Joel Hernández Santiago
Ya estamos acostumbrados en este país de democracia silenciosa, que de tiempo en tiempo se nos recuerda que somos un país en el que la pobreza está ahí, inamovible y acechando. Y todos, o casi todos, lo sabemos pero con frecuencia se mira para otro lado; como si no se quisiera ver la herida; como si no se quisiera conocer el exacto lugar del dolor en nuestro cuerpo social…
Pero está ahí: somos un país con más de cincuenta millones de pobres, lo vienen diciendo los datos que nos presentaba Coneval desde hace tiempo con la advertencia de que las políticas sociales de gobierno no han funcionado. Y los recursos asignados para terminar con el problema –como parece que ocurrió- fueron utilizados para fines perversos y personales. Lo que resulta en criminal. Ya pronto se sabrá en ley.
Según un informe presentado el 7 de agosto por el nuevo Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), José Nabor Cruz –quien hace apenas unos días, por instrucciones presidenciales, fue nombrado en sustitución de Gonzalo Hernández Licona quien fue cesado luego de que publicara un artículo haciendo crítica del sistema de austeridad que hace tabla rasa de proyectos y programas indispensables para los mexicanos, según argumentó en Animal Político.
Las cifras que presentó Nabor Cruz no pueden ser más dramáticas e indignantes: En diez años –dijo- la pobreza se mantuvo en los mismos niveles de población, y sin avances en el combate a esa pobreza desde el gobierno. O sea, cuatro años del gobierno de Felipe Calderón, del PAN y seis del gobierno de Enrique Peña Nieto, del PRI, según el informe.
Así que a 2018 en México había 52.4 millones de personas pobres y de éstos, 9.3 millones viven en pobreza extrema.
Lo novedoso aquí es que enfoca las zonas de más alta pobreza en el país: El Estado de México con 7.5 millones de habitantes que viven en esta condición; Veracruz, con poco más de 5 millones; Chiapas, con 4.2 millones; Puebla, con 3.7 millones y Oaxaca, con 2.7 millones de pobres.
El caso de Oaxaca llama la atención porque es una entidad con un estimado de 4 millones de habitantes, lo que significa que a 2018 el 67.5 de su población total vive en pobreza, y de éstos, 951,848 están en pobreza extrema: que es decir, no tienen ni para hoy y mucho menos para mañana… ¿Qué ha hecho el gobierno de Murat Hinojosa para acabar con esta tragedia estatal?
Con todo, el informe del Coneval hace énfasis en que la pobreza y pobreza extrema del país se concentran sobre todo en tres estados: Chiapas, Guerrero y Oaxaca.
¿En dónde están aquellas promesas de gobierno que ponían énfasis en acabar con la pobreza del país que ya estaba ahí, como si hoy fuera ese día? como si el gobierno de Felipe Calderón hubiera preferido no mirar hacia ese lado del país en su aparente lucha contra la delincuencia; o el mismísimo gobierno de Enrique Peña Nieto, concentrado, asimismo, en su lucha inútil en contra del crimen organizado y en favorecerse y en favorecer a sus cercanos con negocios y beneficios.
(Y ahí está el tema de la señora Rosario Robles. Animal Político y Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad detectaron contratos ilegales por 7 mil 670 millones de pesos y de este dinero que era para abatir la pobreza no se sabe dónde quedaron más de 5 mil millones. Se supone que ya se investiga.)
Habría que reflexionar, también, en lo que nos dice esta nueva etapa de CONEVAL: En primer lugar que eso era el país que recibió el gobierno de la 4ª Transformación, con lo que hace eco a la advertencia de que se recibió “un país en ruinas”, según ha dicho el presidente López Obrador.
Vamos a ver qué informa el CONEVAL dentro de un año, cuando se tengan que analizar las políticas de desarrollo social del actual gobierno: ojalá que las cifras que nos presenten correspondan a la realidad y no resultado de un ensalce de lo nuevo y en el que podrían desaparecer pobres tan sólo en el papel. ¿Cómo garantizaremos que las cifras del nuevo CONEVAL serán ciertas?
Luego, en abono a esta ligera suspicacia, el mismo Nabor Cruz informó que en adelante las mediciones de la pobreza del país se realizarán a través del Sistema de Información y Desarrollo Social, con enfoque en Derechos Humanos, en donde, además de los indicadores que toma el Coneval, como ingresos y gasto de las familias, también se medirá –dijo- “el acceso que tiene la población a derechos como la educación, a una vivienda digna, a la alimentación o la salud”.
Está bien, si esas cifras reflejan la realidad; si las políticas de desarrollo social de la 4-T han funcionado y si en efecto los porcentajes de pobreza y de pobreza extrema disminuyen de forma notable.
Es lo que se quiere para salir de ese estado de dependencia económica y abatimiento; eso es lo que se quiere para que 52.4 millones de mexicanos tengan solucionado su estado de pobreza y quienes están en el extremo tengan lo esencial: casa, comida, sustento, salud, educación, cultura y solaz.
La realidad es terca. Y ella dirá a cada uno si las políticas de desarrollo social del gobierno abaten esa pobreza y generan trabajo e ingreso justo, para todos. Ojalá que esa pobreza –también terca, inamovible, necia y dolorosa– acabe. Será entonces un gobierno de la verdad, de la ley y de la justicia social. Ya veremos en un año esos resultados y esas cifras.