Francisco Gómez Maza
• Ahora no sólo se reprende a los migrantes, sino a sus defensores
• Desazón, incertidumbre y miedo: la praxis contradice al discurso
Se nota doblez en el discurso en torno a los derechos de las personas a abandonar sus lugares de origen y emigrar a otras latitudes. No hay claridad en si las autoridades que proclaman una cuarta transformación de la república van a trabajar por los derechos humanos, o la proclamación de estos sólo son un discurso propagandístico, que las personas con cierto grado de conciencia no se tragan.
Se declara una cosa y se hace lo contrario. Esta práctica de las autoridades y particularmente del presidente de la república le crea un ambiente hostil, muy hostil, entre quienes no lo pueden ver ni en pintura, particularmente las clases dominantes y sus voceros de la prensa escrita, radiada y televisada.
Es normal que las derechas y algunas que se autoproclaman de izquierdas, no quieran a López Obrador porque vino a romper esquemas concebidos por la oligarquía política y económica que estaba apoderada de la suerte de los mexicanos. Pero como dicen en lenguaje coloquial, él mismo “se pone de pechito” y en el centro de los ataques majaderos de muchos que navegan con bandera de periodistas.
Y es que aparentemente hay contradicciones entre el discurso y la praxis. Se afirma una cosa y, como dijimos antes, se hace otra, o por lo menos esa es la percepción. Ayer apuntábamos que el presidente López Obrador, guiado por su canciller, Marcelo Ebrard, le ha hecho y le sigue haciendo el caldo gordo a la política racista del señor Trump en contra de los latinoamericanos, particularmente centroamericanos, que intentan entrar en territorio estadounidense obnubilados por el sueño americano y el modo de vida (muelle) americano, y con razón porque en sus países de origen lo único que les espera todos los amaneceres es incertidumbre, desesperanza, incomodidad, pobreza y en muchos lugares miedo a morir por una bala de la delincuencia organizada.
Por ello, es preocupante que México no tenga independencia para aplicar su tradicional, hasta antes de los gobiernos de la derecha, política migratoria, siempre en defensa de los derechos humanos de quienes deciden trasterrarse. Inclusive, hubo épocas en que México abrigó y dio refugio a cientos de europeos (los republicanos españoles) y sudamericanos y centroamericanos víctimas de los gobiernos dictatoriales, entre los años 60 y 70.
Ahora, las propias policías mexicanas se constituyen en acusadoras, jueces y verdugos de quienes emigran y más terriblemente de quienes los defienden como los recientes actos de acoso y hostigamiento contra la Casa del Migrante de Saltillo que vienen siendo parte de un contexto cada vez más adverso para la defensa de migrantes y refugiados, como lo advirtieron en estos días organizaciones impulsoras de la campaña #DefensoresSinMuros #DefendersBeyondWalls.
Front Line Defenders, el Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana (PRAMI), el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red TDT) señalaron su “fuerte preocupación” por los recientes ataques contra el refugio y exigieron que cese todo acto intimidatorio en su contra.
El 20 de julio pasado, elementos de la Policía Federal pretendieron realizar una revisión migratoria en la Casa del Migrante y amenazaron a un integrante del equipo. El 23 de julio, un operativo conjunto de la Guardia Nacional y la Policía de Saltillo realizó verificación migratoria a las puertas del albergue y tomó fotografías y video del personal. “Cabe destacar que la CDM Saltillo cuenta con medidas cautelares de parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y con medidas de protección del Mecanismo de Protección a personas defensoras y periodistas de la Secretaría de Gobernación (SEGOB)”. Pero los represores se pasan por los huevos tales medidas de protección. Y todos los detractores acusan al gobierno de López Obrador, como el ingenuamente lo ha declarado, que de todo lo acusan.
En los últimos dos meses otros albergues en diversos puntos del país han denunciado que fuerzas policiales y militares han tratado de ingresar a sus instalaciones, bajo el pretexto de buscar a víctimas del delito o a personas migrantes en condición irregular. Otros han recibido oficios en los que les solicitan entregar información específica y desagregada sobre la población atendida.
¿Son esos ataques parte de una estrategia amplia y regional derivada de diversas políticas y acuerdos implementados por Estados de la región, entre ellos el reciente acuerdo entre México y Estados Unidos, mediante la cual se estigmatiza la migración y, en consecuencia, se criminaliza y estigmatiza la labor humanitaria y de derechos humanos?