Hoy se recuerda el sismo de 7.8 grados Richter que hace 28 años, –casi tres décadas–, dejó advertencia de la vulnerabilidad del sistema de protección civil de nuestro país que tiene que ver desde las normas de planeación y construcción hasta la reacción de autoridades y población ante un evento de tal magnitud. Un coctel en donde los ingredientes principales son la fuerza y manifestación de la naturaleza, las normas de seguridad y protección civil de las autoridades y la preparación y reacción de la población.
En la Ciudad de México y en el disputado Zócalo del Distrito Federal, es que la Secretaría de Protección Civil de la capital toma como “epicentro” para un macro simulacro ante un hipotético sismo de igual magnitud al del 19 de septiembre de 1985.
Pero de la hipótesis a la realidad, hay un gran trecho. Es cierto, ante un sismo, en la Ciudad de México y a pulso de una actividad sísmica constante, quienes aquí habitamos al menos hemos aprendido a guardar la calma y desalojar inmuebles en tiempos record, casi segundos para salvaguardar nuestra vida al momento del evento, pero nada más.
Cabría la pregunta, no con morbo, sino con toda intención de tomar previsiones: ¿Qué haríamos después de que un sismo devastara nuestro entorno?
Lo que sucede justo ahora, luego del paso implacable de fenómenos naturales cargados de agua y fuerza del viento en Acapulco y otros puntos de Guerrero en donde se ha centrado la atención mediática pero que también se está viviendo en varios sitios más y vías de tránsito federal y local en toda la República, deja en claro, que en materia de protección civil, estamos en pañales.
La semana anterior, existió la advertencia de caída atípica en milímetros de agua en costas del Golfo de México y del Pacífico, pero a nadie se le ocurrió anotar de manera seria de una contingencia ni siquiera de mediana contingencia, como si en las zonas costeras de Veracruz o de Guerrero, no fuera suficiente una lluvia de 24 horas y de intensidad baja para inundar a las mismas.
Hoy 19 de septiembre para muchos de quienes vivimos en carne propia ese sismo de hace 28 años, no nos queda más que recapacitar ante un evento de tal magnitud y recordar que fue la población quien salvó la cara del entonces presidente Miguel de la Madrid quien fue rebasado por la organización de los capitalinos de a pie.
Hoy, se diga lo que se diga. El gobierno de Peña Nieto está enfrascado en dejar en claro que tiene fuerza y presencia entre los hombres de la política y el poder pero no se ha dado cuenta que se cocina un coctel social implacable.
Acta Divina… La Secretaría de Protección Civil capitalina expone en su página de la Internet, que el macro simulacro es un ensayo para calificar la actuación de la población y de las autoridades, en el que se pone a prueba la capacidad de respuesta y se evaluarán y retroalimentarán los procedimientos establecidos, a fin de mejorarlos.
Para advertir… Lo urgente no para ni la reforma hacendaria, ni energética que se sigue cocinando.
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