Por: Héctor Calderón Hallal
Un simpático anuncio de televisión de la The Coca Cola Company para el mercado mexicano motivó la presente entrega.
En esa alegoría dirigida al consumo de la gaseosa sabor toronja denominada Fresca, se presentan por lo menos dos eventualidades en las que se insta al público a rechazar cualquier producto, por novedoso o imprescindible que parezca, que genere dolor, molestia o incomodidad.
El promocional sintetiza el rechazo del consumidor a los tatuajes y a los famosos bastones para selfie. Dos novedades; dos productos de la propia modernidad y de la propia sociedad consumidora, de los que no se sabe aún qué tan efímeros resulten, con todo y que los tatuajes tienen un origen milenario en las culturas mongólicas.
Lo anterior a través de una ruptura, de un pronunciamiento subversivo y en masa incluso, para decir no a esos productos que metafóricamente pudieran ser también ideas……o disposiciones legales,
En el vídeo, un puberto se levanta furioso de un sillón quirúrgico y acomodándose los pantalones a media nalga, le reprocha a un individuo barbado y en condiciones antihigiénicas porque le aplica en los glúteos un tatuaje con dolor; mientras que otro, quien al parecer es reportero, es tundido a golpes supuestamente accidentales e involuntarios por una nube de bastones fotográficos durante una entrevista a algún personaje.
Ambos coinciden en el epílogo del mensaje en una especie de manifestación callejera contra todas las cosas que duelen, que lastiman, precisamente como esos dos artilugios, quizá; por lo menos esa es la interpretación, y que lo mejor que puede pasar para liberarse de lo que duele o lastima es manifestarse, romper tajantemente ….y tomarse una Fresca bien helada.
Viene a cuenta el asunto porque las ideas no son coincidentes ni surgen por generación espontánea.
Hay generaciones de ideas; así se conforman las ideologías de la humanidad a lo largo de su historia en sus diferentes etapas.
Así es como llegamos a esta nueva etapa en que uno de los puntos neurálgicos de los discursos de parte de los nuevos protagonistas gubernamentales en el mundo, es el concepto de la libertad y sus diferentes connotaciones.
En México, el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador y su administración ha dado bastante importancia al concepto.
El pasado 17 de mayo, cuando el presidente decretó el Día Nacional contra la Homofobia y la Bifobia en nuestro país, conmemorando la sustracción de la homosexualidad del listado de enfermedades mentales por parte de la Organización Mundial de la Salud, AMLO explicó que con eso se demuestra que su gobierno construye una auténtica transformación, fincada en un régimen donde se privilegian las libertades de toda índole.
La idea o el conjunto de ideas, son todas de la misma camada, contemporáneas; redundan en producir lo mismo, no sólo en el comercio organizado, sino también en la literatura, en el cine, el arte en general; y desde luego también en el plano político: producir, auspiciar o garantizar libertades del hombre. Menuda tarea.
Los discursos de todos los actores políticos o candidatos exitosos en los últimos años, incluidos el actual presidente mexicano, han hecho un uso indiscriminado del concepto. Desde que fueron contendientes electorales y ya instalados como autoridades formales.
Han reconocido sin embargo, que la ruta de todo discurso exitoso va de la subjetividad a la materialización objetiva del poder efectivo y pasando por el acontecimiento o hecho real, dignatarios de apellidos Macron de Francia, Trudeau de Canadá, Piñera de Chile, Trump de Estados Unidos (incluso); y desde luego López Obrador de México y la gran mayoría de quienes integran esta nueva generación de gobernantes en el mundo; liberales e independientes en su esencia formal, con notoria tendencia al populismo.
Ir entonces de lo subjetivo a lo objetivo (la obra, la acción, la materialización pues de la idea política), pasando siempre por el ejemplo, conformado por un acontecimiento o hecho real para capitalizarlo, contrastándolo con el discurso de los opositores; es decir, provocando que la horma del ejemplo sea el propio remolque de convicción en el proceso de transmisión de todo mensaje político a sus gobernados. Que el ejemplo arrastre, se dice por ahí.
Y en eso ha consistido el éxito de todos estos personajes, sumado al uso de un lenguaje llano y de uso común, sin pretensiones.
El caso canadiense con Justin Trudeau, alcanza su punto álgido con un anuncio televisivo durante la campaña presidencial, donde después de escuchar la esencia del mensaje, aprovechando la eventualidad, el hecho, descargaba su propia versión de la solución al tema con una estrategia de contraste descrita con un lenguaje claro y coloquial, al alcance del interés comunitario.
Y rematando con ironía con una frase que algún candidato presidencial mexicano dos años después quiso emular, pero con nulos resultados: “Caray, ¡si son unos genios (estos de la oposición)!”.
En Estados Unidos, Donald Trump transitó su campaña y sus 3 primeros años de gobierno usando el muro migratorio como pretexto hasta convertirlo en un fantasma que amenaza, que acecha el presupuesto y la propia estabilidad política del gigante del norte; fantasma político el famoso muro que le permite a Trump su creador, sacarlo para asustar cuando lo necesita y guardarlo de nuevo en el clóset cuando le estorbe.
Dicho fantasma temático es el hecho real del que hablamos, el ejemplo sobre el que basa el nudo convectivo de su discurso el republicano. Sobre el que fundamenta sus contrastes y desprende la ironía o la bravata exacerbada contra cualquier amenaza a la integridad y a las libertades del american life style.
El caso de México, además de las características de sencillez y claridad del discurso presidencial, que por su condición ha llegado a ser considerado por detractores como un no discurso, un mensaje sin elaboración, sin forma ni fondo. Crítica que no solo es inexacta, sino infundada.
AMLO tiene un mensaje y este estriba precisamente en sus formalidades.
No son balbuceos.
Tampoco es un discurso afásico, asintáxico o paragramático.
Por el contrario, se complementa con sus acciones en los ámbitos del combate a la corrupción, a la impunidad y a la austeridad entre otros.
A su antecesor, el priísta Enrique Peña y a los dos inmediatos anteriores mandatarios de filiación panista, les faltó siempre un soporte moral a sus desplantes discursivos.
Peña Nieto nunca pudo articular una sola frase discursiva, por muy pulido el estilo, muy cuidado el timing, muy técnico el concepto y por muy elaborada que haya sido la idea de los asesores que se lo elaboraban; que haya estado respaldada por el probo ejemplo de sus acciones.
¿De qué podía hablar EPN con autoridad moral?, ¿De austeridad?, ¿De honradez?, ¿De honestidad?, ¿De legalidad?, ¿De humildad en el servicio y la atención a los gobernados?, ¿De eficiencia en el gobierno?
Pero hablar de libertad o de libertades, a propósito del anuncio televisivo que señalábamos al inicio, es el concepto que nos da la pauta para expresar una crítica no sólo al actual gobierno mexicano, sino a todos los demás que han hecho un uso indiscriminado del concepto y que no son lo suficientemente veraces con sus gobernados.
La libertad, es el concepto subjetivo, el sentimiento, lo irracional e igualmente abstracto de lo que puede partir todo discurso político, según Michel Foucault, el desaparecido psicólogo, jurista y sociólogo francés del siglo XX, en su obra Microfísica del poder.
En esta valiosa obra, que es un compendio de varios ensayos, Foucault claramente define al poder como un concepto superestructural, basado en una relación utilitarista que limita en alguna medida y en determinado momento, las libertades de cada individuo en lo particular, nulificándole su propia subjetividad y convirtiéndole en un agente útil para los fines de reproducción y preservación de un sistema social basado siempre en esa relación de poder.
Influenciado por el inglés Jeremy Bentham, que vivió en el siglo XVIII, como por el alemán Friedrich Nietzsche, además del propio filósofo pruso Immanuel Kant, Foucault logra amalgamar en sus teorías, un concepto muy claro y que resulta muy vigente para explicar a las sociedades democráticas modernas, a propósito del concepto de la libertad, tan socorrido y abusivamente usufructuado por publicistas y políticos en los últimos días, que bien vale la pena invocarlo y rescatarlo.
Y es que el mundo de la era moderna, ha registrado esa constante en todos sus núcleos poblacionales y en cada uno de los individuos: Todos hemos renunciado a un porcentaje de nuestras libertades, en abono a la integración de una superestructura llamada estado de derecho.
Con el surgimiento de las instituciones, el individuo pierde su libertad de manera irremediable, al quedar atrapado en las redes que éstas establecen y de paso, le definen al individuo sus condiciones vitales, ordenándolo y disciplinándolo en sus conductas, de manera férrea y constante, haciendo que las personas se conviertan en simples sujetos de observación y análisis; verbigracia los siguientes actos públicos y privados de los individuos:
-El pago del interés bancario del dinero virtual (tarjetas).
-El cumplimiento de los compromisos por servicios vitales, como los servicios de agua potable, la energía eléctrica, hipotecas, colegiaturas.
-Los horarios de las jornadas laborales.
-Los patrones de conducta o protocolos y convencionalismos sociales en general, como las modas, los estereotipos, los clisés, etcétera.
-El sometimiento de los individuos o ciudadanos a un régimen de derecho, con leyes (justas o injustas) nos limita en alguna medida de la libertad que tenemos a escoger de entre el orden o la anarquía.
Ese poder que ejercen sobre los individuos estas instituciones del estado moderno, negándoles su propia subjetividad, según la idea de Foucault refrendada en otra obra igualmente valiosa llamada Vigilar y castigar, no se funda en el uso de la violencia física, sino que se establece de manera casi imperceptible; y que además se propone formar a individuos no sólo sometidos al orden y la legalidad con convicción y obediencia, sino que los hace útiles para las diferentes funciones que la sociedad necesita para su propia reproducción en el tiempo.
Por otra parte, el sacrificio parcial o porcentual de nuestras libertades en aras del estado moderno, ha enfrentado ciertas trampas para la sociedad y para los individuos en lo particular: La manipulación del pensamiento colectivo, a través de las ideas.
Esta propensión del estado moderno o de los grupos fácticos de poder, se llama Ideologización, y proviene el concepto de ideología. Ha causado estragos a la vida en sociedad. A saber: Discriminación del hombre por el hombre; Distribución inequitativa de la riqueza; Pobreza extrema; Aislamiento del resto del conglomerado mundial; Atraso tecnológico; Guerras atroces, entre otras.
Por las ideologías, el hombre ha sido capaz de partir al mundo en partes y fomentar el surgimiento de fundamentalismos oprobiosos que han convertido en forma de vida, el dominio de una sola clase social por sobre el resto de la estructura social de todo un país, por medio de la corrupción, el favoritismo, el tráfico de influencias o la sucesión dinástica o antidemocrática en el poder.
Así sucedió en las estructuras de administración centralmente planificada durante el siglo 20 y en muchos países de américa latina y áfrica.
Y las ideologías no han desaparecido del panorama social mundial. Son una desafortunada desviación del concepto ideosincracia, que en su esencia difiere bastante de aquella.
La ideología es el concepto de ideas que caracterizan a una persona, colectividad o movimiento político, orientadas para preservar origen e interés propios. Se genera de manera coercitiva, por las leyes o por la fuerza del estado.
Mientras que la ideosincracia es el conjunto de ideas, protocolos y costumbres que definen aun individuo, comunidad o grupo social, de acuerdo a la condición propia y en relación a un entorno o circunstancia. Esta surge por obra de la costumbre y a través de la tradición oral heredada de padres a hijos, por generaciones al interior de un núcleo poblacional específico. Es la reserva moral de tradiciones y valores de una comunidad.
Es decir, mientras que la ideología comprende sólo ideas para aplicar una relación de poder utilitarista y rígida, la ideosincracia implica un conjunto de actitudes colectivas, para aplicar indistintamente por el individuo o el grupo social en la defensa y reafirmación de su origen y su destino como núcleo poblacional.
Así entonces ideología fue lo que sembraron Stalin y Hitler a sus respectivos pueblos (soviético y alemán) a través de sus discursos encendidos y sus afanes propagandísticos, orillando indefectiblemente a conflagraciones y a campañas quirúrgicamente orquestadas de odio y racismo absurdo.
Pero ideosincracia fue la fe y la resiliencia mostradas por el pueblo hindú siguiendo a su líder Mahatma Gandhi, en la primera mitad del siglo 20, en búsqueda de su independencia de la corona británica, a través de una resistencia civil pacifista y humana.
Es ideosincracia la forma como asumen la actitud de protesta los trabajadores japoneses, trabajando y provocando en silencio sobreproducción que afecta el precio y la demanda de ese producto.
Es ideosincracia el patriortismo y la resiliencia mostradas por el propio pueblo japonés, así como el pueblo alemán, que se levantaron en el siglo 20 de un par de guerras mundiales de las que salieron sus ejércitos perdedores y volvieron en pocos años a alcanzar la cima económica, después de haber tenido que pagar por pertrechos de guerra a los países aliados, con un consumo orientado a lo producido por las maltrechas industrias locales, aunque no fuese de la calidad ni precio óptimos.
Esta actitud la desplegaron por convicción y no por obligación.
En México corremos el riesgo de que en un afán de generar conciencia entre la población, el gobierno de la Cuarta Transformación incida en la población con estrategias de ideologización, en lugar de que sean de ideosincracia.
En fechas recientes, las formalidades para anunciar algunas políticas públicas o documentos de interés oficial, nos remiten a sospechar y a temer esto:
-La redacción del Plan Nacional de Desarrollo, elaborado con excesivo uso de adjetivos calificativos y con una notoria carga de valoraciones subjetivas hacia ese documento y con respecto a lo hecho por administraciones federales anteriores. Hace alusiones a declaraciones del titular del Poder Ejecutivo como en los tiempos más álgidos de los totalitarismos y de las economías centralmente planificadas. Nos remite a tiempos en donde el culto a la personalidad del gobernante era excesivo. Situación que se supone combate la llamada Cuarta Transformación.
-Algunos decretos de ley provenientes del mismo Poder Ejecutivo, como el que da lugar a la conformación de la Unidad de inteligencia Financiera, que coadyuvará con la Guardia Nacional en el combate a la delincuencia organizada. En este decreto recientemente aprobado, se citan en varias ocasiones bibliografía del primer mandatario, lo que no resulta serio ni profesional, pues en materia de redacción legislativa, solo se aceptan citas bibliográficas alusivas a tesis jurisprudenciales.
-La cartilla moral de Alfonso Reyes, elevada a rango de obligatoriedad su observancia, aun cuando es una espléndida obra literaria, cargada de subjetividad, esto es, cargada del deber ser requerido por la Ética, como materia axiológico jurídica, que sin duda debe recordarse en cada acto público y privado de todo servidor público, pero definitivamente su redacción está mas dirigida al alma de las personas, a su conciencia…y a no al sentido racional de los individuos.
-El desempeño tendencioso e imparcial de algunos funcionarios como la Directora General de Notimex, Sanjuana Martínez, que ha producido desde la agencia oficial de noticias del estado mexicano, documentales tendenciosos donde se ejercen severos juicios de valor contra la fama pública de periodistas que han criticado o discrepado de la opinión del gobierno de la 4-T.
Como el caso del comunicador Gerardo López, amenazado de muerte y que sufrió un atentado de parte del crimen organizado de Tamaulipas.
-La reciente declaración de renuncia y denuncia al IMSS de Germán Martínez, el ex panista que prefirió renunciarle al Presidente de la República a la Dirección General del IMSS, que permanecer como florero, como convidado de piedra en la toma de decisiones del instituto de seguridad social, del que dijo: “Al IMSS le quieren convertir en instrumento ideológico para los fines de la Cuarta Transformación”.
Los anteriores son muy peligrosos indicios de caer en afanes de ideologización de parte del gobierno.
Ya lo sentencia el propio Michel Foucault en su obra:
….. estas instituciones (del poder, del estado), fijan un especial régimen de verdad; es decir, establecen como parte de su poder que los enunciados y los discursos que formulan y sostienen sus directivos y funcionarios superiores son verdaderos; y lo son porque reflejan no solo el contenido de su poder, de las órdenes e instrucciones que les dan, sino también los mecanismos que usan para que las obedezcan y el modo como finalmente “aprenden” a obedecerlas.
…..De ahí que Foucault estuviera convencido, como su querido maestro Nietzsche, de que la voluntad de verdad que parece presidir la vida de los hombres es en realidad una máscara que encubre y disimula una voluntad más profunda y decisiva, la del poder. El interés o el propósito más poderoso que mueve a los hombres a actuar en sus vidas no es la defensa o la búsqueda de la verdad, sino el de dominar y controlar, el de someter a su voluntad a todo lo existente, incluida la vida de otros hombres.
Estamos a muy buen tiempo Señor presidente López Obrador de que su gobierno no caiga en la tentación de vendernos Frescas bien heladas….
De que nos provea de recursos de ideología, en lugar de que sean de ideosincracia, genuinas ideas que nos sean útiles para mantener articulados los nexos entre todos los mexicanos, sin distingos de raza, geografía o condición socioeconómica; recursos para el pensamiento y el florecimiento de la conciencia nacional, que nos fortalezcan la identidad propia y la solidaridad entre nosotros mismos.
Pero que abracemos por convicción…no por obligación.
Porque de una cosa estamos seguros:
Queremos más ideosincracia que construya más nación …. y menos ideología que perpetue a ninguna clase burocrática en el poder, sea del signo que fuere.
Autor: Héctor Calderón Hallal
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