In principio erat Verbum©
Simón Vargas Aguilar©*
“El voto es más fuerte que una bala”. Abraham Lincoln
¿Cuántas veces nos hemos preguntado si debemos o no votar?, ¿en cuántas ocasiones nos hemos ausentado de la importante responsabilidad social que conlleva asistir a las urnas? Las respuestas son multifactoriales, e incluyen diversos aspectos como: el incremento en la desconfianza en las instituciones, la carencia de compromiso social, la idea de que política y corrupción son sinónimos o la creencia de que este ejercicio electoral no hace una diferencia significativa, entre otros muchos, sin embargo, debemos reconocer que es necesario que como mexicanos no sólo nos preocupemos, sino que también nos involucremos.
El abstencionismo es un fenómeno complejo y multidimensional, pero, lamentablemente presente desde hace varias décadas en nuestro país, algunos estudios concuerdan en que una de las razones por las que esta situación se había enraizado en México se debía a la duración del partido hegemónico en el poder y la aparente ausencia de alternancia, fue así que a partir del 2000 cuando el primer candidato de oposición obtuvo la Presidencia de la República los números con respecto a la población que no votan han variado.
De acuerdo con un Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2021 del Instituto Nacional Electoral, en 2009 hubo una participación del 44%; con respecto al año 2012, se vio un aumento al 62.1%; en 2015 se contabilizó un 47.9%, en 2018 el porcentaje fue de 63.4, siendo ésta la elección federales con mayor compromiso por parte de la población mexicana, y finalmente en el 2021 se registró un 52.7%.
Es probable que muchos piensen que votar en las siguientes elecciones no tendrá un impacto significativo, sin embargo, el próximo 02 de junio se llevará a cabo la elección más grande de la que se tenga registro en México. Se votarán más de 20,000 cargos, incluidos la Presidencia de la República, Senadores, Diputados Federales y locales, una Jefatura de Gobierno y 8 gubernaturas, Presidentes Municipales, Regidores y Síndicos; por lo que se deben dejar de lado las actitudes pasivas que consideran que los problemas tienen que ser abordados y resueltos por el prójimo, para entender que al no actuar somos irresponsables con el futuro del país.
No podemos dar como un hecho la democracia, ésta tiene que ser considerada como una meta a la cual solo accederemos a través de una participación social responsable e informada, además frente a una elección como la que se llevará próximamente, el análisis de propuestas, la vocación de servicio, la formación profesional, la viabilidad de los proyectos y la integridad de los aspirantes, debieran ser considerados realmente como algunos de los elementos esenciales no sólo por los partidos para la designación de candidatos políticos, sino también para conquistar nuestro voto.
Desafortunadamente, pese a los esfuerzos por involucrar a la ciudadanía, de acuerdo con una encuesta realizada por W Radio, Enkoll y EL PAÍS, 67% de los entrevistados no vio o escuchó el segundo debate realizado el pasado 28 de abril y del 33% que sí lo hizo tan solo el 8% cambió su decisión de voto.
“Si tu no votas alguien más decidirá por ti”, lo cual además de ser una frase popular es una realidad, ¿cómo podríamos exigir si tampoco hemos cumplido con nuestra responsabilidad ciudadana?, habitamos un mundo cada vez más interconectado y la democracia es una de las piedras angulares para mejorar la educación, los sistemas sanitarios, el medio ambiente, la seguridad y por supuesto la economía y las condiciones laborales; todos los problemas necesitan soluciones colectivas y resilientes, es por ello que hoy más que nunca de nuestra participación dependen un sin número de acciones.
*Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.