La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El despojo histórico implicó que a los dueños origínales luego se les contratara como sirvientes
El estado de Veracruz, cuenta con poco más de 40 pueblos originarios y de acuerdo a datos de 2016, en todo el territorio estatal “radican 652,446 hablantes de alguna lengua indígena, cifra que representa 8.5% de todos los veracruzanos”.
Aunado a lo anterior, las condiciones estructurales del subdesarrollo, implican, entre otras cosas, que dichas comunidades se encuentren en una situación de mayor vulnerabilidad que el resto de la sociedad, son los pobres entre los pobres.
No obstante, la cosmogonía de estos pobladores, sigue siendo de gran trascendencia como parte de la resistencia cultural a la penetración de estilos de vida ajenos a la realidad nacional, en suma, son un bastión de resiliencia ante la transculturización.
Conocedor del tema, el delegado del Bienestar, Manuel Huerta, tiende puentes con este sector, por lo cual señaló “que lo más importante del país se encuentra en la sabiduría de las comunidades originarias, y sólo a través del reconocimiento, el diálogo, consenso y el respeto a esta población es que habrá un renacimiento y transformación del país”.
En este contexto, el funcionario, tiene preciso que estos núcleos ciudadanos deben prevalecer, no deben ser diluidos en el tejido social urbano, por lo tanto, la delegación de Bienestar se aplica para llegar a estos grupos con el interés de hacerlos beneficiarios, a plenitud, de los programas sociales.
Esa es la meta, dar rostro y voz a los pueblos originarios, empoderarlos con herramientas de trabajo que les permita superar el proverbial atraso al que han sido condenados, por las políticas neoliberales, que sólo los consideraban una estadística o, en el mejor de los casos, un atractivo turístico. Son el México profundo.