homo políticus
- Apagafuegos del Caso Teuchitlán
En la agencia de Delitos Sexuales, Cuauhtémoc Blanco perpetró un acto abusivo más. Sin consentimiento de la autoridad, ordenó una sesión fotográfica que pone en riesgo la integridad de las personas ajenas a él, por violentar su intimidad y exponerlas en público.
Fue ayer, en su visita voluntaria a las instalaciones de la Fiscalía general, donde además de encontrar propicio tiempo y espacio para la promoción política —la necesidad de lavar rostro y manos sucias es real—, encontró trato exclusivo al ser recibido sin demora. No se apersonó voluntariamente, sino lo obligaron a hacerlo.
No se trató de un acto de cortesía política, sino de debilidad institucional. Entrar caminando desde la calle y esperar su turno ante el Ministerio Público, habría mejorado la percepción de desconfianza e incredulidad que se tiene de la dependencia que, con ello, reforzó la duda sobre su autonomía. La autorización de trato preferencial al azotador, lastima y ofende a su víctima.
Temprano, vía directo a todo México y parte de EEUU, el diputado Hugo Éric Flores regañó cinco veces a la Fiscalía morelense por su mala actuación en el asunto Nidia Fabiola-Cuauhtémoc Blanco, por pergeñar una carpeta de investigación mal hecha y peor presentada, ciertamente por la vieja Fiscalía, pero rehecha por la nueva Fiscalía que, como alumno de segundo grado de escuela de turno vespertino, volvió a hacer mal la tarea.
Se saluda que el subprocurador de Justicia, Edgar Maldonado, no haya recibido al bienaventurado señor Blanco, con un alzacuello de presbítero, como en confesionario. Nomás lo dejó tomarse fotos. Hizo bien en no dar acceso a la carpeta de investigación al indiciado ni a su abogada, por cierto, también defensora del hermano uterino de Cuauhtémoc, Ulises Bravo, y de Leticia Nolasco, exsecretaria de Obras Públicas. Dar acceso a la documental habría convertido la dependencia en escuela de aprendices sin registro de validez oficial de estudios.
El invierno de hace seis años, Cuauhtémoc Blanco visitó las recién construidas instalaciones de la Fiscalía, en Apatlaco 165. El entonces zar anticrimen, Uriel Carmona, pillo como nadie más, lo llevó a inaugurarlas. Como guía de turistas lo condujo a cada área. El propósito del entonces fiscal era mostrarle los separos judiciales, es decir, las cárceles, y ahí tomarle fotos. Nadie entendió propósito y mensaje no maquiavélico, sino graquista. ¿Dije cárcel?
Ayer nuevamente estuvo Cuauhtémoc en el mismo espacio físico, bajo el estatus criminal de indiciado de un delito grave, pero no frente a las rejas. No es beneficiario de la protección de su fuero, porque no se votó en San Lázaro por ello, sino para admitir o no admitir la carpeta de investigación. Averiguación que debe ser enriquecida con nuevos datos de prueba, que no puedan burlar los hombres y mujeres que acorazaron al bribón de moda que, desde la ignorancia, fue utilizado para mitigar pasajeramente el quebradero de cabeza que aún es y por mucho tiempo, Teuchitlán.