José Alberto Sánchez Nava
“Gravar la propina no es justicia social, es cargar con impuestos la precariedad de quienes viven al día.”
1.-Introduccion
En México, la propina es un gesto de agradecimiento, una muestra de apoyo hacia quienes brindan servicios esenciales en sectores como restaurantes, gasolineras y estacionamientos. Sin embargo, la reciente propuesta del diputado Pedro Haces de regular las propinas ha encendido un debate que pone en la mesa cuestiones económicas, sociales y éticas. ¿Es justo regular lo que muchos consideran un acto voluntario, o esta iniciativa simplemente busca cargar aún más peso sobre los hombros de los trabajadores más vulnerables?
2.-La propina: reflejo de una precariedad laboral normalizada.
La propina, en muchos casos, no es un bono adicional, sino la principal fuente de ingresos de quienes dependen de ella. En restaurantes, por ejemplo, los meseros perciben sueldos simbólicos que rara vez alcanzan el salario mínimo, y su subsistencia depende casi por completo de la generosidad de los clientes. Regular este ingreso no solo amenaza con imponer cargas fiscales a quienes menos tienen, sino que también podría abrir la puerta a nuevas prácticas abusivas por parte de empleadores que ya ofrecen condiciones laborales precarias.
Algunos argumentan que la propia existencia de la propina es el resultado de un sistema laboral irregular y mal regulado. Si las empresas garantizaran salarios dignos y condiciones justas, el ingreso del trabajador no dependería de algo tan volátil como las propinas. Sin embargo, gravarlas fiscalmente no resuelve el problema de fondo: la falta de regulación adecuada sobre los derechos laborales.
3.-El doble discurso del oficialismo
Pedro Haces, conocido por su postura como líder sindical, se presenta como defensor de los derechos laborales, pero su historial político deja dudas sobre su verdadero compromiso. En 2023, por ejemplo, rechazó una propuesta clave para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales, un cambio que habría beneficiado a millones de trabajadores. Aunque ahora afirma estar dispuesto a impulsar dicha iniciativa, no deja de sugerir “flexibilidad” para quienes deseen trabajar más horas, un comentario que más que promover el empleo suena a perpetuar la sobreexplotación.
Este contexto no solo expone una contradicción en su discurso, sino que también genera preocupación sobre quiénes serán realmente los beneficiarios de sus propuestas legislativas. ¿Los trabajadores que viven al día o los empleadores que podrían utilizar estas regulaciones como pretexto para seguir pagando menos y exigiendo más?
4.-La propina: entre la voluntad y la imposición
En México, la propina sigue siendo voluntaria. Legalmente, no puede incluirse en la cuenta sin el consentimiento del consumidor, una regla que busca proteger a los clientes de cobros indebidos. A pesar de ello, entre enero de 2023 y septiembre de 2024, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) recibió 2,371 denuncias por cobro obligatorio de propinas en establecimientos, lo que refleja una práctica cada vez más común y abusiva.
En lugar de proteger a los trabajadores, regular las propinas podría reforzar estas prácticas. Si los ingresos derivados de las propinas se graban fiscalmente, es probable que los consumidores reduzcan la cantidad que dejan, impactando directamente el bolsillo de los trabajadores.
5.-El verdadero problema: un sistema laboral fallido
Es crucial reconocer que la raíz del problema no está en la propina, sino en el sistema laboral que obliga a millones de personas a depender de ella para sobrevivir. En lugar de gravar estos ingresos, el debate legislativo debería centrarse en garantizar salarios dignos y jornadas laborales justas, abordando de raíz la precarización que afecta a sectores como el de los meseros, los despachadores de gasolina y los viene-viene.
El mensaje político que intenta vender esta propuesta como una forma de “modernizar el sindicalismo” y “regular lo que no está bien regulado” se queda corto frente a la realidad. No se trata de imponer cargas fiscales a quienes apenas sobreviven, sino de replantear un modelo laboral que perpetúa la desigualdad.
En un país donde el lema oficial es “primero los pobres”, iniciativas como esta solo evidencian un distanciamiento entre el discurso y la acción. Si de verdad se quiere beneficiar a los trabajadores, es hora de dejar de buscar ingresos fiscales en los bolsillos más vacíos y empezar a construir un sistema laboral que realmente proteja y dignifique a quienes mueven la economía del país.