida de la recesión. Dicho con otras palabras, hace más difícil que los gobiernos y bancos centrales adopten medidas efectivas para corregir la situación.
Los años anteriores a una recesión suelen ser años de bonanza económica. Como refleja la teoría de los ciclos económicos, la economía se compone de fases, en las que primero la economía crece y luego decrece. La recesión es la fase en que la economía decrece.
Causas de la recesión económica
Una de las principales causas de la recesión suele ser la superproducción acontecida los años anteriores cuando hay crecimiento económico y el aumento de los precios. El aumento de precios se da, principalmente, en las materias primas, los índices bursátiles y las viviendas. Este aumento de precios lleva a mucha gente a endeudarse aprovechando esa bonanza económica, provocando así que, más tarde, la ralentización de la economía sea más fuerte y la economía caiga en recesión.
Keynes dijo que una recesión económica se produce cuando las familias y empresarios pierden la confianza y dejan de invertir, queriendo acumular liquidez. Cuando una persona decide hacer esto no ocurre nada, pero si todo el mundo quiere acumular efectivo, disminuye el gasto y la renta. Lo que en el conjunto de la economía se traduce a quiebra de empresas, tiendas vacías y disminución del crédito entregado por los bancos.