* Revisemos la otra letalidad, la proveniente de la fuerza disuasoria y decidida que anida en las casas de bolsa de Wall Street, que usa de los fondos de ahorro de sus pensionados para incidir en el destino económico de los países a los que llegan a especular, nunca a invertir. ¿Y la letalidad de los bancos que se adueñaron del sistema financiero mexicano, gracias a las oportunas decisiones de nuestros pulcros gobiernos panistas?
Gregorio Ortega Molina
Buena parte de la prensa mexicana y de la llamada opinión pública, exageradamente festina los denuestos que contra las instituciones del país provienen del exterior, notoriamente los fabricados por el NYT para servir a los intereses políticos del Departamento de Estado.
Ahora cabecearon la nota en contra de las Fuerzas Armadas: Excepcional eficiencia de militares mexicanos ‘‘para matar”.
¡Vaya con la perogrullada! Los ejércitos se constituyen para defender los intereses nacionales, preservar la paz interna y evitar las incursiones externas de los depredadores. Los “soldados” de Rusia y de Estados Unidos están especialmente entrenados para no dejar sobrevivientes, y tampoco dejar atrás a ningún herido de los suyos. Además, su armamento es letal, sumamente letal, tanto cuando recurren a las armas químicas que ocultan en sus arsenales, como cuando se muestran dispuestos a amagar y hacer uso con sus respectivas fuerzas atómicas. Pero para el NYT esa no es letalidad a considerar.
Las fuerzas militares mexicanas son ‘‘excepcionalmente eficientes’’ para matar, con ‘‘tasas extraordinarias’’ en el número de muertes en enfrentamientos con sus enemigos, lo que indica ‘‘algo más ominoso’’: un alto número de ejecuciones sumarias en un contexto donde prevalece la impunidad por abusos de derechos humanos, escribieron en su nota informativa.
¿Cuál fue la tasa de letalidad de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, o la dejada en Vietnam con el napalm? ¿Cuál el agravio dejado por las fuerzas armadas privatizadas en Iraq? Que no mastiquen tanto chicle los defensores de los derechos humanos y los “esforzados” promotores de los denuestos contra el Ejército mexicano, que deja de tener la confianza de sus defendidos, pero por otras razones, entre ellas la corrupción.
Y revisemos con serenidad lo que promueven para convertir a México en un país débil. ¿Qué hacer y cómo proceder cuando esos derechos humanos se revierten contra las garantías individuales y boicotean el cumplimiento del mandato constitucional de las Fuerzas Armadas? ¿Cómo servirse de esa legalidad para el uso de la fuerza y la violencia legítima que corresponde al Estado, y no a los que atentan en su contra?
Mejor revisemos la otra letalidad, la proveniente de la fuerza disuasoria y decidida que anida en las casas de bolsa de Wall Street, que usa de los fondos de ahorro de sus pensionados para incidir en el destino económico de los países a los que llegan a especular, nunca a invertir. ¿Y la letalidad de los bancos que se adueñaron del sistema financiero mexicano, gracias a las oportunas decisiones de nuestros pulcros gobiernos panistas?
Claro, los soldados mexicanos se pasan, pero los sistemas políticos que pusieron los pies en el cuello de los mexicanos, son causantes directos de esa conducta. Que no mastiquen tanto chicle, pues.