Joel Hernández Santiago
El presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, ya agarró por su cuenta a México. No es novedad que cada vez que quiere aplausos desaforados de sus racistas seguidores anuncia sanciones o reprobaciones para México: un día el muro, otro día migrantes, otro fue el tema de los ‘dreamers’.
Y usa calificativos para descalificar a México, a su gobierno y a los mexicanos a los que desde antes nos ha dicho ‘violadores, criminales, grasientos y…’ Todo eso que dice que somos…
El gobierno mexicano se pasó de cauto en sus respuestas a Trump, desde el principio. Esta es, digamos, una de las razones por las que los mexicanos están fastidiados-indignados con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Por supuesto hay muchas otras razones, pero ésta, precisamente, toca el alma mexicana y el aun intrínseco nacionalismo.
Durante muchos meses la gente de a pie, la que no tiene que ver con el mandato presidencial en las Cámaras legislativas, o en el aparato ‘institucional’ advertían que México se estaba pasando de “silencioso y aguantador”. Muchas veces se le reprochó a Peña Nieto su forma temerosa de actuar frente a los agravios constantes de Trump. Y sí, se le ha visto evasivo y siempre buscando argumentos del tipo diplomático para no entrar en polémicas –decía-.
No se trataba ni se trata de declarar la guerra, ni de una confrontación cara a cara o gobierno a gobierno. No.
Se trataba sí de que se mostrara una forma firme y contundente para detener los dichos y amenazas de Trump. Se trata de mostrar firmeza y control de gobierno frente a otro gobierno. Por supuesto siempre tomando en consideración los intereses de nuestro país y de sus habitantes.
Pero no, no y no. Y en esto sin duda tenía mucho que ver Luis Videgaray, el enemigo malo de nuestro país, en nuestro país. Esto es: priorizaba este personaje su relación con el yerno de Trump, Jared Kushner, vendiéndole a Peña Nieto que él podía arreglar la situación. Pues nada.
Y en esa canasta se puso todo el mandado. Videgaray ya convertido por obra y gracia de su relación cercana con Peña Nieto, y reivindicado luego de su metida de pata al traer a Trump al mismísimo Palacio Nacional mexicano, iba y venía a Washington para “acordar” con Kushner.
¿Qué acordaban? ¿Qué decían? ¿Cuáles fueron los beneficios de esta relación? ¿En qué se expresa esa confraternidad a lo Pierre Choderlos de Laclos en su “Amistades peligrosas”? Hoy la relación con Estados Unidos sigue siendo difícil y sin respuestas del gobierno mexicano para poner las cosas en el lugar de cada quien…
Lo último es precisamente el tema del acero y el aluminio. A manera de la zanahoria y el burro, Trump uso una especie de excepción de aranceles a Canadá y México por unos cuantos días. Pero ya lo anunció el secretario de Comercio de EUA, Wilbur Ross: México, Canadá y la UE estarán sujetos a los aranceles del 25% y 10% en el acero y el aluminio”.
Así que a la media noche del 31 de mayo se comienzan a aplicar estos aranceles para su importación a Estados Unidos. Mientras Trump finge que está negociando el TLCAN, por otro lado lanza una guerra comercial contra México: “Primero Estados Unidos”, dice Trump.
Ya había impuesto estos aranceles desde marzo pasado, pero eximió a estos países, mientras trataba de organizar ciertas limitaciones a sus exportaciones. Pero no funcionó.
De inmediato la Unión Europea acusó que esta decisión es puro y llanamente proteccionismo. Y de inmediato anunciaron imponer más aranceles a las importaciones de EUA a Europa. Y asimismo, Bruselas anunció que desistirá de cualquier negociación comercial con EUA si hay aranceles nuevos, y que por lo pronto impondrá gravámenes a por lo menos 350 productos de EUA.
En México también se anunció una serie de medidas equivalentes a productos estadounidenses, como “aceros planos, lámparas, piernas y paletas de puerco, embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos, diversos quesos…”. El impulso a esto tiene razones de tipo comercio internacional y es, como en diplomacia, una reacción equivalente.
Por cierto, el 30 de mayo, ante la inminencia de los aranceles, el Consejo Coordinador Empresarial, urgió al gobierno mexicano a imponer aranceles de vuelta en la misma proporción a productos americanos, según Moisés Kalach, representante de los empresarios en las negociaciones del TLCAN.
Como quiera que sea, estamos frente a un vecino incómodo en el momento más débil del gobierno en México. Videgaray urge a que se firme ya el TLCAN, como sea; Ildefonso Guajardo, el secretario de Economía dice que no: que se arregle un acuerdo apropiado y con beneficios para México aun cuando no sea en los meses siguientes… Dos visiones y dos intereses distintos ahí.
Por lo pronto el mal sabor de boca ya está. ¿Lo quitará el nuevo presidente de México?