Barack Obama, Dilma Roussef, Mariano Rajoy, Angela Merkel, Nicolás Maduro, Cristina Fernández y ahora Enrique Peña… todos estos líderes han perdido popularidad política en los últimos días, de acuerdo a sondeos practicados por empresas reconocidas.
Desgaste por el uso o abuso del poder, por la agudización de la crisis económica, por las mentiras y engaños a los electores, por la imposición de políticas económicas draconianas explican la caída en la preferencia de los dirigentes políticos de otras latitudes, pero son un tanto cuanto incomprensibles las que han provocado que, en plena luna de miel, los niveles de aceptación de Peña Nieto hayan descendido tan abruptamente.
No ha mucho, apenas el 11 de julio, la controversial empresa GEA-ISA dio a conocer que en sólo tres meses, la aprobación a la gestión del presidente Enrique Peña Nieto tuvo una “caída considerable” al pasar de 55% al 45%. Y que, además, una tercera parte de los mexicanos estaría dispuesta a participar en protestas por las condiciones económicas, de seguridad y por la corrupción que prevalece en el país. Los anteriores son algunos de los hallazgos del estudio México: Política, Sociedad y Cambio, hecho por la casa encuestadora GEA-ISA.
El estudio México: Política, Sociedad y Cambio que se centra en crecimiento económico, desigualdad social, democracia y gobierno efectivo, y estado de derecho, también arroja que la población no identifica claramente cuáles son los elementos de la política gubernamental.
Para GEA-ISA, las causas del descenso en la popularidad de Peña Nieto son, en primera lugar, el deterioro en la percepción de la situación económica y que, salvo la detención de Elba Esther Gordillo, la población no percibe logros importantes en la gestión presidencia.
Eso se mide porque 58% de los encuestados contestaron “ninguno” o “no sabe”, cuando le preguntaron cuál es ha sido el mayor acierto del Gobierno.
Hace un par de días, el diario capitalino Reforma dio a conocer, asimismo, una caída en la popularidad de Peña Nieto, entre líderes de opinión encuestados. Literal, su estudio apunta que éstos “aprueban la labor del Presidente en 67 por ciento, 11 puntos menos que el 78 por ciento registrado en abril pasado entre ese mismo segmento. Según el sondeo, los líderes también ven algunos avances en seguridad, pero redujeron sustancialmente sus opiniones favorables respecto a la manera como el Gobierno está tratando los temas de educación, economía y corrupción. La caída en el tema educativo fue de 29 puntos porcentuales en los últimos cuatro meses, luego de la captura de la líder moral del sindicato de maestros…”
LAME DUCK O PROYECTOS FALLIDOS
La popularidad es realmente un inestimable bien del patrimonio político de cualquier gobernante. Sin embargo se ha comprobado que, sólo hasta cuando gozan de un 50 % de imagen favorable, es cuando están verdaderamente en condiciones de gobernar. Y cuando estas cifras descienden, se multiplican los problemas de gobernabilidad. Cualquier ciudadano, para llegar al poder, necesita de un 50% de los votos –Peña Nieto ascendió a la Presidencia con el 38%– que además le garantiza el acceso o ingreso al poder. Cuando ya se encuentra en el poder, debe entonces mantener el apoyo de todos los ciudadanos que lo acompañaron y también de quienes pudieran adherirse.
Pero, si por cualquier circunstancia el gobernante no mantiene estos niveles que sostienen su popularidad, empieza a descender la cifra mágica del 50 por ciento y también la gobernabilidad. Se inicia una conocida pero extraña manera de conducir un gobierno, cuando su apoyo popular desciende hasta quedar lejos del 50 por ciento.
Los estadounidenses llaman estas situaciones Lame Duck, que literalmente significa “pato cojo” y que coloquialmente podría traducirse como “proyecto condenado al fracaso”, donde lastimosamente el gobernante languidece, se desanima, pierde el vigor, el ánimo de manera palpable y así hasta que se produce el nuevo cambio y el renacimiento de la esperanza entre la población.
¿Qué ha fallado con Peña Nieto? Amén de la agudización de todos los problemas –de seguridad y económicos, sobremanera–, sin duda, también, la comunicación política.
Sus asesores, todo indica, no han entendido que en la actualidad esta nueva forma de hacer política con orientación mediática debe contener sustancia. Que no se pueden transmitir y divulgar eventos tras eventos, discursos tras discursos, compromisos tras compromisos, reformas tras reformas… sin que algo de ello concrete.
Ya no es esta la etapa de la campaña electoral donde se hacen anuncios y más anuncios, muchos de los cuales nunca llegarán a cumplirse.
Es el tiempo de gobernar. Y gobernar es actuar. Es presentar resultados.
Si éstos no se dan… la popularidad cae, se desploma ¿o no lo cree usted así?
Índice Flamígero: “Realmente no hago un gobierno para la popularidad ni para estar realmente en una mejor condición”, dijo Enrique Peña Nieto en una entrevista con la periodista María Elena Salinas, publicada el domingo 5 de mayo por la cadena estadounidense Univisión. “Hago un gobierno y estoy encabezando un gobierno que quiere ser eficaz y que quiere dar resultados a la población, que quiere realmente acreditarse en su actuar logrando que las familias mexicanas tengan mejores condiciones de vida”, añadió.
saludos