Horizonte de los eventos
Luego del sistema de partido único, los mexicanos, incluso la inmensa mayoría priista, repudiamos los vicios que degeneraron en tiranía déspota y excluyente, a la revolución mexicana. Vicios que antes, al Porfiriato, al mismo extremo de injusticia y abuso opresivo, (nos) llevó.
Vicios que con los años redujeron al mínimo al PRI. Lo que a sus dirigentes regentadores, ni apuró ni avergonzó -ni aún ahora- ¿por qué el Partido que fundó el Poder, al Estado, cayó al fondo más próximo de la inexistencia?
Varios son los motivos -en columnas anteriores he abordado. El proceso degenerativo tuvo ese propósito, exactamente: esos vicios fueron injertados, dirigidos y orientados: la Revolución fue traicionada, invadida, abolida y relevada, sin un proceso sangriento, en un proceso paulatino -y su inercia nos sigue arrastrando.
Lo que nunca se hubiera logrado, de no “fusionarse” desde dentro. Y allí, los neoliberales –herederos de los “científicos” del Porfiriato-, aunque cierto, hubo una generación intermedia, encabezada por Luis Echeverría (LEA), el gran “tecnócrata” -primero en llegar a la Presidencia, sin haber sido dirigente del Partido ni haber ostentado ningún puesto de elección popular: requisitos del régimen priista cumplidos hasta Díaz Ordaz.
Y LEA rompió infinidad de reglas del sistema, más. Reglas no escritas, de obligatoriedad constitucional, que sostenían poderosamente aquella cofradía llamada “familia revolucionaria”. Destaca que encarceló a Eugenio Méndez Docurro. Hizo reformas a constituciones locales, cuando la Constitución Federal era “sagrada” -irreformable. Desapareció los Poderes de varios estados. Ni los gobernantes que sí participaron en la revolución recurrieron a ello. Endeudó en grande al país y devaluó el peso.
Y sí, lo sustituyó Pepe López Portillo (JLP), su amigo. Aún menos ligado al Partido y al Sistema. De familias de abolengo, conservadores y porfiristas: aseguró ser vasco siendo presidente. Siguió el caminito de legitimarse culpando a su antecesor, metiendo al bote a gente cercana a LEA, fomentando cuadros sin formación priista, aumentando el gasto público, deuda y devaluando el peso.
Así, el paso de transición que refiero, de revolucionarios a tecnócratas, LEA deja a JLP, abriendo la puerta a los hacendarios. Y JOLOPO a neoliberales: heredó a Miguel de la Madrid (MMH). Cedió el Poder al semillero del Banco de México, linaje Gómez Morín ¡la contra revolución! MMH importó el neoliberalismo a México -no su heredero, Carlos Salinas (CSG), como insistentemente se señala.
Los cuatro sucesores siguientes, continuaron el escabroso ejemplo de los cuatro mencionados: culpar a los anteriores, metiendo al bote a los más cercanos, aumentando el gasto público, viviendo de aumentar la deuda y devaluando la moneda. Derogando las “facultades metaconstitucionales” (Carpizo, dixit), cada vez más ignoradas fueron pasando simultáneamente a la incomprensión, desconocimiento e ignorancia.
Sólo al paso de los años, apenas vislumbramos para qué servían las llamadas “reglas no escritas”; Sostengo que eran normas constitucionales no escritas, pues hoy, con claridad se evidencia que al inobservarse reiteradamente y en aumento, por LEA y JLP, MMH ya pudo, llegando, reformar la “Constitución escrita” -y de qué forma-: la Reforma del Estado -que hoy mismo no termina. También encarceló, súper devaluó, desajustó: metió otro Estado en el Estado Revolucionario.
Crecieron los vicios, pese a las contralorías. Aumentó geométricamente la deuda externa, devaluó la moneda y aparecieron la inflación y el desempleo.
Fue un Golpe de Estado en dos movimientos y 12 años, del 70 al 82. Y es cuando surge la pregunta ¿cómo se sostuvo entonces el PRI en el Poder, hasta el 2000? Bien, el régimen revolucionario fue estructura, pero también ideario: La Revolución no fue un mero cambio de grupo en el Poder con el Porfiriato. El compromiso ideológico de Justicia Social, es la estricta diferencia. No la estructura.
Así, la estructura creada por el Movimiento Revolucionario, desplazado éste, siguió sosteniendo gobiernos: tecnocráticos, neoliberales, panistas y priista, de vuelta, ya sin compromiso ideológico, instaurado el pragmatismo, toaron el Poder los neoliberales. La estructura priista se interesó en tener sus cuadros en el
Poder, sus cuotas sectoriales, cediendo la presidencia, pero regenteando al PRI para conservar senadores, diputados y gobiernos locales -pervirtieron a los sectores obrero, campesino, popular y todo lo público, integrados estos vicios en la normalidad cultural hasta que reventó el 2018.
Cuotas, forma de organización, integración y renovación de los Poderes y gobiernos locales que rige aún a todos los Partidos Políticos (PP), incluido Morena, que garantiza mayorías y una parcial gobernabilidad -no toda pues LA FÓRMULA CUANTITATIVA, POR SÍ SOLA, NO GARANTIZA GOBERNANZA.
En dos etapas progresivas, de 1970 y 1988, las Instituciones son gobernadas con el único respaldo la mayoría, que no legitima suficientemente por carecer por completo del “compromiso ideológico” que construyó el desarrollo y la cohesión nacional de 1917 a 1982.
Han sido gobiernos mayoritarios sin sustento, sin formación y de hecho, sin unidad, por lo que les ha sido imposible siquiera gobernar. Por ello la multiplicación de todos nuestros males: sea sector educativo, salud, vivienda, distribución de la riqueza, autosuficiencia, inseguridad: La mayoría no garantiza honestidad, funcionabilidad, congruencia de los esfuerzos nacionales, empleo, salud, vivienda… Y la mayoría actual sigue la tendencia de los anteriores 53 años ¡cada vez, garantiza menos!
Ese es el propósito fundamental del presidente de la República: dar forma a un compromiso ideológico permanente -a más de otros intereses que tenga y en juego. Sólo que él mismo no tiene la poderosa formación y unidad que tuvo la familia revolucionaria. Las enseñanzas de la batalla, del por qué levantarse en armas, combatir a los enemigos en batalla, ni por qué preferir la política. Pues el régimen neoliberal, los conservadores que él llama, de ninguna forma llegaron a abusar tan groseramente como Porfirio Díaz, como tampoco él restaurará el Estado Juarista, priista ni callista, pero sí puede aproximarse. Sin salvar que comparte los mismos vicios que fomenta entre los suyos y los impone inequitativamente y por capricho y eso, justamente, es lo que ha levantado en armas a los mexicanos.
Él ansía el modelo revolucionario priista, mas no persigue la unidad nacional. Divide, fracciona geográfica y socialmente a la nación, para montarse en su mitad, conservar la mayoría y legitimarse en el Poder, únicamente.
Porque habla de redistribución del ingreso, pero su estructura no tiene la unidad, la congruencia de propósitos, la formación hacia ese modelo de vida y de nación, ni los alcances y controles del Estado Revolucionario. Y en tanto no los reconstruyamos, superar los rezagos es un sueño de opio.
El presidente tiene una visión político electoral de mucho mayor alcance que el resto de los políticos mexicanos. Ciertamente no es como la mayoría, no pretende hacerse rico, él, no se su familia ni las cabezas de su movimiento -prevalece una visión de futuro tendiente a cero, buscar billete cuanto antes, no crear la estructura que soporte un ejercicio de redistribución del ingreso. Ejemplos de incapacidad abundan de ayuntamientos, gubernaturas y secretarías de Estado.
Cuyos titulares además, son premiados, lo que evidencia el propósito verdadero.
La visión político electoral del presidente, combina para su sucesión, negociación de las posiciones con base en el respaldo electoral de cada aspirante (legado de Colosio, según la XIV Asamblea Nacional del PRI) y cuotas, con el acuerdo de los aspirantes a respetar resultados e integrar los órganos de gobierno el próximo sexenio y ya repartido el pastel, promete que por primera vez, en 29 años, los mexicanos votaremos por una opción ideológica y no por rostros o nombres. Esa es la mayor ventaja del presidente sobre la oposición de los vicios probada, enclavada en cuotas para sumar mayoría, sin ideario y AMBOS CONCENTRADOS EN LA CONFRONTACIÓN ¡TANTO QUE HA COSTADO CONSTRUIR LA UNIDAD NACIONAL!
En cambio, no tiene visión ni formación político gubernamental de largo plazo. No es estadista. Tampoco tiene los cuadros. No tiene el tamaño de convocarnos a todos. No desea integrarnos a todos. Porque busca consolidar su mayoría y gobernar -¿mexicanidad parcial?
Votarlo sólo confirma la sustitución de grupos en el Poder. Tristemente, ningún paso a la salud de la República.