KAIRÓS
Francisco Montfort Guillén
El chalé demostraba el alto nivel socioeconómico. La estancia amplia y confortable dejaba ver, casi desde cualquier ángulo, la vitrina fuertemente protegida. En su interior reposaba, serena, la subametralladora bajo su custodia. John Belliard era un joven de marcado estilo de vida francés. En Friburgo nos recibía, al poeta José Cheo González y a mí, con el afecto briosos de la amistad recién estrenada.
¿Y con esa arma puedes matar a tu esposa si te es infiel? Soltó Cheo González a bocajarro. La respuesta inmediata de John fue precisa: esa arma sólo la utilizaré en caso de que mi país sea invadido por una potencia extranjera. Para matar a mi infiel esposa tendría que invertir una buena cantidad de marcos y no es rentable ese gasto, agregó con dulce ironía. Y sí. Todos los adultos que cursan el servicio militar cuentan con una poderosa arma para la defensa de la patria que cuidan celosamente. La suiza es una sociedad armada bajo orden y control riguroso.
Haití es un país que ha conocido el fracaso de su Estado, fallido y más: desaparecido. El horror del <<sálvese el que pueda>>, sin reglas ni orden ni agentes policiales profesionales y legales. La sociedad haitiana fue, y tal vez siga siendo, una sociedad armada. Los ciudadanos haitianos vivieron bajo la dirección de una Policía Nacional como parte de las fuerzas armadas, y bajo la sombra aniquilante de lo que fue la policía secreta y milicia personal de François Duvallier, inspirada en las camisas negras del fascismo italiano, los temidos Tonton Macoute (paradójicamente, <> de los cuentos infantiles), que se autosostenían por medio del crimen y la extorsión.
Reconstruir el Estado en Haití pasaba por recuperar el monopolio de la fuerza policiaca y las fuerzas armadas sometidas a la ley. Y uno de los primeros y arduos trabajos consistió en desarmar voluntariamente a los ciudadanos que, frente al temor, el terror y la inseguridad pública se fortificaban mediante la adquisición de armas para utilizarlas en defensa propia frente a quienes los agredía.
¿Qué idea puede ser más estúpida y perversa que aquella decisión puesta en práctica, desde el mismo Estado, para engendrar grupos armados que desafíen el monopolio del uso legal y legítimo de la fuerza de castigo y represión? Pues en México, desde el gobierno de López Obrador, tenemos en el país un oligopolio de la fuerza armada de presión y represión formado por el Estado y los grupos del crimen organizado.
En México, la reciente publicación del Índice de Paz México 2025 revela situaciones preocupantes.
<> cabeceó El Universal (13/V/2925) su nota sobre el tema. Y en su bajada apuntaba:<< De 2004 a 2024 pasaron de 90 mil a 500 mil las piezas ingresadas de manera ilegal, lo que influye en el aumento de homicidios dolosos, revela Índice de Paz>>. Existe ya una auténtica red de operaciones para traficar las armas (“río de hierro” le llaman en Estados Unidos) de manera permanente y que sustentan las violencias en nuestra sociedad. En este contexto festinar la disminución porcentual de homicidios es una forma poco elegante de esconder el problema de fondo que enfrenta México: la rutina de los enfrentamientos violentos que, además de muertos a lo largo y ancho del territorio nacional, deja tras de sí la situación de creciente inseguridad pública y de indefensión de los ciudadanos.
Por su parte El Sol de México (23/V2025) informó con base en el mismo informe esta nota que destruye toda atenuación a nuestra barbarie cotidiana: <> reporta el Índice de Paz.
En general, dice el Informe, la violencia generada por el crimen organizado ha aumentado 60% desde 2015 a la fecha, la extorsión 46%, las pérdidas económicas pasaron de mil 300 a 6 mil 900 pesos diarios, y el narcomenudeo, que es decir así mismo el consumo, ha incrementado 161% desde 2015. El incremento de personas desaparecidas también se constata; en 2024 con 32,500 personas reportadas fue el año de mayor recurrencia.
Las notas periodísticas relatan a diario el drama rojo de la violencia en México. Voces oficiales guindas dan sustento a la relación cotidiana de nuestra barbarie.
En los primeros seis meses de gobierno <<científico>> se han desmantelado más de 830 laboratorios de fentanilo en el país, se han incautado 144 toneladas de drogas, incluidas una tonelada y media de fentanilo y dos millones de pastillas de la misma droga; más el decomiso de un millón de litros de precursores y 200 toneladas de esos materiales. Y van más de 19 mil detenidos por delitos de alto impacto. Notas de Ramon Alberto Garza, “García Harfuch ataca lo que AMLO nunca vio” Sonora Presente, 24/04/2025
Y con las armas la situación es asombrosa: se han decomisado durante el sexenio pasado 48 mil armas y en estos seis meses, ya acumulan más de 9 mil 500 armas. Y ya está escrito el relato de <…nacional: la del reconocimiento oficial de que hay una guerra abierta en el país entre los cárteles, en donde el gobierno está a la expectativa…observando tan solo <>. Raymundo Rivapalacio, “Un 23 de abril para la historia”, Sociedad.3,0
En el ámbito veracruzano, la violencia que tiñe de guinda los procesos electorales ha destacado el poder de las “boletas-balas” que utiliza el crimen organizado.
Ya han asesinado a dos candidatos, han amedrentado a muchos otros, e infundido el horror con la filtración de una “atroz decapitación” con machete, filmada en vivo, de una persona en conflictos con el candidato de MC en Nanchital. He aquí la tranquilidad morenista que forma parte del rosario de muestras de posesión de armas ilegales entre la ciudadanía civil.
La sociedad mexicana es una sociedad armada. Actúa como sociedad empistolada con agresores y víctimas en todas partes. Con esta dinámica, los mexicanos pierden la fuerza y las virtudes civiles adecuadas para convivir sin patologías. Agarrotada en sus quejas, con sus asombros a cuestas, sola y sin remedio, contempla el ir y venir de los bandoleros y de las autoridades que corren en un hipódromo de la ignominia, encerradas en el circuito infernal de sus propias infamias y mediocridades.
Aterrorizada en ocasiones, y la mayor parte del tiempo sumida en su desidia y el conformismo de su vida mediocre, la ciudadanía resulta incapaz de reaccionar frente a las absurdas ambiciones de poder de las camarillas del gobierno en funciones.
Estas camarillas le han robado a nuestra sociedad la paz y la tranquilidad sociales. Ahora la sociedad civil se deja arrebatar el único Poder constitucional que realmente les pertenece a todos los mexicanos, sin importar ideologías y bandos partidistas.
El robo del Poder Judicial, para someterlo a las decisiones ilegales de los funcionarios, políticos y militantes de Morena, parece que simplemente es un acto del “Tonton Macoute Guinda” que le roba el dulce a un niño que carece de pensamientos y voluntad y fuerza para reaccionar.
Y enseguida las tribus guindas ya perpetran el robo de la libertad de expresión y de las voluntades informativas del llamado Cuarto Poder, un sistema de información/comunicación, ahora más poderoso gracias a Internet, las redes sociales y la Inteligencia Artificial, mediante la nueva ley en materia de telecomunicaciones.
Pienso que la fuente y el apoyo a estos crímenes proviene, profundamente, de la sórdida nueva clase media mexicana, premoderna y ambiciosa, gestada en las crisis de la quiebra nacional de 1976/1982, ahora hecha gobierno a través de Morena.
Vivimos, desde esas crisis económicas, con un resultado sociológico poco estudiado: las conductas, temores y deseos de la masa de trabajadores (más del 50% de la PEA) en la informalidad económica, mezclada con el lumpen proletariat del México profundo, grupos profundamente antimodernos, ignorantes y sumisos, temerosos e inclusive cobardes gracias a una vida de eternas prohibiciones frente a los frutos del desarrollo.
Clases sociales que se sienten condenadas al abismo y que no pueden luchar contra las fuerzas destructoras de sus escasas oportunidades de progreso, pues los mantienen ilusionados con las pensiones del Bienestar. Y con estos desechos humanos el país todo se va a la mierda.
francisco.montfort@gmail.com