En 1972, Richard Nixon creó una comisión de alto nivel científico para definir la política del gobierno estadounidense en la lucha contra las drogas ilegales. El panel de expertos, conocido como la Comisión Shaffer, concluyó que se debía llevar a cabo una política de control basada en los riesgos médicos, y que convenía despenalizar el consumo de la marihuana. Nixon, sin embargo, denunció las opiniones de unos técnicos que él mismo había nombrado y declaró la más larga y, hasta el momento, infructuosa guerra librada nunca por Estados Unidos, a la que obligadamente se sumó México donde el número de bajas mortales se incrementó exponencialmente los últimos seis años.
Y no obstante esa guerra fallida, son ya 84 países en el mundo y 14 los estados de la Unión Americana donde el consumo de marihuana ya es legal.
Se celebró, apenas, este 4 de mayo, el día mundial por la legalización del cannabis. En el Distrito Federal marcharon alrededor de 5 mil personas demandando al Congreso de la Unión que despenalice el consumo de este enervante. Las razones esgrimidas van desde las económicas hasta las que buscarían hacer mella en el lucrativo negocio de los narcotraficantes.
La realidad, después de 40 años de guerra contra la droga, es que la marihuana, aun siendo ilegal, se ha convertido en uno de los principales cultivos agrícolas en Estados Unidos. Y es que, según datos combinados de la DEA y el Departamento de Agricultura, la marihuana es el cuarto cultivo nacional según el valor de la cosecha para los agricultores, por delante del algodón, el trigo y el tabaco. Si se tomase como referencia el precio en las calles, la marihuana sería la principal producción agraria del vecino país del norte.
EL GRAN FRACASO
Durante los últimos días la televisión estadounidense se prodigó en programas sobre el tema de la legalización de esta droga. En uno de ellos, transmitido por la cadena ABC, se mostraron asépticos invernaderos en Denver, capital del estado de Colorado, donde desde el año anterior ya no está penalizado el uso de la marihuana… siempre y cuando sea para usos terapéuticos, lo cual es sólo un disfraz, característico de la doble moral anglosajona.
La red de redes, de otra parte, promueve infinidad de páginas electrónicas donde se anuncian establecimientos en los que pueden adquirirse desde pastelitos horneados con marihuana hasta caramelos y chocolates a los que se les ha añadido el polémico ingrediente.
Todo ello en tanto aquí, en nuestro país, el tráfico y consumo de drogas se ha convertido en uno de los problemas más importantes de nuestra sociedad, sin que exista consenso respecto a cuáles son los instrumentos más adecuados para resolverlo.
La alternativa que se ha escogido desde hace décadas, y que se ha acentuado notablemente en los últimos 12 años, se basa en el continuado incremento de la criminalización de estos comportamientos, cada vez más intensa y abarcadora de más conductas.
Los esfuerzos simultáneos realizados en el ámbito de la litación y, en menor medida, de la prevención, no pueden ocultar la realidad de que es esta aproximación fundamentalmente, represiva la que marca la pauta.
Sin embargo, hace ya algún tiempo que ha devenido evidente el fracaso de esa política represiva. Ante todo, porque no ha logrado las metas perseguidas: el porcentaje de droga interceptado es mínimo respecto al que se pone a disposición de, los consumidores.
Por otro lado, la demanda por parte de éstos no cesa de crecer, por más que acomodada a las diversas modas que también surgen en este ámbito.
A su vez, la opción por la represión ha desencadenado unos efectos colaterales, no queridos, cuya nocividad social sobrepasa con creces los beneficios, no logrados, que persigue la política criminalizadora.
¿Qué hacer con la marihuana?
¿Despenalizar su consumo? ¿Acarrear con ello recursos para el erario? ¿Ahorrarle los que se emplean para combatir su producción y tráfico? ¿Los de miles de compatriotas en las cárceles por consumirla o por venderla?
Hace falta un debate serio sobre el tema. Con alcances que vayan desde su nocividad o no, hasta el de la seguridad pública, por supuesto.
¿Quién se lanza?
Índice Flamígero: El entonces diputado del Partido Convergencia, Víctor Hugo Círigo, presentó el 21 de abril de 2010 ante el pleno de la Cámara Baja una iniciativa para legalizar el consumo de la mariguana en nuestro país y así reducir los efectos del narcotráfico.