RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Mientras nos adentrábamos en decidir cuál sería el tópico que someteríamos a su consideración esta semana, nos encontramos una serie de escritos que elaboramos hace muchos años, tantos que el tango dice que “no es nada”. Pero, nosotros apuntamos, como dejan huellas en el alma y en el cuerpo. Dichos legajos datan de los tiempos en que andábamos en los albores de nuestra reconversión profesional.
Mientras cursábamos la materia de Literatura Latinoamericana, uno de los requerimientos que nos asignó quien fuera nuestra profesora, la doctora María Bustos Fernández, fue ver y elaborar críticas de películas diversas. En ese contexto, fueron cuatro las cintas sobre las que generamos una reseña-crítica bajo el considerando de que no por haberse filmado años atrás, su temática hubiera perdido el carácter de intemporalidad. De ellas, en ésta y en las dos colaboraciones próximas se las compartiremos. Vayamos al texto de entonces.
Durante el periodo de la posguerra y hasta los años setenta, el modelo de sustitución de importaciones fue el prevaleciente en las naciones latinoamericanas. En ese entorno fue posible obtener lo mismo beneficios en los niveles de vida que sufrir las consecuencias de gobiernos autoritarios. Cuando el modelo se agotó y fue desbordado por quienes demandaban apertura política, la respuesta inicial que encontraron, en varios sitios, fue la represión.
En algunos países de América del Sur, entre ellos Argentina, el castigo hacia quienes no aceptaban las directrices de las dictaduras militares fue brutal y las opciones para sobrevivir eran permanecer en el país en la clandestinidad o abandonar el solar patrio y emigrar hacia otras latitudes para convertirse en un trasterrado, término acuñado por el filósofo de origen español, José Gaos y González Pola quien fuera el padre de la Escuela Filosófica Mexicana consolidada a través de sus pupilo, Leopoldo Zea Aguilar. Hasta aquí los preámbulos, abordemos el tema central de esta colaboración.
En 1992, cuando el mundo ya se encontraba bajo la egida del modelo neoliberal globalizador, sobre la base del cual sus promotores prometían que se alcanzaría felicidad, progreso y democracia, Adolfo Aristarain dirigió y, en conjunto con Alberto Lecchi, escribió el guion de la película Un Lugar en el Mundo en una producción tripartita de Argentina, Uruguay y España. La trama se ubica en el contexto de la Argentina de los últimos años de la década de los ochenta del Siglo XX, justo cuando el país salía del dominio de los militares y se incorporaba a la nueva realidad democrática producto del neoliberalismo.
Conforme mencionemos a los personajes, entre paréntesis anotaremos el nombre del actor que los representa. Los protagonistas de la trama son Mario Dominicci (Federico Luppi) un sociólogo y Ana Dominicci (Cecilia Roth) una médico, quienes tras haber tenido que exiliarse en España para huir de la represión de los años setenta, regresan a su país al final de los años ochenta y encuentran que no existe un espacio en Buenos Aires en el cual puedan desarrollarse conforme a sus concepciones políticas. En medio de ello, aparece el hijo de ambos, Ernesto (Gastón Batyi) quien inicia la narración, en retrospectiva, de lo acontecido en aquel tiempo.
Ernesto relata cómo sus padres deciden convertirse en exiliados dentro de su patria y crear, en un sitio denominando Valle Bermejo, una utopía propia. Ahí, Mario logra establecer una cooperativa con los productores de ganado lanar, a la vez que se convierte en el maestro de la escuela que él instala. Ana, por su parte, al desarrollar sus actividades como médico en un dispensario muestra que no puede apartarse del trauma que le generó la desaparición de su hermano quien fuera víctima de la represión política. A ellos, se une Nelda (Leonor Benedetto), una monja con dudas serias sobre su vocación religiosa, las cuales canaliza con su activismo social en favor de la comunidad. En la trama de la película todo transcurre con cierta tranquilidad hasta el momento en que Hans Mayer Plaza (José Sacristán Turiégano) llega al pueblo.
Hans es un geólogo español empleado de una trasnacional quien, aparentemente, tiene como objetivo realizar estudios para determinar una existencia probable de petróleo en las tierras propiedad de Andrada (Rodolfo Ranni) quien es el cacique del lugar. Posteriormente, se conocerá que la misión real de Hans es efectuar estudios para que en el sitio se instale una hidroeléctrica. A partir de ese instante, las controversias comienzan a surgir.
En el contexto de lo anterior, surge un debate entre Hans, autodenominado un anarquista del ayer, quien cuestiona severamente la postura de Mario respecto al proceso modernizador y la forma en cómo se da la participación de las naciones periféricas. Para Hans, el determinismo político es incuestionable y debe de aceptarse, las naciones latinoamericanas no tienen otra opción sino admitir el rol que les fue asignado en los centros de poder, el de proveedoras de materias primas y mano de obra.
Un aspecto por considerar, dentro de la trama de la película, es el hecho de que al mismo tiempo que critica las propuestas de cambio generadas por el capital globalizador cuyo objetivo es romper con los patrones de conducta establecidos, nos muestra cómo Mario, al constituir la escuela y crear la cooperativa, se está convirtiendo en un agente de cambio que promueve la transformación de los patrones de conducta prevalecientes, hasta entonces, en Valle Bermejo. Lo mismo sucede, también, con Ernesto cuando enseña a leer a Luciana (Lorena Del Río) quien es la hija de Zamora (Hugo Arana) el empleado de Andrada. Con ese acto, se rompe con la costumbre de que las mujeres permanecieran en la ignorancia.
En un momento dado, Mario ve que su proyecto, basado en el colectivismo y el paternalismo propio de los años sesenta y setenta, ha sido derrotado. Ello, se evidencia al momento en que los ganaderos enajenan, a sus espaldas, la lana a un precio más bajo y cada vez son más quienes venden sus tierras para que se instale en ellas la hidroeléctrica. Lleno de rabia y sin reflexionar, opta por prender fuego a la bodega en donde se almacenaba la lana. Con ese acto, busca tomar venganza de quienes lo traicionaron. Al final, sin embargo, no hace sino dejarlos en una situación de indefensión ante la cual la única opción que les queda es convertirse en empleados de la trasnacional que les promete toda clase de beneficios para la comunidad.
El personaje de Mario simboliza a una gran cantidad de intelectuales latinoamericanos de su generación, nacidos alrededor de la mitad del siglo pasado, quienes no pudieron o no quisieron adaptarse al entorno nuevo, prefirieron continuar viviendo en la disyuntiva del todo o nada. Pensaban que la utopía, algún día, se convertiría en realidad. En ese sentido, la película muestra una postura crítica a quienes actúan de esa manera, el discurso de Hans, aún cuando pudiera parecer cínico, es pragmático, lo adecuado es adaptarse a las circunstancias y sin perder la postura critica obtener las ventajas que ofrezca el modelo globalizador.
Respecto a lo anterior, desde nuestra perspectiva, el modelo globalizador pudo haber sido exitoso del todo si en cada nación los actores reales, no los de la ficción, hubiesen adoptado la responsabilidad que les tocaba y en consecuencia comportarse como agentes de cambio y no en simples pepenadores de las ventajas. El gran problema de la globalización fue que todos se dijeron partidarios de la apertura económica, comercial y en todos los sentidos, pero al final buscaron que dicha apertura se diera en los otros y no en ellos.
El mejor ejemplo de esto es China cuyo único objetivo era vender e inundar, directa o indirectamente, el mercado estadounidense, pero cuyos montos de compras resultaron ínfimos. Nadie puede negar que la apertura fue benéfica en muchos aspectos, pero no toda la población obtuvo las ganancias esperadas. En el caso específico de México, la globalización no funcionó del todo por que nos sobraron hombres de negocios y carecimos de empresarios, a más de que la camada de políticos que se apoderó del país desde los inicios del Siglo XXI dio pruebas irrefutables de su carencia de sapiencia para aprovechar los beneficios que se empezaban a dar a finales del Siglo XX. En ese contexto, retornemos a la trama de la película.
Al final, en el filme, se emiten mensajes diversos. Premonitoriamente, muestra cómo el neoliberalismo no trae progreso per se, basta observar las condiciones del poblado años después. Al mismo tiempo, nos muestra que las victorias por impedir el arribo de la modernidad siempre serán efímeras. En igual forma, nos señala algo que muy pocos quieren reconocer, el neoliberalismo terminó por convertir a las generaciones nuevas en individuos como Ernesto, quien al mencionar que se irá a España y, sin preocuparse mucho, indica desconocer cual será el sitio en que se ubique en el futuro. Con ello, nos está mostrando implícitamente que la corriente globalizadora ha hecho su trabajo.
Para Ernesto, al igual que para una gran cantidad de jóvenes de su generación y también para otros de mayor edad, la patria ya no es estrictamente territorialidad, es acaso un concepto que los lleva a aceptarse como trasterrados por lo que pueden ubicarla como Un Lugar en el Mundo. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.10.35) Mientras se trate de que el respaldo sea en litros de saliva, es lo único que poseen en exceso, los europeos le van a otorgar todo el apoyo que el payasito ucraniano les demande. No olvidemos que Europa está constituida por los países del “tuvo”, aquellos cuyas economías viven de su pasado.
Añadido (25.10.36) ¿Acaso el compromiso fue que, en la remesa próxima, se enviarán productos acuáticos de alto valor comercial como lo son, llamándolos por el nombre que les dan los expertos en la materia, Atractosteus tropicus, Litopenaeus setiferus y Penaeus vannamei?