Claudia Rodríguez
El ex presidente Enrique Peña Nieto, no sé cansó de presumir la “paz laboral” durante los primeros cuatro años de su sexenio, debido a la ausencia total de movimientos de huelga. Sin embargo, esto se conseguía gracias a que los principales líderes de las organizaciones sindicales del país, se sentaban continuamente al lado del Peña, no para discutir mejoras para sus trabajadores representados; sino para festejar lo que ex mandatario llamaba entorno laboral positivo y así junto a él, se enseñoreaban los líderes sindicales, quienes con sólo su cara de felicidad, no podían esconder las prebendes muy particulares obtenidas por este fatídico contubernio para el trabajador.
Durante 2017 y 2018, las cuentas por la ruta de huelgas cero, no fueron tan alegres, pues estallaron cinco en todo el país, lo que llevó a un cambio de discurso gubernamental: “Es el sexenio con menos huelgas”.
La huelga, empero, es un derecho de los trabajadores que se intentó acallar –con muy maligno éxito– por el Ejecutivo federal de Peña, gracias al connivencia con los líderes sindicales.
Con Andrés Manuel López Obrador, la primera huelga que estalló en sus primeros días de mandato, fue la del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), el pasado 2 de febrero, luego las de las maquiladoras en el norte del país y otras más están por detonarse como la de los trabajadores de Wal-Mart México, con 60 mil trabajadores en todo el país.
Más que acallarlas, López Obrador pide diálogo entre las partes para que se logre atender demandas laborales pero sin llevar a la quiebra al empleador.
No obstante, hay trabajadores que aunque visibles no tienen derecho a nada, quizá porque en primera instancia no se les ha permitido la organización sindical o en algunos casos, con mucho trabajo se han logrado los primeros pasos a nivel local.
Tanto los trabajadores domésticos, las amas de casa y hasta los miles de niños trabajadores sin la edad legal para laboral, tienen defensores sociales que siguen en la lucha de que se reconozca en primer lugar su aporte a la economía nacional y por supuesto, el reconocimiento de sus derechos como empleados.
Pero hay trabajadores que hasta ahora son vulnerados por las autoridades y otro tanto, por los empleadores abusivos. Se trata de los empacadores de tiendas, hoy en su gran mayoría mujeres y hombres de la tercera edad, sin una prestación pero sí de exigencia de uniforme, horario, pago de mercancías dañadas, obligación de comprar sus alimentos durante las horas de trabajo al mismo establecimiento en que laboran, reclamación de amabilidad para los clientes que en muchos casos tienden a maltratarlos por lo que pueden ser hasta despedidos.
Si se concreta la huelga de Wal-Mart, emplazada ahora para el 20 de marzo, nadie abogará por los empacadores –antes “cerillos” por cuanto que eran los niños los que así parecían por su uniforme–, que son importantísimos para dar un mejor servicio al cliente, a la vez que maximizan los procesos de atención a los compradores.
Los empacadores no son invisibles y aun así, no hay quien repare en sus derechos laborales y humanos.
Acta Divina… Desde el 2005, la presidencia del Consejo Administrativo de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), se comprometió a promover políticas de desarrollo social para los empacadores.
Para advertir… Pero del compromiso a la realidad, ni la ANTAD ni el Gobierno, quieren ver a los visibles empacadores de cualquier edad.
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