Joel Hernández Santiago
El caso de las muertes y detenciones en Tláhuac, Ciudad de México, el 20 de julio es una muestra más que precisa de que la violencia ha penetrado en cualquier parte del país y que, por su parte, el gobierno-los gobiernos, insisten en negar que este proceso criminal esté en expansión y que haya adquirido una fuerza descomunal en sus espacios de responsabilidad.
Durante años y meses, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, niega de forma insistente e irresponsable que el crimen organizado, el narcotráfico, los ‘cárteles de la droga’ y la violencia ocurran ahí. Niega incluso que haya proliferado el uso de armas. De pronto, por “quítame estas pajas” alguien saca una pistola y mata. (¿Quién está distribuyendo tal cantidad de armamento a cualquiera ahí?).
En una actitud necia y peligrosa niega-niega-niega lo que es tan evidente como peligroso…
En su absurda ambición por ser candidato presidencial y hasta presidente de la República, Miguel Ángel Mancera hace piruetas a fin de que no se diga que durante su gobierno el fenómeno criminal creció en la ciudad de México en donde viven más de 12 millones de seres humanos y otro tanto acude a la capital del país proveniente de los estados vecinos. Esto en un espacio de 2,499 kilómetros cuadrados.
Así que lo del 20 de julio en Tláhuac es un ejemplo de que ahí está el peligro. De que convive aquí o allá con los capitalinos y que ha adquirido fuerza criminal gracias a su expansión de grado o por fuerza y con la complicidad –también de grado o por fuerza- de las autoridades.
Ese día, en un operativo cuidadosamente planeado, las fuerzas de la Marina Armada así como agentes de la Policía Federal y la Secretaría de Seguridad Pública de la CdMx, llegaron a la colonia La Conchita Zapotitlán, en donde, según parte oficial, fueron agredidos por los presuntos delincuentes con armas de alto poder “por lo que fueron repelidos en apego al procedimiento del manual de uso”: murieron ocho personas… entre ellos Felipe de Jesús “N” apodado “El Ojos”…
El sábado siguiente se llevó a cabo el funeral de “El Ojos” al que acudió mucha gente de la colonia y en donde se aprovechó para detener a presuntos delincuentes armados y cargados con cocaína. (¿Por qué siempre que se detiene a alguien peligroso, aunque no sea en materia de narcotráfico se les encuentra o mariguana o cocaína?)…
El tema central sigue siendo el de la violencia criminal que ha penetrado en casi todo el país. Y gobiernos hay que lo niegan enfáticamente, como si así exorcizaran el mal, aunque ese mal está ahí y corroe la vida de muchos más y pone en riesgo sus vidas.
De inmediato el señor aspirante presidencial Miguel Ángel Mancera, fiel a su estilo, hizo un “tour de forcé” mediático, en donde presentaba como un éxito el operativo en el que “hace meses estamos trabajando con los cuerpos de seguridad participantes” al tiempo que evadía reconocer que la Ciudad de México se ha convertido en un espacio de violencia, agresión, crimen e impunidad y corrupción.
Un absurdo porque a ojos vista la capital del país vive cada día más la tragedia de la inseguridad pública por todos lados: el temor, el miedo, el hartazgo y la indignación se juntan cada día más en lo que fue aquel “México el asiento”. Pero antes que la solución, está su carrera política, como muchos casos en México…
Y esto es así porque en el gobierno-los gobiernos federal-estatal-municipal, existe el síndrome del “aquí no pasa nada” o “no me había dado cuenta” o “es un fenómeno que no corresponde a la realidad”; y todo por mantener la imagen de gobernabilidad y garantizar el futuro político con un aparente “gobierno con gobernabilidad” en muchos casos.
Así pasa en Tabasco en donde la violencia y el crimen existen y los municipales cierran los ojos y hacen la vista gorda mientras la entidad es una de las más señaladas en esto; como Oaxaca y en particular Juchitán, en donde el crimen está a la vista; como en Chiapas… y más…
Meter la basura debajo de la alfombra no es conveniente. Ésta poco después apesta o causa alergias. Así que lo mejor será que cada quien asuma su parte de responsabilidad, como es el caso de Mancera que fue Procurador del DF al tiempo que se expandía el problema Tláhuac y él “ni vio ni oyó”. Así como el actual Delegado en Tláhuac, Rigoberto Salgado quien dice que no estaba enterado de lo que pasaba en su demarcación…
Así que en todos lados se cuecen habas, en el ex-DF las hay, y ya se están quemando; como en otros estados, otros municipios en donde todo mundo del poder político mira hacia otro lado en tanto que, a la manera de los dibujos de Abel Quezada, la tropa se hace añicos.
¿Gobierno para cuidar el fuero, los privilegios y la seguridad y patrimonio de los habitantes o gobierno para preservarse como gobierno? En fin.