Horizonte de los Eventos.
Los tiempos nuestros son tan garrafales como los de 1789, que los del fin del mundo. Nuestro país no tiene ni el concierto de la abundancia ni del concierto de la Unidad.
Nuestro país unió mágicamente a Rousseau y a Sieyés, todos los estudiosos, incluso los discípulos de Kelsen, que hicieron las Constituciones de Sudamérica, del siglo pasado, todos, ignoramos cómo. Cierto que ambas visiones surgidas en la Revolución Francesa, manifiestas y costosas hasta la guillotina, Rousseau y Sieyés, padres de ambas tesis contradictorias, caminaban aquellos años de definición, alternativamente…
La tesis de Rousseau, es lo que llamamos hoy, en nuestra democracia representativa, “democracia directa”. En 1789 se le llamaba “Democracia”, lo que impulsó Rousseau, conocida también como la tesis “Soberanía Popular” -impecablemente retomada de la democracia clásica Helénica y la de Sieyés, la “Soberanía Nacional”, no era reconocida como democracia, se le llamaba “Representación”, al final perdió Rousseau el debate y desde entonces a la Representación se le anticipó el sustantivo “democracia representativa”, para legitimarla con el finado Rousseau, y así, casi todos contentos.
Así, vale citar, la mágica conjura de nuestro Constituyente del 17, que sin los miramientos de la sistemática jurídica, simplemente sentenció, en nuestro “artículo 39.- La soberanía nacional, reside esencial y originariamente en el pueblo.” ¿Qué mejor conjugación?
La observación la hizo el Dr. José Korseniak, en la facultad de derecho de la UDEM, hacia 1983. Ya preparo una columna sobre este gran oriental, uruguayo exilado a México, y de su espléndido hijo, Pepe, también constitucionalista de estudio y por varios años, al retorno de la democracia a Uruguay, Embajador de su país, en el nuestro. Enhorabuena.
Por qué, porque es la que sobrevivió, porque es la que ganó -con nuestra responsabilidad en ello-: era imposible incorporar la democracia clásica, ya, en 1789, era necesaria la Representación, por eso se aceptó colectivamente en el mundo que la democracia en la Modernidad debía cambiar su naturaleza clásica y convertirse a la Representación, a la democracia representativa. Pero en ninguna Constitución del mundo se logró tal reconciliación como en la redacción de nuestro artículo 39. La diferencia entre ambas es muy sutil y puedo abreviar, siguiendo a grandes teóricos, que la Soberanía Popular de Rousseau es de una democracia nunca acabada, nunca institucionalizada, en la que el pueblo permanentemente tiene la atribución y facultad de cambiar hasta la forma de gobierno. La Soberanía Nacional, en cambio, se instituye en un Gran Colegio Electoral y transfiere su soberanía a un grupo de representantes, al Parlamento, quienes acuerdan a nombre del pueblo, de una forma Institucionalizada.
Y particularmente, la del Presidente de la República, por mandato constitucional y de la Presidencia, a cargo del PRI, para el robustecimiento del Régimen Revolucionario, a reaccionar con los reflejos y la cautela de leopardo que tiene el pitcher, cuando sale un batazo por arriba de su cabeza en el montículo y con todo el cuerpo echado y cayendo hacia adelante y a un lado, al ver salir el batazo, da con nuevo impulso el círculo completo y por atrás levanta el guante derecho volteado ¡para atrapar el “trallazo”! en lo que es una hazaña de los reflejos condicionados y la memoria corporal -dicho de paso, quizá el único atrapadón sin fildear, del beisbol…
Era tan profundo el respeto por las Proclamas de nuestro Constituyente, pese a otras presuntas violaciones, los actores y operadores reconocíamos que el pueblo, podía cambiar la forma de gobierno en cualquier momento (soberanía popular, Rousseau) y estábamos atentos a mantener la nuestra.
Así reaccionaba el Sistema Político Mexicano: había convicción por vocación y formación y rara vez los enemigos y contendientes de la Revolución, ni a la primera llegaban -la “Reacción”, el Partido Reacción Nacional era el único enemigo-, pues las izquierdas, eran superadas en pretensiones, logros históricos para México e ideario ideológico y legitimación por el proyecto de la Revolución Mexicana y nuestra Constitución de 1917, fue en México y ante el mundo, nuestra evidente anticipación y acierto, al llegar más lejos en la visión ideológica del equilibrio económico y la distribución de la riqueza, que es el “Liberalismo Social” (concepto que acuñó D. Jesús Reyes Heroles, 40 años después y permitió distinguir perfectamente el Liberalismo Mexicano Juarista, del s. XIX, del más avanzado, Liberalismo Social Mexicano, del s. XX), en virtud de la “Justicia Social” y posteriormente, en la Carta Magna de 1917, la creación de los derechos sociales, que garantizaron caminar hacia el Espíritu de la Justicia Social: ese es el mecanismo que vincula el ideario de la Revolución y los bienes jurídicos que tutela la Constitución Mexicana con su contenido.
Tiempos en donde en cada espacio del quehacer social y público, había un “sensei”, que formaba al postulante, según su vocación política y/o social, en los secretos, reglas, pilares y su importancia de cada área del Sistema, pues no había adornos:
La compleja ingeniería, envidiada y eficiente maquinaria que conformaba aquello, fue en sí misma, una admirada y estudiada arquitectura política, que el egocentrismo europeo rechazaba no poseer y menos reconocer otra creación (pero es absurdo omitir a Duverger, afamadísimo antropólogo, quien recibió apoyo para la investigación del Sistema Político Mexicano, al que Francoise Mitterrand hizo adaptaciones priistas a su esquema de gobierno (el discurso enérgico): Mitterrand, encantó a los franceses 14 años, con mayorías de coalición del 35% o menos, pero el resto, fraccionado y muchos atomizados, y sin el discurso progresivo del ideario de la Revolución Mexicana, que el francés incorporó a su programa, desaparecieron ignorados.
Kelsen y sus discípulos; Habermas, Pedro de Vega, el propio Felipe González, discípulo, asesorado por ambos, en acciones políticas de Poder (socialdemocracia y neoliberalismo), quien, discípulo por derecho histórico y por recomendación de Mitterrand, incorporó y provocó escenarios políticos:
Alfonso Guerra: (a más de 2 años y medio de las siguientes elecciones presidenciales, con una tendencia de años a la baja de Felipe) las encuestas tenían a González, dos puntos y poquito, abajo de Pepe Aznar, del PP, pero además, “galego”, yerno de Manuel Fraga, galego también, ex Ministro del Interior de Franco: la Reacción facha en la antesala ¡tanto como entregar a Franco, la Transición!
Pues Alfonso Guerra, Vicepresidente del gobierno español y Vicesecretario General del PSOE, compañero de bancada de Felipe González, desde la primera vez que llegaron al Parlamento los Socialistas: ellos dos, 14 años después: adelantó votaciones, pues consideró que dada su clara tendencia de la pérdida de confianza, aun con dos puntos abajo, era el último momento de ganar, siempre con un milagro, obligó a adelantar las elecciones y estar todavía, aritméticamente, en los terrenos de lo posible ¡Y salvar la Transición socialista floreciente! Sólo con un milagro.
Hubo dos.
Aunado eso, sin decir agua va, él, como segundo del Partido, también el “2 del PSOE” (el Txiqui Benegas, Secretario de Organización del PSOE, el Tercero), anunció el Plan de Vivienda Español ¡Casa para la totalidad de los españoles! en los siguientes cuatro años (Expresiones magnánimas que recuerdan los fideicomisos de Luis Echeverría)…
¡Y eso elevó entre los escépticos, cuatro quintas partes, con lo que el So-e (como pronuncian los españoles al PSOE), ganó las elecciones por dos diputados! Que luego hizo tres y gobernó otro período de cuatro años, dos años más que los correspondientes al periodo concluido con este nuevo llamado a elección.
Para comprensión de la larga anécdota, es conveniente concluir que las casas nunca pudieron tener viabilidad. Y fueron cuestionadas desde el día siguiente de la declaración del 2, pues pronto respondió, al día siguiente, Carlos Solchaga, Ministro de Economía, gordo de cuello 22, 1. 58 metros, trajes de 6 mil dólares (sastres tan buenos, que casi disimulaban su prominente panza), representante del neoliberalismo español (porque había también enemigos internos a la izquierda y a la socialdemocracia) en los hechos, respondió al Vicepresidente, que “no sabía de dónde había sacado esa cosa de la vivienda, Guerra. Que sencillamente, no había dinero para eso”.
Todo esto entre los dos días anteriores a la elección y el segundo después de la elección, de la que resultó triunfador el representante de la Socialdemocracia. Pues Guerra logró evitar el desánimo de los entusiasmados electores, al precisar: “El pueblo ha votado el programa, el cumplirlo es una cuestión técnica: ¡Que traigan al técnico que sí pueda!”
Un metapresidencialismo, argumentaciones llaneras y falsas para ganar. Y la permanencia en el Poder, en favor del proyecto tan liberador del PSOE, pero cero consciencia democrática.
¿Paralelos con el Sistema Político Mexicano, que los Nazis y la gente del Duce, antes estudiaron para la eventualidad de usarla en las potencias fachas, en los tiempos del Maximato y del control Ejecutivo del Presidente Cárdenas?
Por último, Giulio Andreotti también y gobernó 30 años Italia. Pero ninguno nunca como el PRI, con renovación periódica de dirigentes -los europeos nunca lograron preparar un liderazgo sucesor.
Porque el PRI no fue cosa de un hombre, sino de un movimiento que tendía a la unidad mayoritaria de la Revolución -como años después sí lo hizo Castro.
La polarización del Porfiriato. En lo que AMLO sostiene la razón de su movimiento 4T, por la clientela electoral: polarización que ya había en México, más la ideologizada y sembrada por parte de este gobierno. Sí, aun con la experiencia del Porfiriato, que terminó por unir a todos en contra del viejo dictador, acaso por su odio con el PRI, AMLO ha despreciado las eficaces reglas del régimen revolucionario y quizá alentado por las experiencias polarizantes recientes de Lula, Chávez y Maduro, entre otros, ha seguido ese camino, del que Maduro, v gr, ya se rajó.
Pero el presidente como los demás, no podrá hacer, aquello que se hizo en décadas, hubo un millón de muertos. Aunado a que, la 4T tampoco cuenta, con la inmensidad de los Estadistas que hicieron la Revolución. No los tiene.
Sin embargo, el maestro López Obrador, tampoco se aleja del todo, de la sabiduría histórica de la Revolución Mexicana, como en mi anterior entrega (“Los Viejos” y AM), comienzo a precisar: negociación, no encarcelamiento, simulación extralegal, que empieza a reflejarse en otros gobernadores y partidos, lo que hace ya una tendencia y que en la siguiente entrega, abordaré con precisión.