A partir de la consumación de la independencia en 1821, México comenzó a fortificar un discurso de identidad propia y nacionalismo, que si bien era necesario y obligado, también derivó en una versión oficial de la historia que suele ser radical y no admite matices, todo es únicamente blanco o negro.
La República Restaurada en 1867, el momento estelar de nuestro periodo decimonónico, significó una expresión de genuino orgullo, se venció a Napoleón III, al Imperio de Maximiliano y en consecuencia los valores mexicanos fueron exaltados. Entonces se revaloró el pasado precortesiano y su influencia destacó en las letras, las artes, la arquitectura, la música y la educación. La construcción del discurso oficial fue contundente y por ejemplo, Guerrero a quien sin restarle sus méritos de Insurgente, incitó uno de los primeros golpes de Estado de nuestra era republicana, el Motín de la Acordada, fue elevado al Altar a la Patria y Agustín de Iturbide quien consumó paz e independencia con un mínimo derramamiento de sangre ha sido relegado al ostracismo. Pero el discurso oficial no solo fue privativo del siglo XIX, la Revolución que reconfiguró el panorama nacional borró también de las páginas de la historia oficial, los relevantes logros de la pax porfiriana.
El virreinato significó una momento de primer orden en la historia nacional, partiendo tan solo de que ahí surgió México y la orgullosa raza producto del mestizaje. Absurdo es intentar borrar del mapa un periodo de tres centurias, tiempo que aún supera el que ha vivido México como nación independiente. El virreinato produjo mentes extraordinarias provenientes de ambos lados del Atlántico, aquí destacan virreyes que fueron gobernantes justos que bregaron por el bienestar de los mexicanos. Surgen entonces los nombres de hombres como Antonio de Mendoza, Antonio María de Bucareli o el Conde de Revilla Gigedo, nacido en La Habana en 1738.
En la categoría de buenos gobernantes es imposible olvidar a los Gálvez, Matías y su hijo Bernardo, ambos no solo Virreyes sino también Tenientes Generales. Matías fue un buen gobernante y un decidido promotor del talento artístico mexicano, no en vano durante su mandato se fundó en 1781, la Real Academia de San Carlos, la primera en tierra firme americana y que aún subsiste como parte de la UNAM. Bernardo, sucesor de su padre, fue un arrojado veterano que peleó en Europa y América, siempre el primero en la línea de fuego, fue herido en seis ocasiones. Su gesta bélica más trascendente fue derrotar a los británicos en Louisiana y Florida, su apoyo militar y financiero durante la lucha de independencia norteamericana fue decisivo para el triunfo de los estadounidenses y con justicia ha sido designado uno de los padres fundadores de los Estados Unidos.
De Norteamérica, Bernardo vino a México como Virrey, infatigable ordenó obras como el Castillo de Chapultepec, pero también fue un gobernante popular y querido por el pueblo, cuando se perdieron las cosechas, Bernardo reaccionó con la prontitud que suelen hacerlo los soldados y de inmediato echó mano de su herencia para evitar la hambruna, gesto que fue altamente valorado por todos los habitantes.
El Consejo de la Crónica de la Ciudad de México (CCCM), que preside el Dr. Román Sánchez Fernández, junto con el General Brigadier Retirado David Moreno Cruz y quien esto escribe, hemos invitado a México al Académico Manuel Olmedo Checa, Vicepresidente de la Asociación Bernardo de Gálvez con sede en Málaga, España, quien dará una serie de conferencias en torno a la figura de los Gálvez como soldados y virreyes. El primero de los actos se llevará a cabo el día de hoy a las 11:00 de la mañana con una visita al histórico templo de San Fernando donde se encuentran los restos de los Gálvez, previamente en el atrio se han autorizado honores a la bandera nacional por parte de tropas del Ejército Méxicano. Posteriormente el miércoles 30 de abril Olmedo dictará una conferencia a las 12:00 pm en él auditorio del Museo Nacional de Historia/Castillo de Chapultepec, al día siguiente y en el mismo horario lo hará en la Sala Capitular del templo de Santa Prisca en Taxco, Guerrero y finalmente también a las 12:00 horas el viernes 2 de mayo, en el Museo de la Ciudad (MUCIC) de Cuernavaca, Morelos. Todos los actos son abiertos al público en general y de acceso gratuito.
Esta iniciativa del CCCM de carácter estrictamente académico, histórico y cultural no solo nos permite adentrarnos en un periodo apasionante de nuestra historia, sino revalorar nuestra identidad y memoria histórica. Hago mía la expresión de Olmedo, quien sostiene que recordar a los Gálvez es un acto de fraternidad que une los lazos de sangre, cultura y pasado común entre México y España.