(primera parte)
Por: José Murat
Uno de los efectos más perniciosos del empoderamiento de la ultraderecha en puntos neurálgicos del mundo es el abandono de las políticas de protección del medio ambiente, el fin de la cruzada de las naciones civilizadas para evitar o cuando menos atemperar el cambio climático, el calentamiento global. Ya no importa reducir las emisiones de CO2, ahora lo importante es la lógica del capital: ganar la competencia de los mercados a cualquier costo, incluido el deterioro de la salud y aún la viabilidad del planeta.
Este desprecio por el esfuerzo global de las últimas décadas para rescatar la vida en el planeta, es parte del nuevo orden mundial, la ruptura de los valores, los objetivos, las preocupaciones y las políticas públicas que habían generado un consenso en la comunidad de naciones, de prácticamente todas las ideologías, en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del presente. Se podía discrepar en muchos aspectos, pero no en la lucha común para preservar los equilibrios y los ritmos de la naturaleza.
Pero vayamos por partes. Para la ultraderecha mundial, del nuevo gobierno de Estados Unidos a Marine Le Pen, pasando por Javier Milei y el movimiento decadente de Jair Bolsonaro y otras figuras menores, incluso el fenómeno del cambio climático no existe, es un invento de la izquierda comunista, de los ambientalistas paranoicos y de los enemigos del progreso. La exacerbación de los fenómenos meteorológicos, huracanes, ciclones, tornados, sequías y temperaturas extremas, no les dice nada. Son expresiones mediáticas o, cuando mucho, contingencias que han existido siempre.
Los datos duros, extraídos de metodologías científicas y calibrados por instrumentos técnicos, son meras opiniones subjetivas. Por ejemplo:
Temperatura global: El aumento de la temperatura promedio de la superficie terrestre. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), la máxima autoridad técnica en la materia, informó que 2023 fue el año más cálido desde que hay registros, con una temperatura media mundial cerca de la superficie de 1,45 °C (con un margen de incertidumbre de ± 0,12 °C) por encima de los niveles preindustriales de referencia. Fue el decenio más cálido desde que se monitorea este importante indicador.
Nivel del mar: El nivel del mar ha aumentado entre 20 y 23 centímetros desde 1880. En 2023 el nivel del mar alcanzó un máximo histórico, según la propia OMM. Para decirlo con más puntualidad: entre 2001 y 2010, el nivel del mar subió 2,9 milímetros al año. Entre 2011 y 2020, el nivel del mar subió 4,5 milímetros al año. Hasta el 2023, último registro, el nivel del mar subió 7.5 centímetros.
Acidificación y aumento de la temperatura de los océanos: No sólo ha aumentado la acidificación de los océanos, sino que, como promedio diario de 2023, casi un tercio del océano mundial se vio afectado por una ola de calor marina, lo que dañó ecosistemas y sistemas de alimentación vitales. Hacia finales de 2023, más del 90 % del océano había experimentado olas de calor en algún momento del año.
Gases de efecto invernadero: El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso. Los gases de efecto invernadero (GEI) han aumentado sensiblemente desde mediados del siglo XX, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles.
Aumento cuantificado de los GEI: Entre 1990 y 2023, el calentamiento provocado por los GEI aumentó un 51%. En 2023, último registro, las emisiones mundiales de carbono generadas por incendios fueron un 16% superiores a la media.
Glaciares: La disminución de los glaciares a nivel mundial. El conjunto mundial de glaciares de referencia sufrió la mayor pérdida de hielo jamás registrada (desde 1950), como consecuencia del deshielo extremo tanto en el oeste de América del Norte como en Europa.
Capa de hielo: La reducción y adelgazamiento de las capas de nieve en Groenlandia y la Antártica. La extensión del hielo marino antártico fue, por mucho, la más baja de la que se tiene constancia, con una extensión máxima al final del invierno inferior en 1 millón de km2 a la del año récord anterior, lo cual equivale al tamaño combinado de Francia y Alemania.
Fenómenos meteorológicos: El aumento de la frecuencia e intensidad de huracanes, sequías, olas de calor, inundaciones, incendios forestales y ciclones tropicales son del dominio público: unos u otros los hemos padecido en todos los puntos cardinales.
“Los valores observados para el conjunto de los indicadores principales han hecho saltar todas las alarmas. Algunos de ellos no solo baten récords, sino que registran magnitudes inauditas. Y los cambios no dejan de acelerarse”, resume el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
En la próxima colaboración veremos las decisiones de política pública de la ultraderecha mundial, todas enmarcadas en un neoliberalismo descarnado, que hoy tienen bajo amenaza a la biosfera del planeta.
Por lo pronto podemos decir que, muy lejos de la miopía de la ultraderecha, el calentamiento global es el desafío principal al que se enfrenta la humanidad en este siglo XXI: es responsabilidad de todos los países y todas las personas, comenzando por la franja ideológica del pensamiento ilustrado, defender la salud y la viabilidad de nuestra casa común, la tierra.