Ricardo Del Muro / Austral
La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México en 2024 marcó un hito en la historia del país; por primera vez, una mujer ocupa la más alta magistratura y hay 13 mujeres gobernando entidades federativas, además de avances significativos de la representación femenina en los cargos de elección popular. Sin embargo, el blindaje del Palacio Nacional en la víspera del Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo, expone una contradicción en el gobierno de Sheinbaum y las dificultades para establecer y avanzar en una agenda feminista.
En un país donde el promedio de feminicidios en 2024 era de diez al día, según datos de ONU Mujeres, el triunfo electoral de Sheinbaum, que batió récords de apoyo en las urnas, se interpretó dentro y fuera de México como un un considerable impulso a la causa feminista. Esa confianza está respaldada por 86% de las mexicanas que creen en que la situación de los derechos de las mujeres mejorará durante su mandato, de acuerdo con una reciente encuesta realizada por Enkoll para El País y W Radio.
Pese a la percepción de optimismo, indica el diario español, los datos duros sobre acoso o agresión sexual en México siguen siendo preocupantemente altos: un 44% de las mujeres encuestadas afirman haber sido víctimas de violencia machista, con apenas una leve mejoría de cuatro puntos con respecto al año anterior.
Una de las primeras medidas de la presidenta Sheinbaum, tras tomar posesión el primero de octubre, fue presentar una bateria de decretos para garantizar los derechos de las mujeres. La más simbólica, además de crear una Secretaría de las Mujeres, fue incluir en la Constitución la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, la igualdad salarial y el derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia.
Sin embargo, el blindaje del Palacio Nacional, muestra la desconfianza y genera cuestionamientos sobre el verdadero compromiso del gobierno con la lucha feminista; además, es un indicativo del enorme reto del gobierno de Sheinbaum para para establecer una política y un diálogo con los diferentes grupos de mujeres cuyas demandas responden a diferentes realidades sociales, políticas y económicas.
La presidenta Sheinbaum, en su conferencia del miércoles, justificó la colocación de vallas de tres metros de altura afuera del Palacio Nacional: “Las vallas son de protección – puntualizó -, para ellas incluso, para aquellos grupos que toman la decisión de utilizar métodos con objetos peligrosos”.
Esta será la primera marcha, con motivo del Día Internacional de la Mujer, este sábado 8 de marzo, en el periodo gubernamental de Shienbaum. Las manifestaciones feministas en la Ciudad de México en los últimos años se han caracterizado por su violencia y la presencia de mujeres encapuchadas, integrantes de grupos anarquistas (el denominado Bloque Negro) que destruyen, pintan y vandalizan monumentos históricos, bancos, comercios e inmuebles.
Muchas feministas consideran que estas acciones son una respuesta legítima ante la impunidad y la violencia de género. Argumentan que la destrucción de bienes materiales no es comparable con la violencia sistemática que sufren las mujeres en México.
Aunque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador promovió algunas políticas de equidad de género, su discurso y sus acciones en temas clave como la violencia de género, feminicidios y derechos reproductivos fueron objeto de críticas. Desde el inicio de su administración, López Obrador mostró una postura de desconfianza y rechazo hacia las protestas feministas y llegó a descalificarlas argumentando que eran movimientos manipulados por sus opositores.
Uno de los mayores puntos de conflicto entre López Obrador y los colectivos feministas fue la falta de acción gubernamental ante la crisis de feminicidios en México, además de que desapareció el Programa de Estancias Infantiles y se recortaron los fondos al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y a programas de apoyo a víctimas de violencia de género.
Ante este panorama, una de las primeras acciones de la presidenta Sheinbaum fue enviar al Congreso, el 3 de octubre de 2024, un paquete de iniciativas para reformar seis artículos de la Constitución – así como siete leyes secundarias – para garantizar el apoyo y la protección a las mujeres.
En el marco de los primeros 100 días de su gobierno, se informó que el delito de feminicidio se redujo en 26.5 por ciento, de septiembre a diciembre de 2024.
Aunque es evidente el cambio en la política de seguridad y feminista de Sheinbaum, que anunció la creación de los Centros de Educación y Cuidado Infantil (CECI), si realmente quiere marcar una diferencia con López Obrador, debe dejar de ver a las feministas radicales como una amenaza y empezar a reconocerlas como una fuerza política que, aunque incómoda, es esencial para el avance de los derechos de las mujeres en México.
El gobierno de Sheinbaum debe dejar de criminalizar la protesta feminista y reconocer que la radicalización es una respuesta a la impunidad y la violencia que sufren las mujeres. El reto no es sencillo, ya que el feminismo en México es un mosaico de luchas y estrategias diversas, lo que impide hablar de un solo movimiento con una agenda única.
Según un directorio del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) de 2005, se registraron 2 mil 732 organizaciones de la sociedad civil, de las cuales 988 reportaron actividades relacionadas con la promoción de la equidad de género. Este dato tiene casi dos décadas de antigüedad y, desde entonces, el panorama ha cambiado significativamente. El movimiento feminista ha crecido y se ha diversificado.
Hay grupos feministas institucionales (que buscan reformas dentro del sistema) y también hay movimientos independientes y radicales; hay movimientos vinculados a los pueblos indígenas y comunidades rurales; también existe un feminismo popular y anticapitalista. Algunas luchan por derechos políticos y laborales; otras por derechos reproductivos y también por seguridad y justicia ante la violencia machista y los feminicidios.
El diálogo con las feministas radicales e icoinoclastas es un reto complejo pero no imposible. Y la presidenta Sheinbaum, como ya lo mostró con el presidente Donald Trump, sabe dialogar. RDM