Se incuba ya este fenómeno en el aparato de seguridad de la capital; las causas son exceso de burocracia e incipiente capacitación para atender a personas con derechos humanos vulnerados.
Redacción MX Político.- Como resultado de la violencia rampante no sólo en la Ciudad de México, sino en el país entero, sumado a una crisis institucional y de valores cívicos en la gente, se configura ya en la ciudadana un descontento traducido en fenómenos de nuevo cuño dentro del lenguaje social: la cifra negra de delitos, el efecto desplazamiento, la revictimización, por citar algunos.
Los tres son resultado de la ineficacia de todo gobierno para atender las violaciones a los derechos humanos y ofrecer las primeras atenciones a la población vulnerada.
Si a nivel nacional, la conservadora cifra oficial promedio que ofrece el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), de los delitos de alta incidencia que no son reportados ni ratificados a las agencias del Ministerio Público (MP), por parte de las víctimas u ofendidos, oscila entre el 92 y el 95%, es altamente probable que quizá en términos reales, el porcentaje real sea superior y se ubique entre el 95 y el 97%.
La población no confía en las instancias policiales ni en la estructura de la seguridad pública.
Y esa es precisamente la cifra negra de los delitos: el estimado porcentual de víctimas u ofendidos que no se registran por el conteo oficial.
Las consecuencias de esa desconfianza están a la vista. Surgimiento de guardias comunitarias en las zonas rurales y en las urbanas, una permanente amenaza de agravio al artículo 17 constitucional, que la letra dice: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho…”
Revictimización
El efecto Revictimización o también llamado Victimización Secundaria, es la posibilidad de que una víctima de violación a sus derechos humanos reincida en una vivencia o situación similar.
Que reciba una conducta de agravio reiterado a sus derechos fundamentales.
Y valdría decir que el concepto encuadra no sólo para los casos de violaciones flagrantes a los derechos humanos, sino muchas veces para la insatisfacción de los servicios públicos y burocráticos del gobierno en general.
¿Cuántas veces no padecemos un nuevo abuso de autoridad, indolencia o ineficiencia, al intentar denunciar otro que aconteció anteriormente, o al esperar un servicio público o un trámite?
Los efectos secundarios en la persona producen el trauma, que es una herida en el subconsciente, que desarrolla violencia implícita en el día a día del individuo objeto de la revictimización, que lo afecta en su estructura relacional, es decir, en sus relaciones con el resto de los individuos.
Ahí no solo se incuba la frustración en la conducta de los ciudadanos, sino el propio fenómeno violento, traducido actualmente a niveles colectivos como el principal problema de nuestra ciudad y nuestro país.
El trauma en que puede derivar la revictimización en las personas, se expresa en síntomas sociales, muchas veces distantes de la situación real que los generó, como pudo haber sido una o muchas malas experiencias con la Policía, con los ministerios públicos o jueces, con un mal servidor público, o hasta con un chofer de transporte público deshonesto.
Adicciones, suicidios, anomia social, violencia, son los males de nuestro tiempo y el origen de esta violencia e inseguridad pública rampante.
La mejor forma de atenderlos, según el esquema que propone la actual administración pública federal, en que privilegia las causas de esa violencia por encima del uso de la fuerza pública, sería “empezando por el principio”: brindar sus servicios públicos con eficiencia y sensibilidad.
Que cada servidor público, desde el señor que barre en las calles hasta la Jefa de Gobierno; desde el “siervo de la nación”, hasta el propio titular del Ejecutivo Federal, den ese “extra” que se necesita.
Por lo pronto, algo está fallando en la Ciudad de México:
Un revelador estudio sobre violencia sexual en los transportes y otros espacios de la Ciudad de México, elaborado por el organismo ONU Mujeres, establece que sólo el 1% de las mujeres agredidas por este delito acude ante la Representación Social a denunciar.
De enero a septiembre de 2019, un total de 321 mujeres que fueron víctimas de agresiones sexuales a bordo de transportes del servicio público de la CDMX, lo que equivale a ese 1% estimado por ONU Mujeres.
Pero lo agravante del dato, es que a las de por sí pocas víctimas que acuden a denunciar o a presentar querella ante los M.P. especializados en delitos sexuales, las tratan de disuadir con razones absurdas para que desistan de su intento de denuncia o la franca omisión de parte de los agentes ministeriales en las Fiscalías Regionales.
Que se va a perder tiempo, que es probable que no se dé con el paradero del responsable, o que lo dejen libre, son algunas de las justificaciones que se dan a las víctimas para no atender. No quieren trabajar en las agencias.
Los funcionarios y servidores públicos provocan el efecto de Revictimización en las mujeres afectadas por este delito, que aun conservan la confianza en las instituciones de seguridad, decepcionándolas.
El siguiente vídeo, cortesía de Noticieros Televisa, detalla uno de esos casos, de este efecto de la descomposición social, que bien pudiera empezarse a corregir en esta ciudad y en este país en general:
hch