Arq. Mario González R. Cedillo, CPP
1. VIGILANCIA NATURAL O TECNOLÓGICA.
La vigilancia es producto de la observación, acto esencial para mantener un espacio abierto seguro.
El diseño urbano de un espacio abierto puede facilitar la posibilidad de ver y ser visto por otros en dicho espacio. La visibilidad de un lugar aumenta la posibilidad de control social sobre éste por parte de sus usuarios, y por ende, disminuye la posibilidad de que ocurran actos ilícitos en éste. Por ejemplo, una plaza pública con vegetación crecida que obstruye la visibilidad puede generar escondites desde donde los usuarios pueden ser sorprendidos, dejándolos aislados de la posibilidad de que acudan en su ayuda, sobre todo si no existe un vigilante natural.
Del mismo modo, si todos los rincones de una plaza son visibles, se aumenta la sensación de control visual de las personas sobre ese espacio, debido a que pueden percibir y observar a distancia a un posible intruso o agresor.
Otra forma en que el CPTED mejora la seguridad de un espacio abierto es generando sitios atractivos a partir de un diseño arquitectónico que invite a las personas a permanecer en ellos a través de elementos como bancas o fuentes. Las personas que ocupan un espacio se convierten en vigilantes naturales. De este modo, se contribuye a prevenir el deterioro o abandono de los espacios públicos abiertos.
2.- REFORZAMIENTO TERRITORIAL.
Uno de los elementos que define un espacio vulnerable es el abandono de dicho espacio urbano. No contar con un definido uso del suelo y que nadie se preocupe del mismo tiene como consecuencia su deterioro por falta de control social. El reforzamiento territorial es una de las formas de fomentar el control social sobre un determinado espacio público abierto.
El concepto alude al sentido de pertenencia que establece el habitante con su entorno físico, y que por lo mismo, protege su hábitat vigilando que no se altere el orden público ni se distienda el tejido social, pues la pérdida del espacio natural de convivencia social sería devastadora porque fomentaría cotos territoriales delictivos.
3.- CONTROL NATURAL O TECNOLÓGICO DE ACCESOS.
El control natural o tecnológico de accesos a un espacio público abierto contribuye a la seguridad de éste, en la medida que una persona desconocida pueda acceder sin ser visto. Los espacios más difíciles de controlar por parte de las personas son los espacios públicos abiertos.
El control natural de accesos busca fomentar, por medio de estrategias de diseño urbano y arquitectónico el control natural o social sobre los accesos a un espacio determinado; por ejemplo, se pueden utilizar barreras físicas (mallas ciclónicas) o naturales (arbustos) que ayuden a subdividir un espacio público de uno privado en un conjunto residencial o en zonas que favorezcan control social; la otra manera de control de accesos sería a través de la tecnología con cámaras de seguridad (CCTV).
Otras formas de lograr el control natural de accesos son, por ejemplo, por medio de la ubicación estratégica de luminarias como parte de la infraestructura y equipamiento urbano que mejoren la visibilidad, o atraigan vigilantes naturales, como podría ser un quiosco de periódicos, un expendio de flores, un puesto ambulante de comida rápida (tacos, hot dogs o hamburguesas), dulces y refrescos o un aseador de calzado, etc.
Ejemplo extremo de control de accesos son los condominios horizontales o calles cerradas (“Gate comunities”) que cierran físicamente el acceso a un espacio público con una reja que impide la circulación vehicular y peatonal, lo cual es contraproducente, pues atrae consigo dificultades adicionales tales como la disminución de rutas de salida para las potenciales víctimas, o el entorpecimiento de los operativos policiales o cuerpos de emergencia como patrullas, bomberos, rescatistas o ambulancias que acuden a una emergencia urbana.
4.- MANTENIMIENTO DEL ESPACIO PÚBLICO. (*TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS”)
El mantenimiento del espacio público -nuevo o recuperado- es vital para que una estrategia de prevención sea sustentable. Esto se puede lograr a través de establecer programas municipales de mantenimiento para que sean las autoridades las encargadas de la iluminación, jardinería, pintura y limpieza de los espacios públicos, como parte de los servicios públicos municipales.
Por otra parte, se puede delegar parte de la responsabilidad del cuidado a la comunidad, lo cual tiene beneficios económicos y de reforzamiento de lazos afectivos. Para esto, no obstante, es importante vincular a la comunidad por medio de la participación en el proceso de recuperación, remozamiento y mantenimiento del espacio público.
(*) Dicha teoría creada por James Q. Wilson y Georges L. Kelling en 1982, establece que: “las áreas descuidadas, ruinosas, maltratadas y en decadencia urbana, fomentan la incidencia delictiva” que estimulan la proliferación de drogadictos, alcohólicos, indigentes, sociópatas, grafiteros o prostitución; además de generar todo tipo de basura que propicia fauna nociva y contaminación ambiental.
5.- PARTICIPACIÓN COMUNITARIA.
Una estrategia que refuerza lazos afectivos es involucrar a la comunidad en la recuperación y el rediseño de espacios comunes, de modo que ésta los sienta como propios y los cuide. Otra forma de desarrollar lazos de afecto hacia un lugar es fomentar que los residentes mantengan atractivos sus jardines, lo que mejora la percepción de seguridad y demuestra que dichos espacios se encuentran protegidos y al cuidado de los habitantes; de este modo se puede evitar que estos decaigan atrayendo actividades ilícitas. Ejemplo, la construcción de canchas deportivas, juegos infantiles, gimnasios al aire libre, áreas verdes con palapas y mesas para comidas estudiantiles o familiares, etc.
Se considera que el habitante urbano tiene una memoria de origen en su experiencia espacial de su hábitat, convirtiéndolo en experto natural que aportaría sus experiencias al diseño urbano y arquitectónico para la sana convivencia, la preservación del orden público, cohesión y reforzamiento del tejido social. Ejemplo, la planeación estratégica inmobiliaria para la construcción de casetas y módulos integrales de policía y MPs express, sitios de taxis seguros, paraderos de autobuses, etc.
IV. SEGURIDAD URBANA.
En cuanto a la seguridad urbana, existen sofisticados sistemas de videovigilancia con cámaras IP (PTZ) de alta resolución distribuidas estratégicamente en corredores ópticos sobre las principales vías de acceso a la ciudad, principales vialidades primarias y calles secundarias en la detección en tiempo real de velocidad y lectura de placas que permiten la identificación del vehículo y conductor a través del sistema MVS; parquímetros, plumas, bolardos y ponchallantas electrónicos para control de accesos en áreas restringidas, alerta sísmica o ambiental, botones de pánico en plazas cívicas, parques y jardines, centros comerciales, zonas habitacionales, escuelas, hospitales, centrales camioneras y transporte público, hoteles, aeropuertos, cines, estadios, iglesias y todo tipo de instalaciones abiertas con afluencia masiva de personas que pueden ser detectadas en concentraciones no confinadas como sospechosas de portar armas para la comisión de delitos, eventos antisociales, actos vandálicos, violencia de grupos anarquistas, asaltos a transeúntes, secuestros o ejecuciones en vía pública.
Hoy en día, la seguridad pública ha emigrado a Sistemas de Información Geográfica (SIG) para mapeos delictivos por cuadrantes con apoyo de drones y patrullas inteligentes que reportan en tiempo real información de inteligencia al C4 para la planeación de operativos y despliegue de policías con cámaras portantes en cascos para la prevención de violaciones a derechos humanos en el sometimiento o detención de infractores en flagrancia, control de marchas, manifestaciones, “plantones” o eventos disruptivos; accidentes o infracciones al reglamento de tránsito, etc., todo esto bajo la premisa de la prevención del delito que redunde en ciudades seguras, inteligentes, resilientes y protegidas cibernéticamente.
V. LOS EDIFICIOS INTELIGENTES.
En la actualidad, con la innovación tecnológica desarrollada a partir de la década de los noventa, la industria de la construcción evolucionó dando paso al diseño arquitectónico y construcción de Edificios Inteligentes de cualquier género, los cuales poseen sistemas integrales para la prevención de desastres provocados por fenómenos naturales o agentes antropogénicos a través de detectores de presencia, humo y temperatura, aspersores contra fuego (sprinklers) monitoreados electrónicamente, presurización de las escaleras con puertas y barra de pánico, salidas y escaleras basculantes de emergencia para responder oportunamente al evento, incluyendo alarmas audiovisuales para la ágil y ordenada evacuación del edificio en caso de sismo, incendio, incursión violenta (asalto o secuestro), atentado terrorista o guerra.
Asimismo, la seguridad electrónica en Edificios Inteligentes contra la incursión de personas no deseables a través de cámaras IP de CCTV que monitorean y filman las áreas restringidas; controlan los accesos peatonal y vehicular con tarjetas ID de proximidad en zonas de estacionamientos; los elevadores son supervisados desde un Centro de Control con sensores y cámaras que detectan los movimientos de personas en vestíbulos, circulaciones, escaleras, pisos de oficinas administrativas, comerciales o habitacionales; así como en azoteas para el monitoreo de cisternas, administradores de humos, manejadoras y ductos de A/C; antenas parabólicas y helipuerto; vigilancia perimetral; sistemas de protección informática con bóvedas electrónicas que evitan fugas de información sensible, clasificada, confidencial o secreta.
Las tendencias demuestran que nos encaminamos hacia el diseño y construcción de entornos urbanos en donde la innovación tecnológica se adaptará en función de su eficacia y eficiencia, no solo para generar la percepción momentánea de seguridad o apoyar el discurso político de los gobernantes, sino para resolver problemas sociales en materias de protección civil y seguridad ciudadana.
Todo lo anterior deriva en la combinación de políticas y estrategias para la prevención de delitos y desastres que, aliadas con tecnologías avanzadas representan un compromiso de los administradores públicos o privados para la optimización de recursos en la consecución de una política integral de seguridad urbana.
Por lo anterior, es fundamental la participación social para trabajar en un modelo de desarrollo urbano que deberá basarse en un enfoque integral y sustentable, que brinde calidad de vida a los habitantes y siente las bases para el desarrollo de ciudades más seguras y compactas, pues éstas deberán crecer verticalmente para el aprovechamiento integral del suelo urbano y la dotación de servicios públicos de calidad.
Finalmente, en la actual coyuntura se necesitan leyes y reglamentos en materia de reordenamiento territorial, planeación urbana y movilidad segura; políticas de administración pública para la gobernanza que garanticen el desarrollo urbano y regional con visión de futuro; fortalecer las finanzas públicas de los municipios mediante la modernización de sus registros públicos; capacitar y profesionalizar a las autoridades del desarrollo urbano; diseñar opciones de vivienda para los distintos estratos sociales; reducir el uso del automóvil y privilegiar el transporte público ecológico, económico, confortable y seguro; reducir la exposición al riesgo de las ciudades ante el actual cambio climático, los fenómenos naturales y/o antropogénicos y ante la exponencial actividad delincuencial que tiene secuestrada a los mexicanos poniendo en riesgo a la seguridad pública, la seguridad interior y la seguridad nacional, pues el narcotráfico con sus recursos financieros, logísticos y políticos en los tres niveles de gobierno continúan desestabilizando estados y regiones en el norte del país con signos de ingobernabilidad, así como en el sureste, principalmente en los estados de Chiapas y Oaxaca, en donde se están acentuando las inconformidades con motivo de la desatención de las autoridades estatales en la reconstrucción de viviendas derruidas y afectadas con motivo de los sismos del 19 de septiembre de 2017 y en el resto del territorio nacional, donde la cotidiana subsistencia por el desempleo y la inseguridad se podría estar traduciendo en un caldo de cultivo de descontento social.
El reto para la actual administración en materia de seguridad pública es enorme, en ella no podrán caber la inexperiencia, la ineptitud, la simulación, la corrupción, la impunidad y la falta de compromiso con los mexicanos; los lemas y compromisos de campaña deberán traducirse en resultados tangibles en el mediano y largo plazo; ni más ni menos que la estabilidad política, y la ahora sí, institucionalizada transición democrática así lo exige antes de que el país se nos escurra entre los dedos.