EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Nerissa, dama de compañía de Porcia, la rica heredera de Belmont.
Ciudad de México, sábado 31 de octubre, 2020. – Conocemos a las mujeres que aparecen en las obras de teatro por lo que dicen, hacen y, sobre todo, por lo que piensan a través de sus monólogos, soliloquios o apartes. Esa es la gran diferencia con las mujeres que conocemos en la vida real, pues, “¿quién puede adivinar lo que piensa una mujer?”, como se preguntaba el rey Cimbelino en esa obra.
En marzo de este año, empezando el confinamiento, me puse a escribir sobre las mujeres en algunas obras de Shakespeare. Para mayo se me ocurrió ofrecer un curso virtual titulado Doce mujeres en doce obras de Shakespeare en donde podríamos conocer, desde esa perspectiva, esas doce obras a través de esas mujeres excepcionales para su época y para la nuestra, pues tienen vida propia, piensan por sí mismas y si encuentran su camino entonces, dejan de vivir con la voluntad restringida.
Boccaccio describe cómo es que vivían las mujeres en la Edad Media: “temerosas y avergonzadas, ocultando bajo su delicado pecho las amorosas llamas mucho más intensas cuanto más ocultas… Viven con restringidas voluntades y placeres, porque sólo obedecen las órdenes del padre, del hermano o del marido, encerradas la mayor parte del tiempo en el estrecho circulo de sus alcobas, en donde pasan las horas casi siempre ociosas, pensando en cosas deseables o rechazables, casi siempre tristes. Y si en sus mentes sobreviene alguna melancolía debida a un fogoso deseo, deben ocultarla y esperar que la ahuyenten nuevos pensamientos, pues sin duda, las mujeres aman con mayor profundidad que los hombres.”
Así vivían mis tías en Tepa, con sus voluntades restringidas, como fueron dos de las tres hermanas de mi padre nacido en 1900 hijo de la segunda familia del abuelo José Ana Casillas y María Cruz Moreno con quien tuvo cuatro varones y tres mujeres: ellos, libres como pájaros; ellas, restringidas por el padre y por los hermanos que implicaban deberían dedicarse a cuidar a su madre o a ellos. Cuando María, la mayor de las hermanas, decidió salirse de su casa para casarse, entonces, sus hermanos la dejaron de ver y hablar por el resto de sus vidas.
Las mujeres que iban al teatro a principios del XVII podían verse en ese espejo o deseaban ser como esas mujeres del escenario que habían logrado evitar el yugo paternal, sin importar que les podía costar la vida, como a Julieta, cuando decide vivir y arriesgar su propia vida.
El buen teatro tiene un efecto poderoso sobre el ánimo y la conciencia del ser humano y puede ser una manera con la que nos demos cuenta para saber cómo somos, para conocernos mejor y, con eso, cumplir con el primer postulado de la Filosofía: conócete a ti mismo.
Cuando Lady Macbeth nos dice en un monólogo que sabe del placer de amamantar a un niño, pero que, si fuese necesario darle valor a su marido, sería capaz de arrancarlo del pezón y estrellarle los sesos en unas rocas, entonces, sabemos qué clase de mujer es esta Lady, antes de que salgamos pitando.
Se inscribieron setenta alumnos al curso –la mayoría mujeres–, que asistieron trece martes durante el trimestre que recién ha terminado. En ese tiempo, Tatiana Ortiz Monasterio a través de su fundación “Plan B”, instaló las audio-academias para que esas clases grabadas la pudieran tomar mil mujeres privadas de su libertad, confinadas en los Centros de Reinserción Social y, tal como nos dijo, todo parece que “les han gustado e interesado mucho”.
Shakespeare podría ser para algunas de ellas un parteaguas en su vida y para otras, que estén mejor preparadas para cuando tengan una segunda oportunidad –como Hermione en el Cuento de invierno.
Por lo pronto, en diciembre estarán disponibles las clases de las Doce mujeres en doce obras de Shakespeare en la plataforma Tutellus al tiempo que preparo un segundo curso para empezar en marzo del 2021 con Todas las mujeres en otras doce obras de Shakespeare, ¡faltaba menos!