Hace 18 meses, en pleno calderonato, las primeras planas de los diarios, los principales espacios de los noticieros se ocuparon durante días con noticias y comentarios sobre un complot “de dimensiones internacionales” en el que una canadiense, Cinthya Ann Vanier, y una mexicana, Gabriela del Cueto, fueron acusadas por Alejandro Poiré mismo –a la sazón ocupante del Palacete de los Covián– de intentar traer a México al hijo de Muammar Gaddafi, a quien aún busca la Interpol.
Usted, seguro, recuerda aquél escándalo.
Pues bien, ambas detenidas por la PGR de la eficiente Marisela Morales –en base a un correo electrónico cuyo supuesto remitente era la organización Anonymous que nunca reivindicó tal envío– han sido liberadas. La PGR, ahora encabezada por el priísta Jesús Murillo Karam, deshizo el entuerto de los calderonistas, y la información respectiva ha sido ignorada o, en el mejor de los casos, minimizada en páginas interiores por la prensa, la radio y la televisión.
Desde que este caso se hizo público, a principios de noviembre de 2011, muy pocos pusieron en duda las increíbles versiones “filtradas” o aún boletinadas por aquella PGR. Una destacada excepción fue el periodista barcelonés, especializado en asuntos de México, Oriol Malló, quien invariablemente consideró fantasiosa la llamada “Operación Huésped”, cual los émulos de Sherlock Holmes calificaron a sus “investigaciones”.
Hoy, Malló critica, muy justificadamente, a los medios mexicanos que dieron como buenas las versiones oficiosas y oficiales de los perspicaces colaboradores del achispado Felipe Calderón:
“Todos los medios mexicanos aceptaron y propagaron la mentira que la secretaría de Gobernación vendió el 7 de diciembre del 2011 sobre tan ridículo complot, la llamada ‘Operación Huésped’ que el secretario Poiré vendió como un ‘exitoso’ trabajo de inteligencia. Sólo el medio digital Pulso Ciudadano, editado por Oriol Malló, se dio a la tarea de documentar y cuestionar la lista de tonterías que se dijeron en Bucareli mientras traducía lo que los medios canadienses investigaron sobre el caso.
Dejo como prueba uno de los textos que escribí para que se recuerde quien calló y quien habló en la comunidad periodística de México sobre la presunta internación ilegal de Saadi Gaddafi . Ahora que el infame teatro de Gobernación se cae por todos lados sería bueno que la prensa de este país reflexionara sobre el asunto Vanier sin esconder la cabeza y asumiendo una verdadera autocrítica. ¿Sucederá?”
No. Carentes de autocrítica, de periodistas que investiguen, ligados a los “convenios” publicitarios, obsecuentes ante los llamados telefónicos desde Los Pinos… los medios mexicanos nunca van a aceptar su falta de profesionalismo y objetividad.
EL MANIPULEO Y LA PRENSA
Las excarcelaciones recientes de Noé Ramírez Mandujano, Tomás Ángeles Dauahare y, ahora, de las señoras Vanier y Del Cueto, no dejan lugar a dudas de que, durante el fatídico y fallido sexenio en el que Felipe Calderón ocupó militarmente Los Pinos, se dio una enorme manipulación de la justicia.
Y tal es un mensaje peligroso para los ciudadanos, a quienes este perdedor grupo político convenció –con la ayuda y apoyo de los medios– de que el gobierno puede manejar fuera de las finalidades del Estado de derecho a las fuerzas de seguridad, y aún más allá, a los propios fiscales y jueces.
La de Calderón –y antes la de Vicente Fox–, se ha dicho aquí incontables ocasiones, fue una Administración prácticamente totalitaria que se entrometió en la vida ciudadana intentando controlar y manipular todo, desde la justicia hasta las dirigencias de las cámaras patronales y, por supuesto, los procesos electorales. Recuérdense, si no, el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, primero, así como el llamado “michoacanazo” y las detenciones de Gregorio Sánchez, en el sureste, y de Jorge Hank, en el noroeste, como simples botones de muestra, después.
En todos esos actos fallidos hubo aplausos de los medios de comunicación. Igual por el desafuero de AMLO que por la captura del peligroso delincuente que resultó ser un pastor que cantaba himnos clericales o un excéntrico junior a quien se acusaba de poseer un arsenal que, previamente, le habían sembrado.
La prensa mexicana, tiene razón Oriol Malló, sufre de una crisis de credibilidad. Periódicos, revistas, radio y televisión dejaron de ser referentes políticos para convertirse en comparsas del poder, quien quiera que sea el que lo detente.
Los medios dejaron de ser, en México, un contrapoder.
Y eso daña a la democracia, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: “Muchos mexicanos también se preguntan si el problema está en un mal juicio, o en algo más siniestro. ¿Fueron casos montados, por razones que no sean de la justicia, o se trató de venganzas políticas?”, plantea un reporte de Tracy Wilkinson, corresponsal del diario Los Angeles Times, con respecto a las liberaciones de Ramírez Mandujano y Ángeles Dauahare. El diario destaca en su publicación de ayer domingo que, hoy por hoy, el sistema judicial mexicano es la institución más desacreditada del país: “está roto”, afirma.