Por Mouris Salloum George
LA CAPITAL del mundo deportivo este año le correspondió a Francia, con la realización de los Juegos Olímpicos 2024. Como en cada ocasión, brotaron polémicas. Una de estas surgió en torno a los premios en efectivo o en especie otorgados por los países a sus medallistas. Es un tema de análisis. Algunos gobernantes son muy generosos con sus deportistas, pero ni así han mejorado resultados.
En México, el asunto llamó la atención cuando el gobierno anunció —en el contexto de esta Olimpiada— que otorgaría a los medallistas, atractivos cheques: de tres millones de pesos a los ganadores del oro (alrededor de 150 mil dólares, al tipo de cambio del momento); dos millones a los de plata, y uno a los de bronce.
Para los deportistas como para sus compatriotas resulta muy emocionante obtener las preciadas medallas.
Muchos fallan en el intento o quedan muy cerca. Esto les resulta realmente frustrante, sobre todo porque van calificados entre los mejores del mundo. Para algunos puede ser la última oportunidad de sus vidas. De suerte que nadie con impulso promotor y espíritu de justicia debería regatear las jugosas compensaciones.
Para despejar dudas, la revista Forbes US consultó a los comités oficiales y elaboró una interesante lista, un ranking, de los países que establecieron para la ocasión mayores reconocimientos monetarios o en especies a sus medallistas. Era un secreto a voces.
“Forbes se puso en contacto con los comités olímpicos nacionales o ministerios de deportes de los gobiernos de los 206 países y territorios participantes y confirmó que al menos 33 otorgarán premios en efectivo por las medallas.
Dentro de ese grupo, 15 confirmaron que pagarán más de US$ 100,000 a los atletas que suban al podio.”
Las distinciones no solo son monetarias. Algunos reciben premios en especie (casas, apartamentos, coches); subvenciones diversas, ocasionales o de por vida, y elogiosos discursos. Otras personas físicas y morales se sumaron a las premiaciones.
“Cada atleta estadounidense que gane una medalla de oro, este verano recibirá un bono de US$37,500, cortesía del Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC, por sus siglas en inglés)”.
Como es sabido, Estados Unidos históricamente figura entre los mayores conquistadores de medallas. Sin embargo, no es el que otorga las más elevadas compensaciones.
La lista de Forbes revela que son los países que menos logros olímpicos tienen, quienes para subir de categoría en el medallero olímpico bus- can motivar a sus atletas mediante el estímulo monetario.
“Hong Kong, que compite independientemen- te de China en los Juegos Olímpicos, ocupa el puesto número 1 entre esos encuestados. El terri- torio ofrece US$768,000 por una medalla de oro, una hazaña lograda solo dos veces por sus atletas en las 17 participaciones de la ciudad en los Juegos de Verano. De hecho —continúa Forbes—, el premio de Hong Kong por una medalla de plata es más que lo que cualquiera de las otras 32 nacio- nes pagará por la victoria: un impresionante bono de US$380,000.”
Sin demeritar los esfuerzos de las y los atletas por conquistar las preciadas medallas, habría que cuidar que las premiaciones se mantengan dentro de ciertos límites. Es necesario preservar —en esta contienda deportiva mundial— ante todo, un espíritu deportivo y humanista; una mercanti- lización inmoral desvirtúa sus principios, además del riesgo de causar grandes frustraciones a los demás deportistas.
Para el caso de México, uno de los países con pocos logros históricos en esa gran competencia mundial —en casi un siglo, solo 73 medallas, hasta Tokio 2021, más las que se sumen por este certa- men—, se ha dicho —y no sobra reiterarlo— que en la preparación de sus deportistas el país tiene que invertir más y en forma sostenible.
Los éxitos —esto aplica a todo mundo— no deben ser excepcionales, sino resultado de una preparación desde la infancia y con visión de largo plazo. No debe ser la generosidad de los gobernan- tes, sino la mayor inversión de las sociedades la que podrá lograr mejores resultados.