La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca trae consigo la promesa de un cambio drástico en la política exterior de Estados Unidos, en especial en lo que respecta a sus relaciones con China y América Latina. Sin embargo, analistas señalan que los intentos de frenar la presencia económica china en la región podrían tener efectos no deseados, incluso fortaleciendo aún más los vínculos entre los países latinoamericanos y el gigante asiático.
Trump ha declarado su intención de frenar el crecimiento de China en América Latina, un tema que se alinea con su enfoque de guerra comercial contra el país asiático. A lo largo de su campaña electoral, Trump ya ha criticado la relación económica entre América Latina y China, argumentando que el gigante asiático representa una amenaza para la región y para Estados Unidos. De hecho, el presidente electo ha sostenido que esta competencia comercial podría llevar a un nuevo giro hacia una política proteccionista para América Latina, similar a la Doctrina Monroe que pretendía reservar el continente para los intereses estadounidenses.
Sin embargo, según Carlos Aquino, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Mayor de San Marcos, estas presiones por parte de Washington podrían no lograr su objetivo. «No están muy claros los efectos que puedan tener las medidas de Trump. De hecho, algunas podrían beneficiar a los países latinoamericanos», aseguró. En su opinión, la imposición de aranceles a productos chinos ha llevado a varias fábricas a trasladarse a países como Vietnam e India, y esto podría beneficiar a América Latina, con México, Perú y Brasil como principales receptores de estas inversiones.
Además, Aquino agregó que, aunque Estados Unidos podría intentar presionar a los países latinoamericanos para reducir su relación con China, Washington no tiene la autoridad para prohibir el comercio con el gigante asiático. «Si EEUU se vuelve más aislacionista, va a ser contraproducente para ellos, porque la región va a seguir eligiendo a China como socio comercial», subrayó.
Por otro lado, el periodista argentino Germán Mangione, director del Observatorio de Actividades de los Capitales Chinos en América Latina, destacó que la expectativa de que las inversiones estadounidenses sustituyan a las chinas en la región es un error. «Esto ya se dijo en el primer mandato de Trump y no se concretó. La influencia económica de EEUU en la región ha sido limitada, y en muchos casos, ha sido China la que ha tomado el liderazgo con grandes proyectos de infraestructura», explicó.
Mangione mencionó ejemplos claros del peso que tiene China en la región, como el puerto de Chancay en Perú, el metro de Bogotá en Colombia y el tren Belgrano Cargas en Argentina. Estos proyectos, señaló, demuestran el impacto de las inversiones chinas en América Latina. De hecho, Brasil, el principal socio comercial de China en la región, podría enfrentarse a mayores presiones de la Casa Blanca, que buscará limitar su relación con Pekín, lo que podría afectar incluso al Mercosur.
Aunque Estados Unidos sigue siendo un socio comercial crucial para países como México y Centroamérica, los analistas coinciden en que el impacto de las presiones de Trump sobre la relación comercial con China será limitado, ya que las economías sudamericanas tienen una relación mucho más estrecha con el gigante asiático debido a su producción de commodities.
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