Este año en el Valle de México ha quedado claro: no nos hace falta lluvia, sino infraestructura adecuada y voluntad para aprovecharla. Las inundaciones recientes, desde calles de Iztapalapa hasta la calzada Zaragoza o el desbordamiento de una presa en Naucalpan, confirman que el agua sí cae, pero se va por desagües, sin recargar acuíferos y se mezcla con aguas residuales.
Lluvias abundantes, destinos equivocados
En junio, la Ciudad de México registró precipitaciones intensas. Sin embargo, gran parte del agua no llega al acuífero por falta de infraestructura de captación pluvial. La alta pavimentación y el diseño urbano aceleran el escurrimiento en lugar de permitir la infiltración. La ciudad está diseñada para deshacerse del agua, no para conservarla.
Pérdidas y contaminación: doble golpe al sistema
El sistema hidráulico del Valle no solo vacía el agua de lluvia, sino que además permite que se mezcle con aguas negras. Las redes combinadas y el desalojo inmediato incrementan la carga contaminante a cuerpos de agua y al subsuelo. Aunque se tratan algunas aguas, grandes volúmenes se utilizan sin tratamiento para riego agrícola, lo que agrava los riesgos sanitarios.
Hay agua, pero se desperdicia
Las autoridades locales reconocen que el problema no es la cantidad de agua disponible, sino la forma en que se gestiona. Hasta un 40% del suministro se pierde por fugas y deficiencias en la red. Mientras tanto, el agua de lluvia que podría usarse para consumo, limpieza o riego, simplemente se va.
Soluciones: de la captación al reúso
Captación pluvial
Instalar sistemas de recolección en mercados, escuelas y viviendas puede reducir la dependencia del sistema tradicional y aliviar el estrés hídrico en temporada seca.
Infraestructura verde
Jardines de lluvia, suelos permeables y rescate de ríos entubados permitirían recargar los mantos freáticos y prevenir inundaciones.
Separación y tratamiento de aguas residuales
Una red diferenciada permitiría tratar y reutilizar las aguas negras sin contaminar el agua de lluvia.
Modernización de la red hidráulica
Reemplazar tuberías viejas, automatizar válvulas y mejorar la detección de fugas son pasos clave para frenar las pérdidas.
No se trata de cambiar el clima, sino de cambiar nuestros hábitos urbanos. La lluvia está ahí, pero el diseño actual la desperdicia. Urge un cambio de paradigma: de ver el agua de lluvia como problema a entenderla como recurso estratégico.
Exigir la captación, tratamiento y reúso del agua no es solo una propuesta técnica, es un compromiso con la sostenibilidad y la justicia hídrica. Es hora de retener lo que cae y dejar de alimentar nuestros drenajes con lo que más necesitamos: el agua.