Ricardo Aguilar
MXM
Siendo la educación el bien público de mayor aprecio social y del que depende el porvenir de los individuos y de la Nación, es interés de la sociedad su definición, desempeño y pertinencia, ello para que sea capaz de hacer frente a los desafíos que como personas y país tenemos, y para estar en condiciones de enfrentar el futuro que nos aguarda.
Sin embargo, lo que no es admisible es que ese legítimo interés social se convierta en disputa a partir de intereses personales o de grupo que buscan utilizarla como medio para lograr sus objetivos.
El debate sobre la educación nacional debe partir del respeto a la pluralidad y a la diversidad de las voces que en ella se interesen, pero a partir de propuestas, enfoques o hasta discrepancias que tengan como objetivo su mejoramiento, pero, de ninguna manera, su destrucción.
Habrá que escucharnos: a los maestros, alumnos, padres de familia, autoridades educativas, pueblos y comunidades, académicos, colegios profesionales, sindicatos, comunicadores, intelectuales, trabajadores, organizaciones de la sociedad civil, empresarios y ciudadanos en general; es decir, a todos los mexicanos.
No es válido ni ético que se utilice a la educación, que es patrimonio de todos, para imponer una visión, y menos aún para intentar presentarse como vencedores sobre otros; si no es por las ideas, por las propuestas, toda supuesta victoria será pírrica y carecerá de la legitimidad que la haga perdurar.
Por lo complejo del problema y lo complicado que resultará lograr los consensos necesarios, desde el espacio Sindical de Maestros por México que jamás renunciará a su compromiso con él gremio magisterial y con la educación nacional, creemos oportuno ofrecer algunas propuestas que contribuyan a la construcción de ese Consenso por la Nueva Escuela Mexicana que nos permita transitar de la fallida etapa neoliberal, a un proyecto construido desde abajo y con todos los protagonistas de la educación involucrados.
Para ello, Maestros por México empieza por reconocer que se ha logrado reconvertir un modelo educativo que tendía a la privatización de la educación y que excluía, castigaba y denigraba a los maestros. Tenemos ya una ley que reconoce y dignifica a los maestros, que podemos mejorar y profundizar hasta convertir a la educación en el instrumento fundamental de la transformación social.
Coincidimos con aquellos que aspiran a una educación popular y emancipada, pero también, con que el nuevo modelo educativo tendrá que emerger desde la diversidad y la pluralidad, del mosaico cultural de nuestro territorio.
La construcción de la Nueva Escuela Mexicana, será entonces un proceso continuo, siempre atento a la cambiante realidad y dispuesta a su perfeccionamiento; nunca será producto de una verdad única, ni menos resultado de la exclusión de otros.
Para ello será necesario diseñar una agenda educativa que reconozca lo mucho que hemos hecho para llegar a dónde estamos y que permita el cambio de rumbo que cierre las brechas de la desigualdad y nos incorpore a los procesos civilizatorios que trae consigo la globalización del planeta.
Específicamente proponemos:
1. La Nueva Escuela Mexicana es una construcción histórica resultado de la acción de los actores educativos y no solo de la autoridad; en la Nueva Escuela Mexicana cabemos todos, es de todos, con nuestras divergencias y convergencias.
2. Que la Nueva Escuela Mexicana deber ser el resultado de un acuerdo nacional, de gran calado; un modelo desde abajo y un diseño pedagógico diverso y plural, abierto a las innovaciones y a las voces y experiencias de todos por lo que será necesario no sólo consultar sino construir un sistema de decisiones donde todos participen.
Desde esta perspectiva estos serían los principios éticos para construir la Nueva Escuela Mexicana:
• La defensa de la escuela pública y la plena escolarización de niños y jóvenes sin exclusiones, de edad, sexo, origen étnico u otra cualquiera.
• La defensa de la educación laica que garantice una escuela libre de dogmatismos y donde quede consolidado, el laicismo, como el principio esencial de la Nación Mexicana.
• Los maestros tienen el derecho a agruparse no solo para defender sus derechos laborales y dignificar su profesión sino para incidir, desde todos los espacios, en su materia de trabajo; los derechos y obligaciones laborales son indeclinables y no un valladar contra la Nueva Escuela Mexicana.
• La profesionalización del maestro debe estar basada en el aprendizaje colaborativo en la escuela, entendida ésta como el permanente reforzamiento de su formación profesional que incluya un proceso de iniciación y seguimiento fraterno no punitivo; que sirva al docente para diseñar un proyecto de vida unido a su carrera, vocación y profesión.
• La lengua vehicular (español) y su aprendizaje es una actividad que tendrá que convivir con las lenguas originarias; cada territorio tendrá que coexistir y ser reconocido.
• Recuperar, por diversas vías, la credibilidad de las instituciones educativas y de la educación como la mejor ruta para la transformación humana y social.
• Mejorar la escuela es reorganizar los procesos de aprendizaje, innovar, e incorporar tecnologías de acuerdo a las necesidades de cada escuela; el empoderamiento de la escuela, de cada escuela, deber ser el centro de la Nueva Escuela Mexicana.
• Destinar los recursos financieros necesarios y buscar su continuo incremento como eje de la Nueva Escuela Mexicana; en correspondencia, la escuela aumentará su productividad mejorando su organización y desempeño.
• La autonomía de la escuela refiere a que la comunidad de maestros, sobre todo, conozca, indague y aprenda en la colectividad que habita, con la colaboración de otros muchos agentes educativos.
• Las organizaciones gremiales deberán democratizarse y entenderse como parte fundamental del proceso educativo a partir de la Nueva Escuela Mexicana; nada parecido a lo actual que solo logró dividirnos y hacernos perder nuestra dimensión política e histórica.
Maestros por México así se entiende a así se compromete a actuar.