Por José Murat
México acreditó nuevamente que la política de combate a la pobreza implementada en los últimos años, y profundizada en esta administración federal, ha rendido fruto, como lo diagnosticó e informó la semana pasada el Banco Mundial, ratificando lo que ya han dictaminado los órganos nacionales de monitoreo de los indicadores económicos y sociales, el INEGI y el CONEVAL.
En efecto, el Banco Mundial, quien realiza ese trabajo estadístico y de campo en todo el mundo, reportó que México es el país de América Latina y el Caribe donde más se ha reducido la pobreza en los últimos años. Concretamente en el periodo 2018 y 2023, México registró una disminución de 7 puntos porcentuales en la tasa de pobreza, la mayor reducción en la región, y una de las mayores a nivel global.
Extraña que la noticia haya pasado prácticamente desapercibida en la mayoría de medios impresos y electrónicos nacionales, tanto en espacios informativos como de opinión, exceptuando a este diario que nos ha abierto las puertas, para el debate sustentado e informado.
El Banco Mundial atribuye esta reducción, en su Reporte Económico de América Latina y el Caribe (Lacer, por sus siglas en inglés), a una combinación de factores, incluyendo políticas públicas dirigidas a mejorar el bienestar de la población, una economía mexicana robusta, y la estabilidad macroeconómica.
Además, el Banco Mundial destaca la importancia de un desarrollo con bienestar y la prosperidad compartida como parte clave del éxito de México en la lucha contra la pobreza.
Este avance sustantivo en el número y porcentaje de personas que han salido del universo de la pobreza, de acuerdo con el estudio del BM, se debió a los programas sociales de transferencias pero, sobre todo, en una proporción casi tres veces mayor, obedeció al aumento en los ingresos laborales, particularmente entre quienes menos ganan.
Es decir, como hemos comentado también, se ha incrementado el poder adquisitivo de los deciles de la base de la pirámide social, pues el salario mínimo de México ha aumentado más del 110 por ciento en términos reales los últimos años, el mayor incremento porcentual no sólo en el subcontinente latinoamericano, sino entre los 38 países de la OCDE, de los cuales forma parte el nuestro.
El diagnóstico de reducción sustantiva de la pobreza, a partir del aumento en el poder adquisitivo del salario, se suma al de otros organismos internacionales, y al realizado por órganos autónomos nacionales.
Por ejemplo, para CONEVAL, organismo encargado de la medición oficial de la pobreza en México, utilizando información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI, entre el 2020 y el 2022, último periodo monitoreado, México redujo en 8.9 millones el número de pobres, para quedar en 46.8 millones de personas en esa condición, casi 16% menos que las 55.7 millones de 2020. El porcentaje de población en situación de pobreza bajó a 36.3% en 2022 frente a la proporción de 43.9% de 2020, un descenso de 7.6 puntos porcentuales, un porcentaje ligeramente superior al registrado por el Banco Mundial.
Además, en ese mismo periodo 1.7 millones de personas salieron de la pobreza extrema, un total de 9.1 millones. Esto representa una proporción del 7.1% de la población y un decremento de 1.4 puntos porcentuales frente a 2020, cuando había 10.8 millones de mexicanos en esta situación precaria, cifra muy elevada en términos cuantitativos y en la realidad fáctica y humana.
Es importante tener presente que mientras que la medición de la línea de pobreza por ingresos se basa solo en el indicador económico y el valor de la canasta alimentaria y no alimentaria, la medición general del Coneval es multidimensional y contempla también el acceso a servicios sociales, alimentos y otros recursos no monetarios.
Sin embargo, ningún esfuerzo institucional será suficiente mientras siga habiendo mexicanos sin los mínimos de bienestar social. Las políticas sociales tienen que ampliarse y ponerse el acento en esos mexicanos que todavía no tienen acceso cabal a los bienes de cultura y felicidad de este mundo, rememorando a Carlos Marx.
Me refiero concretamente a los pueblos y las comunidades indígenas, los 68 pueblos originarios que todavía hoy marchan a la zaga en la mayoría de indicadores económicos y sociales del país, muy por debajo de la media nacional.
Las propias cifras del Coneval así lo revelan. Para la población indígena, la pobreza decreció de 76.6% a 65.2% en el mismo periodo 2020-2022, pero la proporción de indígenas en condición de pobreza es casi el doble que en la población no indígena, en la que solo 33.1% son pobres.
En suma, hay un avance sustantivo en la reducción de mexicanos en condición social de pobreza, registrado tanto por organismos nacionales como internacionales, pero tenemos todavía una enorme asignatura pendiente frente a los pueblos originarios, los dueños originales del continente. Por eso el esfuerzo institucional y de todos los mexicanos debe intensificarse en este sector, como así lo contempla el Plan Nacional de Desarrollo. Que así sea.