Norma Meraz
Convencido del poder de su voluntad, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, intenta borrar cien años de la Institución que ha conformado la columna vertebral universitaria, orgullo y sustento del saber en nuestro país: la Universidad Nacional Autónoma de México.
La UNAM es un universo de ideologías en el que se ha respetado la libertad de cátedra y la autonomía.
El 60% de la investigación – en general- que se realiza en el país se hace en la UNAM.
No es justo que se estigmatice a la UNAM, como lo expresa el Presidente de la República.
“Por mi raza hablará mi espíritu”, es el lema centenario de nuestro máximo templo de estudio y educación, cuya mística es formar profesionales de excelencia.
La Universidad Nacional se debe al pueblo de México, es de México y sirve a México.
Su autonomía es un logro que debe mantenerse intocable y repelente a cualquier intervención política desde el poder del Estado.
¿Qué busca el Estado? Meter la mano a la Institución que da sustento al orgullo de pertenencia de los mexicanos que se han formado y nutrido del conocimiento plural en los ámbitos culturales, de las ciencias, de la investigación científica, del desarrollo humano, de las ciencias exactas, de la ciencia política, del Derecho, la Economía, las artes, y otras tantas áreas del saber.
¿Qué busca el Estado, el Poder Ejecutivo; tal vez desmembrar la autonomía de la Universidad considerada como una de las mejores del mundo?
Ver hacia dentro de la UNAM y sus centros de estudio especializados es sano y es necesario revisar periódicamente los sistemas y programas de estudio, también volver al programa de concurso para profesores, con el fin de mejorar tanto la actualización de los cursos, como en las percepciones económicas pues hoy en día hay muchos maestros que llevan 20 años impartiendo clases por hora y ganan 70 pesos por cada una, lo que es absolutamente injusto por donde se le vea.
Asimismo, debemos reconocer que muchas de las asignaturas impartidas en la UNAM, como Ingeniería Petrolera y Ciencias del Mar, se han constituido en Centros de excelencia, sin discusión y han otorgado renombre al país.
¿Que intenta hacerle a la UNAM el Presidente López Obrador, además de bajarle el sueldo al Rector de la máxima casa de estudios?, ¿acaso imponer su voluntad y reducirla a un Centrito como las “dizque universidades” que prometió construir –cien, para citar el número exacto–, al inicio de su mandato?
Que, por cierto, ¿dónde están? ¿Igual que los cuentos de pipas para gasolina que compraron al contado en Estados Unidos, para combatir el huachicol y que nadie ha visto? ¡La verdad es que ni han acabado con el huachicol!
Ahora bien, en que se aplicaron los recursos de los innumerables fideicomisos que ordenó desaparecer el Presidente López Obrador?
¿A dónde fueron a dar? ¿Qué beneficio reportaron esos dineros?
Y ahora con la iniciativa aprobada por el Congreso de reducir los donativos a las Instituciones de Asistencia Privada, lo que se busca es asfixiarlas, pues con el tope de 16 mil pesos que reciban, sobrevivirán para continuar con su labor de asistencia social donde el gobierno no puede cubrir, ya que no tiene capacidad para hacerlo; ni económica ni técnicamente, ¡menos voluntad!
Reitero: ¿cómo se atenderán a los cientos de miles de niños mexicanos que sufren quemaduras y que hoy, gracias a la Fundación Michou y Mau, en convenio con los hospitales Shriners de Estados Unidos son tratados gratuitamente y les salvan la vida?
¿Le molesta al Presidente de la República que la sociedad civil organizada se ocupe de cubrir huecos, atienda problemas de los mexicanos porque el gobierno es incapaz de hacerlo?
A López Obrador le energumena que la filantropía extranjera apoye a organizaciones civiles mexicanas; le choca. ¿Ya se le olvidó o nunca supo que fueron Fundaciones filantrópicas norteamericanas las que apoyaron la Revolución verde en México?
Está claro que este populismo lopezobradorista no acepta una sociedad civil organizada que aporte recursos a obras que no son del gobierno.
Como desconfiado que es, el Presidente considera a estas organizaciones civiles, como una oposición, cuando en realidad son auxiliares que atacan causas que difícilmente pueden ser atendidas por el gobierno.
El Presidente López Obrador , quiere ser el “Único Benefactor”, sin darse cuenta de que con lo que tiene , ¡no le alcanza !
¡Digamos la Verdad!