Norberto Amaya A. //// Ciudad de México, a 11 de diciembre de 2016.
Dicen que lo que parece es, el agravamiento de la situación económica de México y el crecimiento de la deuda son evidentes, el gobierno de Enrique Peña Nieto atraviesa por una enorme descomposición en lo que tiene que ver con las finanzas públicas y el ejercicio del presupuesto, de esa manera fijaron sus prioridades, pero descobijaron a los sectores importantes que debían de apoyar, para reactivar el mercado interno y fortalecer la creación de fuentes de trabajo y lograr una distribución del ingreso. No lo hicieron así y hoy vamos con incertidumbre al 2017. La sombra de Ernesto Zedillo y su error de diciembre se hacen presentes.
El congreso debió de haber ejercido su papel de contrapeso y establecer medidas de control para el gasto público y sobre todo realizar un exhorto a la Auditoria Superior de la Federación (ASF) para realizar una supervisión más estricta de lo que hacen con el dinero los gobiernos de los estados y los grandes municipios del país. Es evidente que la mayoría de gobiernos estatales han incurrido en prácticas que van a generar problemas de corto y mediano plazo para quienes son sus gobernados. Es así que la inversión en obra pública no se justifica en términos de costos y beneficios. Tanto el gobierno federal como los gobiernos estatales, han incurrido en graves errores en el manejo y uso del presupuesto. En diciembre vamos a cerrar con mayores dificultades para poder garantizar el mínimo de bienestar familiar, ya no hablemos de quienes viven en la pobreza extrema.
La sustitución de Luis Videgaray Caso por José Antonio Meade, implicó la continuación de un modelo que en los hechos ha fracasado, por ello, la renuncia de Agustín Carstens como gobernador del Banco de México, pone en evidencia las contradicciones al seno de los tecnócratas que han manejado los asuntos financieros, no debemos olvidar que el grupo que integran José Ángel Gurría, Pedro Aspe, Meade, entre otros, han llevado la conducción financiera del país en los gobiernos de distintos partidos (PRI y PAN) y sus resultados para la mayoría de productores y trabajadores, son desastrosos. El control de la inflación y el mantenimiento de sus perspectivas macroeconómicas no han mejorado la calidad de vida y la garantía de los derechos sociales establecidos en la constitución. Ahí están los resultados.
A lo anterior se suma la relación con los Estados Unidos, que ha sido de sumisión y escasa aportación en las relaciones comerciales, que nos han atado y vuelto dependientes hasta la ignominia. Algunos hoy defienden el Tratado de Libre Comercio (TLC), pero se olvidan que éste fue negociado en forma desventajosa por el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, quien no supo administrar de manera clara nuestras ventajas comparativas, sobre todo ello que tiene que ver con nuestros recursos naturales (petróleo y gas, por citar algunos) y nuestra mano de obra, misma que hoy se encuentra amenazada por la llegada de Donald Trump al gobierno de la mayor potencia mundial, los Estados Unidos de Norte América. No se entiende que la soberanía nacional empieza desde nuestro sector primario y el cuidado de nuestros recursos naturales, han entregado todo los llamados neoliberales. No negamos la globalización, pero deberíamos proteger nuestra economía. La participación de México en la economía mundial o de América Latina va en picada.
La diversificación de las relaciones comerciales ha sido un fracaso, tanto en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), como en la Organización para el Comercio y el desarrollo Económico (OCDE), nuestro país está en condiciones deplorables, por la sencilla razón de que no estamos aprovechando nuestras ventajas comparativas y tampoco estamos dando certidumbre a la producción interna de corto, mediano y largo plazo. ¿A dónde entonces debemos caminar?
No hay plazo que no se cumpla o resultados que tengan que pasar el examen de la sociedad entera. Hay necesidad de cambiar el rumbo de la economía nacional, ello implica un gran acuerdo social y económico y por supuesto el cambio de régimen político, una plena distribución de la riqueza nacional y respeto a la separación de poderes. Es necesario entonces un gobierno que se plantee como prioridad la reconstrucción nacional, la defensa de la soberanía y la recuperación del poder adquisitivo y fomentar la inversión pública y privada en sectores que son garantía de crecimiento y desarrollo. Se puede y se debe hacer, las condiciones de emergencia así lo exigen. Veamos entonces las respuestas y las propuestas, porque de lo contrario, la caída será mayor y de grandes magnitudes. Veamos que sucede.
Reflexiones. Desde ésta modesta columna, manifiesto mi solidaridad con el doctor en economía, Eudoxio Morales Flores, agraviado y perseguido por el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, por el único delito de haber denunciado el endeudamiento y la falsedad en los informes de ese gobierno. Ya hay la denuncia correspondiente en la Comisión de Derechos Humanos, estaremos pendientes. Nos leemos en la próxima.