Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Todo indica que México está avalando la incomprobable acusación de Donald Trump en el sentido de que los mexicanos le están robando su trabajo a los estadunidenses. Es la muletilla que blandió en su campaña electoral de 2016 y la repite ahora en busca de su reelección en 2020.
Aunque agencias financieras multinacionales -colocando la economía de los Estados Unidos vis a vis con la de China- le atribuyen al gigante norteño un Producto Interno Bruto anual de unos 20 billones de dólares, otras estadísticas más neutras políticamente lo bajan a 17 billones 353 mil millones de dólares con datos de 2018.
En lo que la mayoría de los analistas estadunidenses suele coincidir en la última década, es que la economía del imperio depende en 10 por ciento de su PIB de fuerza laboral migrante. Los censos de población hablan de 11 millones de trabajadores extranjeros, 52 por ciento indocumentados. (Sobre los mexicanos pesa la incesante campaña persecución y deportación.)
Si bien esa mano de obra incide en la productividad de nueve de 15 sectores económicos estadunidenses, es en la producción de alimentos e insumos para la industria donde están la labor y rendimientos de los mexicanos, expuestos en sus jornadas a las temperaturas más extremas: En la agricultura y la pesca, más de 350 mil compatriotas son servidumbre imprescindible.
Subrayamos el dato capital: De 20 billones de dólares de PIB anual, el 10 por ciento equivale a un billón de dólares anual.
Productividad igual a ganancias finales del capital
Un estudio relativamente reciente de la Organización Internacional del Trabajo (ONU) establece una ecuación que señala que, por cada 0.32 de incremento del empleo se genera 0.37 de crecimiento del PIB.
En la correlación, el factor determinante es la productividad de la mano de obra, pero en el aspecto de las ganancias finales del capital el factor es la diferencia de salarios entre un trabajador indocumentado y uno protegido por una organización sindical o la propia autoridad laboral o judicial.
En la estrategia electorera del inquilino de la Casa Blanca y el supuesto de que durante su gestión el PIB ha crecido 2 por ciento, la pregunta que no se responde es la siguiente:
Si la aportación de los mexicanos al PIB es del 10 ciento anual, si se cancelan empleos de extranjeros, muchas veces rechazados por obreros y empleados estadunidenses, ¿cuál es el impacto en el índice crecimiento y cuál si la baja del PIB genera desempleo? El círculo virtuoso ya quedó trazado líneas antes.
La cuestión es que el gobierno mexicano ha sido o aparenta ser convencido de que el problema de la migración es de orden policial o de Seguridad Nacional, sin ponderar que la expulsión de mano de obra extranjera, al afectar el crecimiento económico interno, también desemboca en un riesgo de Seguridad Nacional cuando Washington tanto teme no sólo a China sino a bloques comerciales como el de la Unión Europea. Aquí lo que tenemos ya es un círculo vicioso.
En ese paisaje electoral, todo indica que algunos miembros del gabinete presidencial tienen presente el manual de economía para principiantes. Lo que otros parecen dejar de lado, es el manual de la diplomacia soberana. Los errores se pagan; es lección elemental. La padeció el PRI el 1 de julio de 2018.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.