Norma Meraz
Cuando nos referimos a la primavera, en automático pensamos en campos floridos y soleados que brindan un ambiente de alegría, luego de un invierno cruel.
En México, la primavera política se estrena con tremendos nubarrones que impiden tener una visión clara de lo que está pasando y de lo que vendrá.
El estreno de un nuevo régimen que a diario –muy temprano– nos dibuja un panorama con elevadas expectativas de mejora en la vida de los mexicanos y día con día escuchamos que todo está bien y que estaremos mejor, que con amor y paz se resolverán todos los problemas que nos aquejan , que ya todo cambió porque todo lo hecho por los gobiernos anteriores estaba mal, convoca a que seamos optimistas y dejemos de lado la incertidumbre frente al porvenir.
Sin embargo, ante las innumerables preguntas de los periodistas –que acuden de madrugada–, las respuestas puntuales del Presidente Andrés Manuel López Obrador a esos cuestionamientos son, tan sólo evasivas seguidas de anuncios de temas nuevos, lo que obliga a los comunicadores a seguir la nueva nota “informativa” que dicta el vocero del Ejecutivo que, es él mismo. Excepcionalmente, participa un funcionario de alto nivel que acude al micrófono para salir al paso.
Hoy como nunca antes, el Presidente de la República se sobreexpone ante la mirada pública, dictando una agenda informativa –que no comunicativa– tan dinámica que apenas deja espacios para tratar otros temas y poder digerir los planteados por él.
Por ejemplo en el caso del anuncio de las cartas dirigidas al Rey de España y al Papa Francisco solicitando que pidan perdón a los pueblos originarios por las “atrocidades” cometidas contra ellos, en la época de la Conquista y de la Colonia, el Presidente López Obrador logró su cometido: enganchar a la prensa y a la opinión pública en esos temas que levantan polvo para, mientras, tender una cortina de humo que impidiera fijarse en los problemas de fondo: la reforma educativa y la reforma laboral .
No menos importantes son: el problema de la política migratoria y las exigencias del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que detenga las caravanas de migrantes guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, cubanos y también africanos en la frontera sur de México.
El Presidente Trump le exige al gobierno de nuestro país, levantar diques para detener el flujo migratorio. Mientras tanto, en Estados Unidos, los votantes de Trump se congratulan de la postura –siempre absurda– de su Presidente.
Para México es un problema real, de tipo socioeconómico y de seguridad nacional, para Trump se trata de un asunto meramente político que abona a su aspiración de reelegirse.
A estos nubarrones se suman el crecimiento del desempleo; la baja en el pronóstico del desarrollo económico que anuncia el Banco de México para fines de este año, de 1.82% y, para el 2020, de 2.4%, aproximadamente. Estas son cifras que desdibujan el 4% al que aspira el Presidente López Obrador.
Sería sano volver la vista a la realidad. Ya no hay lugar para el romanticismo, el tiempo no se detiene y de lo prometido, queda mucho por emprender.
El índice de homicidios dolosos va en aumento, el robo a transeúntes y a pasajeros en las distintas rutas del país, como la Puebla – Chalco que es de las más peligrosas.
No puedo dejar de mencionar que la semana pasada a un reportero bajacaliforniano enfermo de cáncer, no le permitieron el acceso a la conferencia de prensa con el Presidente; él solo quería denunciar el mal servicio médico público al que se enfrentan miles de enfermos como él. Hoy ese periodista ha muerto.
La primavera de la ensoñación no existe más en este México nuestro. Los nubarrones nos privan de la visión clara acerca de lo que necesita esta tierra de gente buena que nació y vive orgullosa de su origen. Para ellos, las flores ya no despiden ningún aroma.
Ante esta realidad:
¡Digamos la Verdad !