Cicuta
Jaime Flores Martínez
Lunes 7 de julio del 2025.- Decidida a imponer la ideología de género, pareciera que a Claudia Sheinbaum no le importan las críticas y discusiones sobre el manejo del lenguaje.
¡Ella no es “la presidente” sino “presidenta”!
A Sheinbaum no le importa que el sustantivo “presidente” no posea género inherente, pues el “ente” se adapta a la acción, sin importar el sexo del sujeto (ejemplo: quien camina es “caminante”, quien estudia es “estudiante”).
Otros ejemplos son “periodista” o “urbanista” y no es necesario modificar la última letra para incluir un género específico.
Desde la conferencia de prensa del 11 de junio de 2024, la señora Sheinbaum sentenció al referirse a su inminente investidura: “Yo soy la presidenta”, dijo sin importar la naturaleza del lenguaje.
Muchos coincidieron que para ella es más importante “la ideología de género y el alcance del poder simbólico”.
Y aunque Sheinbaum no es la primera mujer en el mundo en ostentar un cargo de esta magnitud ni en preferir una forma femenina del título, su decisión tiene implicaciones profundas.
El español, lengua riquísima pero altamente estructurada en cuanto a género gramatical, posee palabras como “presidente” derivadas del participio activo del verbo presidir.
Al igual que “dirigente”, “estudiante” o “gerente”, son sustantivos terminados en “ente”, una forma que en sí misma no tiene género.
Por lo tanto “presidente” se refiere a quien preside, sin que su terminación implique necesariamente un género masculino.
La Real Academia Española (RAE) ha insistido en ello: el género lo otorga el artículo, no la palabra.
Así, “el presidente” o “la presidente” serían lingüísticamente válidos. Sin embargo, el uso de “presidenta” se ha popularizado por razones políticas, ideológicas y de visibilidad de género, aunque no todos los sectores lo aceptan sin reservas.
Cicuta aclara que por lo anterior se ha referido reiteradamente a Sheinbaum como “presidenta”.
El debate se agudiza cuando se traslada al ámbito castrense.
Sheinbaum recientemente reveló que el Ejército Mexicano ya la reconoce como “comandanta suprema”, título que —hasta hace poco— sólo existía en la gramática popular y no en el reglamento militar.
Esta adecuación no pasó desapercibida para sus críticos como la senadora panista Lili Téllez, quien en redes sociales se ha mofado hasta el cansancio de estos usos gramaticales al considerarlos parte de una agenda que tuerce el lenguaje en nombre de una corrección política mal entendida.
La pregunta de fondo es saber si estos cambios representan una evolución natural del idioma o un acto forzado de poder.
El lenguaje, aunque dinámico, no responde bien a imposiciones.
Se transforma con el uso social, no por decreto político.
Lo que hoy suena como inclusión, mañana puede ser visto como una distorsión innecesaria, esto redundará si acaso no encuentra sustento en una lógica gramatical aceptada por las generaciones futuras.
Modificar la lengua para que coincida con ideales políticos puede terminar por empobrecerla o fracturar su estructura.
La Real Academia podrá ceder, como lo ha hecho con otras expresiones del habla cotidiana, pero eso no garantiza coherencia.
Sépase que la historia de los idiomas está llena de usos que surgen por moda y se desvanecen cuando pierden su respaldo social.
Sheinbaum no sólo disputa el poder político; también intenta moldear el marco simbólico que lo rodea.
Al autonombrarse “la presidenta”, y no “la presidente”, en realidad transforma su investidura en una causa.
Habrá que estar atentos pues en esa alteración del lenguaje se abre una grieta: ¿habrá que decir también “dirigenta”, “estudianta” o “pacienta”?
¿Dónde queda la lógica del idioma frente a la lógica del discurso?
La elección del término “presidenta” no es trivial, porque implica una postura que excede el género e invade el territorio de la narrativa nacional.
A Claudia Sheinbaum la respalda una votación histórica. Pero al idioma lo sostienen siglos de evolución y no 6 años de gobierno.
Positivo
Qué bueno que el gobierno de Tijuana inició ya los trabajos de repavimentación de las calles de la zona del Mariano Matamoros que, sin duda, ha estado abandonada durante los últimos trienios.
Al menos la calle San Jorge de la colonia Torres de Matamoros tendrá concreto hidráulico y saldrán directamente beneficiadas cerca de 3 mil familias, sin contar con los miles de automovilistas que la utilizan diariamente.
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