Yo Campesino / ¡Corruptos!
- “Venden a su madre, venden la pertenencia a una familia, a un pueblo”: Francisco
Miguel A. Rocha Valencia
Ahora que será nombrado un nuevo Papa, sería oportuno señalar algunas diferencias que puntualizó el extinto Francisco cuando se refiere a los pecadores y a los corruptos porque al final de cuentas todos hemos pecado, pero no todos son corruptos.
La diferenciación hecha por Jorge Mario Bergoglio en su autobiografía “Esperanza” entre pecado y corrupción es aplicable a los tiempos modernos y muy en especial a países donde sus personajes destacados llegan a grados superlativos de podredumbre y lo peor de todo es que son cobijados por el sistema, por sus gobiernos y que, por ello incurren en la misma práctica.
Posiblemente el difunto Papa no se refería a alguien en especial, pero sí dirigió sus palabras a esos gobiernos que presumen de “no ser como los demás”, darse golpes de pecho de pie como el fariseo que daba gracias a Dios por no ser como el publicano que de rodillas imploraba perdón por sus pecados. (Lucas 18:11-12)
Durante muchas mañaneras escuchamos al publicano que se sentía encarnación del pueblo, de la Ley y de la justicia asegurando que él y sus secuaces, no eran igual que sus antecesores y se decía impoluto de toda culpa, tanto que se comparaba con un ave que cruzaba un imaginario pantano sin manchar su plumaje que aun enlodado, lo negaba.
Porque en la realidad, mintió desde el inicio, llamó corruptos a sus semejantes mientras él y su familia se hundían en un pantano de podredumbre del cual no puede sacarlo su propia “corcholata”, y no puede porque pertenece a la misma tribu y para intentar al menos limpiar el nombre de su mentor, debe mentir, golpear a los “adversarios” que nunca lo fueron y sobre quienes como aquél, se ensaña con todo el poder y peso de un gobierno que se volvió omnímodo y sordo a los reclamos de las minorías cualquiera que fueran y las llamaron corruptas sin pruebas.
A algunos hasta los acusaron de apátridas, enemigos del pueblo que encarnan los cuatroteístas y hasta propusieron declararlos traidores.
El tiempo, la soberbia y sus excesos, sin embargo, les quitó la máscara de patriotas, impolutos, diferentes y buenos administradores para mostrarlos tal cual siempre fueron: mentirosos, traidores, convenencieros y corruptos a la vez que incompetentes para administrar la cosa pública y se hartaron con los vicios que criticaron incluyendo el robo y la impunidad.
Dejaron por su conveniencia política y ambición que muchos murieran de enfermades y falta de medicamentos, a otros simplemente permitieron que los asesinaran y cedieron espacios a sus cómplices y benefactores de las empresas del crimen organizado al cual se sumaron y dejaron crecer impunemente incluso en territorios donde no tenían influencia como si ese fuera el trato mientras que a las fuerzas del orden las corrompieron con presupuesto, obras y concesiones a cambio de su silencio e inmovilidad.
Que conste todo eso no lo decimos en este espacio, sino que lo aseguran agencias y organismos internacionales, que hoy nos tienen a México como uno de los países más violentos y corruptos del mundo con niveles de opacidad en el gasto público de escándalo, sólo a la par de dictaduras tercermundistas, lo cual no tiene nombre y nos hace sentir de lo peor pues no sólo se califica a un régimen, el de la 4T, sino un país entero.
Es por eso que al leer la autobiografía del papa Francisco, nos llaman la atención algunos de sus conceptos muy aplicables sobre todo en caso de los ateos que no reconocen el pecado cristiano, pero sí la corrupción.
Por principio el difunto prelado manifiesta que “Todos somos pecadores. Si dijera que yo no lo soy, sería la persona más corrupta de todas”. Ahí te hablan ganso.
Y en seguida el mensaje lapidario cuadradito a la 4T: “Cuando le rezamos a María decimos que es la madre de «nosotros, pecadores», y así es. Pero no de los corruptos. De los corruptos no puede serlo. Porque los corruptos venden a su madre, venden la pertenencia a una familia, a un pueblo…
“Eligen de manera egoísta, diría que satánica: cierran con llave la puerta desde dentro. Se encierran con doble vuelta de llave. El corrupto no se reconoce pecador, carece de la humildad necesaria, nunca ha sido él, no siente la culpa. Ser incapaz de sentirse culpable es una enfermedad grave y común, sobre todo en nuestra época…
“Una enfermedad que da miedo. Mateo, el recaudador de impuestos que Cristo convirtió en apóstol cambiándole el nombre y el corazón, era un traidor a la patria y un pecador, pero desde luego no un corrupto. No había cerrado completamente la puerta. Basta un resquicio para que Dios pueda entrar, y conmigo Su misericordia lo hizo”.
Descanse en paz el jesuita perseguido por su propia orden.