Fuera de todo
Denise Díaz Ricárdez
Las prácticas de extracción de combustibles llamadas huachicol se han extendido por todas partes del país, desde las aparentemente simples directas hacia pipas hasta importantes consorcios que han saldos a la luz pública, el último de Tampico hasta patios de Coahuila en carros tanque con 15 millones de litros.
¡Vaya cantidad si se multiplica en precios de la gasolinera de la esquina!
En zonas petroleras del territorio se sabe desde hace mucho de estos grupos y su evidente participación en el trasiego o en la venta directa.
Por ahí deambulan transportistas y sus familias en las más selectas fiestas citadinas y hasta pueblerinas o en los clubes de golf de no pocas partes en el territorio.
También es conocido que no solamente es ir a un ducto de combustibles o del riesgoso gas y con un cincel dar forma hasta poder ingresar una manguera para extraer por gravedad.
Toda perforación requiere asistencia técnica profesional y aun así hay riesgos.
Cuándo se hace artesanal aumentan las fallas y los resultados son catastróficos como se ha visto en el Estado de México, en Puebla, en Guanajuato, en tantas partes del país.
Tan sólo recordar en Hidalgo la gran conflagración en Tlahuelilpan, con 138 fallecidos y heridos al acercarse a llenar bidones de gasolina y ¡pum!
A veces las tomas clandestinas se descontrolan y corren hacia arroyos, como fue la fuga de 800 mil litros de gasolina Premium en el centro de Veracruz cerca de Tres Valles, nadie sabe nadie supo, con severos daños a la naturaleza y a la ganadería.
Entonces el huachicol va de chicos a grandes consorcios internacionales como el de Coahuila o el barco de Tampico, o los patios en Baja California, o en Altamira, al gusto, pues:
Son como pulpos al gusto: a la brasas, a la tinta, a la mexicana, a la gallega, por tierra, mar y aire.