Historias para armar la Historia
Ramsés Ancira
Ni el primer ministro de Gran Bretaña Boris Yeltsin, ni el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ni el entonces mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, ni ahora Andrés Manuel López Obrador, de México, tuvieron que vacunarse contra el Covid para reponerse de la enfermedad. La lista es larga, pero basten estos ejemplos para que sea válido preguntarse ¿será que existen alternativas a la importación de vacunas para lidiar con la pandemia?
No hay que ser aficionado a las teorías conspiracionistas para recordar que, antes del confinamiento, se produjeron en Chile enormes manifestaciones por el cambio de la Constitución, que permanecía sin cambios desde la dictadura de Pinochet, y por el alto costo de los estudios superiores, ya que en ese país virtualmente no existe la universidad pública.
En Hong Kong estaban imparables las protestas por los proyectos para restringir la autonomía que han gozado de China, y por el proyecto de la ley de extradición presentado por el gobierno de la alcaldesa Carrie Lam; en Francia no cesaban las manifestaciones de los chalecos amarillos y, en México, las realizadas por anarco feministas eran cada vez más violentas.
Aunque con varias decenas de miles de personas menos, las manifestaciones masivas han vuelto a presentarse en varias naciones del mundo, así que si en términos jurídicos, “suponiendo sin conceder” el virus hubiera sido una herramienta de control social, ya perdió toda efectividad.
Países como Vietnam (con 90 millones de habitantes), Australia (con poco menos de 26 millones) y Nueva Zelanda (con 5 millones), han registrado 35; 995 y 25 muertos respectivamente, durante más de un año que ha durado la contingencia, de manera que no tienen ninguna prisa por que los surtan de vacunas. Estas naciones no esperan a lo que venga del exterior para resolver sus problemas.
Vamos a volver al tema, pero permítame hacer una digresión para fortalecer el punto.
En otro orden de ideas, el colega Francisco Rodríguez recordaba en su columna que el pulque fue durante más de 300 años, y hasta mediados del siglo XX uno de los productos que más empleos y fortunas produjeron a quienes lo trabajaban.
La ciencia popular, tan buena como cualquier otra pues está basada en la definición de que al seguir los mismos procedimientos se obtienen los mismos resultados, aseguró que el consumo del pulque revitalizaba la sexualidad de los hombres mayores y aumentaba la producción de leche de las mujeres que amamantaban. Luego supimos que el consumo del pulque favorecía la producción del óxido nítrico, que es el mismo principio que sin querer descubrió Pfizer para fabricar su famosa pastilla azul.
Un distribuidor de pulque que recorría la ciudad llevando sus tinacos en una carreta tirada por equinos, decidió un día ponerlo a la venta bajo un techo de láminas en la entrada de la carretera México-Cuernavaca. Los paseantes hacían un alto en el camino, compraban el néctar de origen prehispánico y en el momento de la venta les regalaban un taco de chicharrón o algún otro antojito.
El consumo de pulque fue sustituido por el de cerveza y la voz popular acusó al gobierno de favorecer la producción industrial de bebidas espirituosas, en detrimento de las bebidas artesanales. Como quiera el señor Arrollo se adaptó a la situación, reconvirtió su expendio en un restaurante típico, construyó un lienzo en el que lo mismo se toreaban vaquillas que se representaban obras clásicas como el Don Juan Tenorio y su establecimiento se convirtió en sitio predilecto de las élites política y artística de la Ciudad.
Dejamos aquí esta historia y volvamos al tema del COVID. Un equipo interdisciplinario integrado por el médico internista José Luis Gálvez Romero, el doctor en matemáticas Oscar Palmeros y el investigador Sigifredo Pedraza Sánchez, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán publicó en el Journal of Internal Medicine un estudio que reveló que el tratamiento con ciclosporina en bajas dosis había logrado reducir la mortalidad de enfermos de Covid quienes se encontraban en una etapa de moderada a grave.
Cuándo se le pregunto al respecto al doctor López Gatell, casi automáticamente descalificó la investigación mexicana ¿será que también está científicamente colonizado?
Ahora es internacionalmente conocido que mientras más pronto se detenga el virus y se evite la hiper inflamación, mejores son las posibilidades de los pacientes para reponerse. Esto es lo que logró el equipo de científicos mexicanos, al combinar la ciclosporina con otros dos medicamentos.
Por su parte el presidente López Obrador dio algunos detalles sobre su tratamiento: (lo que no reveló ningún otro de los mandatarios del mundo que lograron el restablecimiento) se sometió a un procedimiento experimental de científicos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición. Su recuperación fue tan sorprendente y completa que no faltaron los que pusieron en duda que en realidad estuvo enfermo.
Sin embargo, el Instituto lanzó ahora una convocatoria abierta a personas que tengan comorbilidades, como la que el mismo presidente tiene, pues está bajo control de hipertensión, para que sometan al mismo tratamiento, con nuevos medicamentos, los mismos con que fue atendido López Obrador.
Otros estudios realizados por diabetólogos mexicanos establecen que, a los primeros síntomas de la enfermedad, los pacientes de COVID deben eliminar las harinas refinadas y azúcares pues estos alimentos favorecen la “tormenta de citoquinas”, un proceso de inflamación que afecta principalmente a los pulmones y los riñones.
En otro estudio realizado en 39 hospitales de Francia y que fue encabezado por el médico siquiatra Nicolás Hoertel se encontraron con que medicamentos utilizados para el tratamiento de la depresión, “obligando” al cerebro a incrementar la producción de serotonina, también redujeron los procesos inflamatorios, disminuyendo la cantidad de pacientes que tenían que ser intubados y en consecuencia la mortalidad por COVID.
La comunidad científica y médica está dividida en dos grandes grupos. Los que repiten una y otra vez que “no existe suficiente evidencia” sobre la utilidad de algunos medicamentos y los que consideran que todo tiene remedio menos la muerte y se arriesgan a experimentar. A este segundo grupo le podría deber la vida López Obrador.
Entonces tal vez deberíamos confiar más en nuestros científicos y no atenernos solamente a la disponibilidad para la importación de vacunas.
Si el pulque funcionaba para contrarrestar la disfunción eréctil 300 años de que Pfizer descubriera como producir la pastilla que mejora los efectos del óxido nítrico para relajar los músculos ¿Por qué no podrían ser los científicos mexicanos quienes descubran otras maneras de lidiar contra el COVID, mientras llega la vacuna?
Bitácoras suplementarias:
1.- Llegó hasta las puertas de mi hogar un joven diciendo que traía un regalo del Partido Morena, creo que es legítimo, se trataba de un periódico con propaganda. Lo que no me gustó es que empezó a preguntar los nombres de los habitantes de la casa. ¿Con qué objeto? se le preguntó. “Para informarles del día de la votación” Fue la pueril respuesta. ¿Si el partido está donando la mitad de sus recursos para combatir la pandemia de dónde saca el dinero para pagarle a estos promotores? ¿O los paga el gobierno? Y si es así ¿cuál es la diferencia con el PRI? ¿Para qué quieren realmente saber los nombres?
2.- México en su Memoria es un proyecto de divulgación histórica que se puede encontrar en internet si escribe en su buscador youtube/c/Mexico ensuMemoria hasta ahora tenemos 475 suscriptores. Si le gustan los contenidos le agradecemos que se suscriba y los comparta.