Los especialistas coinciden: hay condiciones objetivas, tanto sociales, económicas y sobre todo políticas para que en México haya una nueva revolución que trastoque y cambie el status quo.
Para empezar, los gobiernos de los últimos 30 años –del delamadridismo al peñismo, incluida la docena tragicómica panista– son equivalentes a las tres décadas de porfiriato: elecciones amañadas para acceder al poder por la costosa vía del fraude, impopularidad creciente de los gobernantes que así usurpan el poder público, empobrecimiento de las mayorías para beneficio de los grupos oligárquicos de siempre…
De ello se hablaba desde las vísperas del centenario del movimiento armado de 1910.
John Ross, veterano periodista norteamericano afincado en México, respondía así al semanario Counterpunch en noviembre de 2009: “Ya sea por el ciclo de los 100 años, sea por una medida del metabolismo político de México, o por una coincidencia en los números, esto ha llevado a los académicos a volver a sus libros de historia”.
Y como se señalaba líneas arriba, las similitudes existen.
El historiador José C. Briones, autor de Crisis del Estado: México 2006, no duda en comparar las épocas. Hace un siglo la paz de la dictadura de Díaz se quebró por las jornadas de lucha de diversos sectores de los trabajadores, entre las que destacaron las huelgas de los mineros en Cananea en 1906 y de los trabajadores textiles en Río Blanco en 1907. De igual manera, en el sexenio de Felipe Calderón, las luchas de los trabajadores en Lázaro Cárdenas y Pasta de Conchos, los ejidatarios de Atenco, la población en Oaxaca, han marcado la resistencia de los de abajo, pero –igual que en el porfiriato– todas las luchas acabaron en represión y asesinatos.
Desde el poder mismo o entre los satélites que gravitan en su entorno, esa posibilidad latente siempre se niega.
En un artículo para la revista Proceso, por ejemplo, John M. Ackerman recordaba hace tres años que Jorge Castañeda, a la sazón canciller de Vicente Fox, decía a los estadounidenses con quienes departía: “I think you have to be crazy to be a revolutionary in a country like Mexico today”, o ya en español, “Creo que se necesita estar loco para ser revolucionario en el México de hoy”.
MUCHOS, MUCHOS “LOCOS”
Un experto en cuestiones de seguridad comentó a este escribidor la semana pasada que, según cálculos de órganos de inteligencia extranjera, actualmente en hay en nuestro país “algo así como 100 mil guerrilleros, todos ellos perfectamente armados”.
Dice Ackerman:
“Hoy, el espíritu revolucionario se mantiene más vivo que nunca en el país. El periódico Reforma recientemente –se refiere a las vísperas del 20 de noviembre de 2010– dio a conocer que 64% de la población siente ‘mucho orgullo’ por la Revolución Mexicana. Es más, hasta encuestadores como Ulises Beltrán, quien trabajó en Los Pinos con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, han tenido que reconocer que millones de mexicanos manifiestan que una nueva revolución no es solamente posible, sino necesaria.
“Una encuesta de BGC, Beltrán y Asociados, publicada el 20 de septiembre (de 2010) en el periódico Excélsior, llega a una conclusión estremecedora: 14% de los encuestados afirman que no creen que ‘las condiciones de desigualdad y pobreza puedan resolverse actualmente poco a poco y de forma pacífica’, sino que “sólo se darán con un nuevo enfrentamiento armado entre los mexicanos, como ocurrió en la Independencia y la Revolución”. Probablemente ese porcentaje podría alcanzar niveles mucho más altos en la población en general, ya que la encuesta se realizó por teléfono y únicamente recogió las opiniones de los ciudadanos con mayores ingresos y escolaridad…
“… la existencia de tantos mexicanos que consideran que la vía armada sería la única forma de resolver la desigualdad y la pobreza que aquejan al país no debe ser vista como un reflejo de una cultura política ‘atrasada’, sino como la consecuencia directa del claro fracaso de los gobiernos de la alternancia para resolver los problemas más urgentes de la población. Una gran cantidad de mexicanos están hartos del constante abuso de autoridad, del estancamiento económico y de la franca ineficacia gubernamental. Estos mexicanos se hallan convencidos de que la clase política actual está más preocupada por asegurar el siguiente cargo y cuidar sus propios intereses que por lograr el desarrollo nacional.”
Son muchos, muchos “locos” ¿no cree usted?
Índice Flamígero: Los actuales priístas ya no son “hijos de la Revolución”. Por eso, en palabras del secretario de Gobernación Osorio Chong, en cuanto al desfile del 20 de noviembre “no hubo cancelación, porque no se tenía previsto”.
–soy de las convencidas don Paco. con Marcos me la crei, resulto un charlatan. no va a quedar de otra, esta camada de sinverguenzas NO QUIEREN ENTENDER, solo saben robar mas alla de la saciedad.