Joel Hernández Santiago
Hace 86 años el presidente Lázaro Cárdenas del Río llevó a cabo la expropiación petrolera. Ese día entregó a la Nación la apropiación legal del petróleo que por entonces explotaban 17 compañías extranjeras, las que tenían el control de la industria y que explotaban para su propio beneficio. Nada para los mexicanos dueños de la superficie, el espacio aéreo y el subsuelo.
Aquel día fue para todos una sorpresa porque la decisión tomada por el hombre de Michoacán había sido reservada como un asunto de Estado. Pero ese día ‘ya estaba digerida la jalea’ porque, a pesar de los insistentes llamados del gobierno mexicano para que las empresas otorgaran mejores salarios y prestaciones y horas de trabajo justas, no habían hecho caso y mantenían condiciones extremadamente injustas para sus trabajadores mexicanos.
Así que ese día, a las diez de la noche, en una transmisión especial de radio, el presidente de México decretó la expropiación de las empresas petroleras. En su mensaje a la Nación subrayó que, conforme a la situación del país, de la industria y de los trabajadores, no existía otra opción:
“Habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el gobierno las instalaciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país”.
Y esa misma noche miles de mexicanos salieron a las calles para celebrar y mostrar enfáticos que apoyaban la decisión de su presidente. Se calcula que esa noche se reunieron 200 mil personas de en el Zócalo de Ciudad de México. No hubo acarreos. La algarabía y el apoyo fueron espontáneos.
Y como había que pagar las indemnizaciones y el país no andaba como muy opulento, pues la población esa misma noche y los días siguientes hasta el 12 de abril llevaron donaciones de todo tipo. Dinero, joyas, enseres, animales de traspatio: lo que fuera posible para cumplir con la indemnización que Cárdenas había pactado con las empresas extranjeras.
Para lo que se instaló el Centro de Redención Económica Nacional y el Comité Femenino Nacional Propago de la Indemnización Petrolera. Como pocas veces se vio una buena relación entre el presidente y los mexicanos. El historiador Arnaldo Córdova lo dijo así: “ni antes ni después de aquel periodo ha existido un estadista que tuviese una idea tan clara como la tenía Cárdenas, del papel fundador de un verdadero poder político en el siglo XX que desempeñan las masas trabajadoras, sobre todo cuando estas están organizadas”.
Ocurrió entonces un enorme auge de las movilizaciones de los trabajadores. Los movimientos obreros se incrementaron en toda la República. ‘Las grandes movilizaciones de trabajadores y organizaciones llevaron a la unidad de los obreros, no solamente en este sector, sino que incluía la adhesión y consenso de los empleados rurales y urbanos.’
En 1935 se había creado el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) y ya para 1936 contaba en con más de 20 mil miembros. Estos comenzaron a exigir derechos laborales justos y un contrato colectivo: Semana de 40 horas, pago durante enfermedades, indemnización familiar en caso de muerte o incapacidad total y salario mínimo. Las empresas dijeron no.
En tanto producción, en 1936 la compañía El Águila controlaba el 56 por ciento de la producción petrolera de México. Refinaba y exportaba grandes cantidades. La explotación del petróleo era irracional. ‘Las maniobras para perforar los pozos y explotar los recursos eran incorrectas, lo que provocaba incendios, problemas en propiedades agrícolas y consecuencias ecológicas.’
El 7 de junio de 1938 se fundó la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) cuya operación se basaba en la colaboración del gobierno con el sindicato.
Tenía la tarea de realizar exploración, explotación, refinación y comercialización, pero los problemas parecían aumentar. Cárdenas intentó organizar la nueva empresa para estabilizarla. Los conflictos económicos no eran menores y se tuvieron que tomar medidas de austeridad, reducciones salariales y mayor esfuerzo… La gesta apenas comenzaba.
Hubo años de auge petrolero en México. Era un gran exportador del energético. Ni pensar aun en otros modelos de generación de energía (no solares, ni eólicas…). Simple y sencillamente el país se benefició de la extracción y exportación del petróleo a todo el mundo. El presidente José López Portillo dijo “Vamos a administrar la abundancia” a la vista de los enormes recursos que generaba el petróleo.
Estos recursos pronto fueron dilapidados sin control y llevando a que a lo largo del tiempo la empresa petrolera fuera más una carga que una solución. Hoy mismo está en crisis.
A enero de este año el gobierno de la 4-T le había inyectado a Pemex más de 90 mil millones de dólares en tanto que la paraestatal tiene una pérdida acumulada en estos cinco años de 47 mil millones de dólares y debe saldar a proveedores 298 mil millones de pesos a corto plazo. Este es el punto en el que se encuentra una empresa que fue el orgullo de los mexicanos y que hoy es una entelequia sin futuro.
La intención de Lázaro Cárdenas fue la de dotar a los mexicanos de lo que le es propio. Pero después de tanto y cuando hay una deuda de la magnitud que se tiene hoy, incrementada de forma desmesurada durante este sexenio, entonces la empresa improductiva y a punto de quiebra pertenece más a sus acreedores que a todos nosotros.