Ya te extraño mucho, Moniquita-muñequita.
Descansa en paz
Las traiciones al interior de los partidos gobernantes son un reflejo nítido de las pugnas cupulares de ñoños por el control del poder. De todos se espera, menos de los correligionarios, la puñalada trapera de la infidelidad a los principios y a los objetivos comunes de toda organización. Tal parece que el caínismo es la consigna: matar al hermano.
El sistema político mexicano fue ejemplar por la cohesión y la disciplina que procedía del vértice del presidencialismo, pero sus correas de transmisión para preservar la unidad de propósitos eran, tanto el Partido del Estado, como sus ad láteres, en las oposiciones formales de otros signos ideológicos.
Si se quiere, todo estaba pactado de antemano, en aras de una ficción monumental, pero el propósito de conservar la identidad nacional hacía hasta de los paniaguados, grandes ilustrados, unos patriotas. Conciencias nacionales, porque jamás perdieron el rumbo de la República por perseguir mezquinos intereses o rapiñas de ocasión.
Los grandes líderes de los países autónomos emergentes de todos los confines de la Tierra llegaban a México en búsqueda de orientación, ideología y consenso. Para los países que no tenían inspiración, historia institucional y guías políticos, éramos la tierra prometida.
Por aquí desfilaron los jefes de las repúblicas balcánicas, los guías del africanismo, los poetas de la negritud, los grandes filósofos políticos de la Revolución, los independentistas latinoamericanos. Era la capital del poder. El asiento sagrado de la sabiduría política .
López Portillo descompuso el engranaje tricolor
Al sistema político mexicano lo desmontó la excesiva frivolidad de sus Jefes Supremos. Los tlatoanis que confundieron las ganas de comer con las ganas de ejercer el poder. Desgraciadamente, José López Portillo, que era un improvisado en las filas de la disciplina y el sentido de la proporción, fue el adalid de la descomposición del engranaje, otrora aceitado y reluciente.
Cuando le llegó el momento de operar su propia sucesión, la decisión que tomó en favor de El Hombre Gris, Miguel de la Madrid, fue de lo más desafortunado.
JLP se guió por los favores familiares y sentimentales que había concedido el taimado colimota a su hermana Margarita –que, decía, le había enseñado a leer y escribir–, a su hijo José Ramón y a su preferida, Rosa Luz, esposa del hijo mayor de su mejor amigo, Luis Echeverría.
Y por algo peor, si es que se puede: la necesidad fisiológica de empoderar a un grupo de descastados que decían manejar aptitudes tecnocráticas con las que, presumían, iban a modernizar el sistema, cuando su verdadera intención de fondo era el anexionismo; el entregar al país, sin tregua y sin cuartel.
Salinas, manipulado por intereses de Córdoba Montoya
Llegaron, gracias a López Portillo, los desmanteladores del Estado. Ladrones sin brida, nacidos en México, pero educados en inglés pocho, con títulos comprados, más falsos que un billete de a dos pesos. Un hazmerreir internacional, un saqueo impune, que los mexicanos bien nacidos esperan se juzgue con la objetividad de la justicia, si es que existe.
Gentuza de la peor calaña. Subastadores de lo ajeno. Patrimonialistas que devastaron lo que quedaba de México. Carlos Salinas de Gortari, que se decía el jefe, era un inconsciente, manipulado por intereses oscuros y muy redituables, a cargo del verdadero Presidente, el francés José Córdoba Montoya, “el Godoy” mexicano.
El ejemplo que daba el de arriba cundió como una epizootia de traidores hasta abajo. Cuando los politicastros sabían que todo se valía, porque los nuevos mandarines estaban dedicados a sangrar a la Patria, hicieron lo que quisieron, como pudieron, hasta el tope. Había llegado la hora del aquelarre.
Beatriz Paredes: quien traiciona una vez, traiciona siempre
La presidenta del PRI, la tlaxcalteca Beatriz Paredes, enaltecida por JLP aprendió rápido, y siendo gobernadora salinista apoyó sin medida a Alfonso Sánchez Anaya, candidato a ocupar su posición, pero postulado por el PRD.
En 2006, la extraña política tlaxcalteca se hizo postular candidato priísta al Gobierno del Distrito Federal, sólo para repetir la maroma y entregar, sin brizna de esfuerzo, el manejo de la contienda y de la elección, por un puñado de dólares que direccionó a Brasil para que su favorita, la cantante Denise de Kalafe lo administrara en sociedad.
De ese modo, llegó, sin el menor esfuerzo a la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal el bizarro Marcelo Ebrard a arrasar con el patrimonio de los capitalinos. Un maremágnum de corrupción que se halla en gruesos expedientes criminales.
Luego, encarrerada, hizo lo mismo, para voltear la espalda al Partido que le debía todo, el PRI, y apoyar al candidato del PAN, el oscuro Héctor Ortiz Ortiz, hasta que lo sentó en el Palacio de Tlaxcala. Para ella, la vida política era coser y cantar, apoyada al extremo por los “dirigentes” de su partido de origen.
Oso…rio Chong apoya a Yunes Linares contra el PRI
Hoy se da el colmo: el peñanietismo en el que todos los subordinados del primer círculo de la caverna de Los Pinos sacan raja de un Presidente desvalido, de un gobiernito inane, sin información, sin formación, sin Programa, sin idea de Nación y destino colectivo. Todo un rompecabezas del ridículo. Un equipito de ninis y rateros desvergonzados.
El sedicente secretario de Gobernación, Miguel Ángel Oso…rio, jugándole las contras a su partido, apoyando a todo lo que da al candidato veracruzano de la coalición PAN- PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, un pederasta y pillo de siete suelas, que hace mucho, muchísimo, debería estar compurgado sus delitos contra el patrimonio nacional tras bartolinas.
El secretario de Comunicaciones y Transportes, sin argumento posible, empeñado en quedarse con todos los “bisnes” del ilusorio y faraónico proyecto del Mega Aeropuerto capitalino, tratando a toda costa de desvalijar a los capitalinos de un patrimonio inmobiliario que le pertenece. Arrasando sin piedad todos los argumentos válidos del gobierno de la CDMX, que les ha comprobado en todos los tonos su impericia e impudicia.
Violando, desde la inconsciencia, todas las reglas del Derecho territorial y patrimonial, en aras de enriquecerse él y sus protegidos de hambre de riqueza , verdaderamente pantagruélicas, de usos monárquicos medievales. No tienen medida. Hablan con la lengua de la ignorancia, sólo en favor del que creen que es su dinero. ¡Hágame el refabron cavor!
Y Peña Nieto respalda a Carlos Joaquín en Q. Roo
Y como cereza del pastel, la intromisión del mismo Peña Nieto, en contra de la voluntad de los priístas quintanarroenses, pues es vox populi en la Riviera Maya, que está moviendo el aparato gubernamental y sus haberes, en favor del candidato de la coalición PRD-PAN, Carlos Joaquín, familiar del infausto secretario de Energía.
En favor de una familia caciquil que avasalla impunemente los derechos y la miseria del pueblo de Quintana Roo. Una puñalada artera de quien se cree Tlatoani, con el sello de la casa, el objetivo del prevaricato, también desde la ignorancia supina.
Otro “oso” cantado. Porque el abanderado priísta, Mauricio Góngora, es un ciudadano sin tacha, con oficio y trabajo al ras del suelo entre sus paisanos. Una bofetada al rostro de uno de los procesos democráticos internos ejemplares en este país, donde todo lo toma a broma macabra la tolucopachucracia rampante.
Peña Nieto se suma a las traiciones al interior del PRI, en la hora de los descastados tartufos, de los nuevos impostores, que, por lo visto, quieren formar legión.
Si la política tiene lógica, Peña Nieto va a perder otra vez. Como siempre. Como ya va haciéndose costumbre. Con la candidez que lo caracteriza, y que desgraciadamente, es la medida con la que nos tratan todos los países del planeta.
Índice Flamígero: Sobre la actriz Kate del Castillo envía hoy su epigrama El Poeta del Nopal: “La acusan de rebeldía / y conducta licenciosa, / pero ella espera animosa: / “ordene usted, Señoría”; / lejanos aquellos días / de glamour y TV Notas, / hoy desde tierras remotas / la bella Reina del Sur /se ha convertido en augur / de su eventual bancarrota.”
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Pues sí, entre bajas pasiones por comer y atragantarse, así como los bajos instintos, que se entrelazan y confunden con los primeros, y que quedan plenamente reseñados en los casos lésvico y homofílicos descritos, el pueblo lanquidece y la nación se resquebraja, sin sistema político alguno.