Arq. Mario González R. Cedillo, CPP
En las tres entregas anteriores se intentó realizar un sucinto diagnóstico sobre cuáles han sido las principales causas del cómo y porqué hemos llegado a la actual situación de inseguridad que padece el país desde hace décadas por el anárquico Desarrollo Urbano; a continuación trataremos de explicarlo “Desde la banqueta”.
I. INTRODUCCIÓN.
La presente entrega se articula desde la perspectiva del peatón (no tanto el automovilista) que circula por las calles y avenidas de la ciudad pasando por diversos entornos urbanos.
El recorrido inicia desde que el peatón sale de su hogar, que es la célula social básica, hasta que camina por megaestructuras urbanas como plazas comerciales, bancos, hospitales, corporativos, escuelas, entre otras. Es este individuo quien en su recorrido ejerce la vigilancia natural en los espacios urbanos dado que la vigilancia se desprende de la observación al caminar, por lo que el peatón / automovilista deberá “aprender a mirar”.
Para que el hábito y la práctica común de la vigilancia natural por parte de las personas alcance su máxima potencialidad, es fundamental que las personas cuyo quehacer se relaciona con el diseño del espacio urbano y sus características ambientales aprendan a ver el espacio de un modo analítico e identifiquen las situaciones que limitan la vigilancia natural y que pueden propiciar actos delictivos en dichos espacios públicos abiertos; así por ejemplo, el aprender a identificar accesos, puntos de observación hacia el espacio público , rutas seguras, señalética, iluminación, entre otros, resulta de utilidad en la búsqueda e implementación de soluciones.
Este capítulo se sustenta en conceptos de la prevención de la delincuencia mediante el diseño del espacio urbano, sus características ambientales que en este capítulo será denominado como CPTED, ayuda a las personas a “aprender a mirar”, a procesar la información del medio ambiente, para posteriormente buscar las soluciones más adecuadas a cada caso. El proceso de “saber mirar” se enfoca tanto en aspectos arquitectónicos como ambientales. Por características ambientales se entienden aquellas como señalización, limpieza, orden, iluminación, seguridad, etc., que aportan al mejoramiento de la calidad de vida en el espacio, urbano y a la percepción de la seguridad.
II. ANTECEDENTES.
Durante décadas, los gobiernos federal, estatales y municipales han ofrecido, pero incumplido, el acceso a oportunidades de empleo y vivienda, así como a los servicios de educación, salud, seguridad y justicia para elevar el nivel de calidad de vida de 125 millones de mexicanos; la falta de tales satisfactores de subsistencia provocaron la migración de millones de personas del campo a las ciudades que se asentaron en la periferia de las mismas en búsqueda de mejores condiciones de vida.
En la actualidad, de los casi 125 millones de habitantes en el territorio nacional, más de 90 millones de mexicanos conviven en altas concentraciones urbanas debido al crecimiento anárquico y desordenado del desarrollo urbano que han originado costos asociados al desarrollo sustentable como son los conflictos de desigualdad social por falta de acceso a oportunidades y servicios generando ambientes de inseguridad en las ciudades que padecen de delincuencia común y organizada, según la última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, en donde el 76% de la población se siente insegura en su ciudad, por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró hace unos meses la implementación de un Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) que forma parte de los 25 programas prioritarios para rescatar al menos 15 ciudades del país con altos índices de marginación y pobreza, en el cual se prevé invertir alrededor de 10 mil millones de pesos, el cual estará a cargo de la SEDATU. Más recientemente durante una visita a Baja California Sur el presidente presentó el Programa: “Mi México Late” en donde “se invertirán ocho mil millones de pesos en vivienda y mejoramiento de barrios, así como rescatar “ciudades perdidas” y marginadas del desarrollo económico, y recobrar, construir o rehacer “espacios públicos” en territorios donde el crimen organizado ha creado sus propios dominios territoriales”1, explicó el presidente de la República.
1. Fuente: El Heraldo/Marzo 4 2019/Por: Wilber Torre.
Si bien la onda explosiva de inseguridad pública azota a la mayoría de los estados del país, es en los municipios conurbados de las Zonas Metropolitanas en donde se diagnostican altos índices delictivos por su alta concentración poblacional; sus causas sociales y efectos delictivos se identifican en la dinámica urbana del temor ciudadano por su exposición al riesgo y proceso delictivo, cuya estadística delictiva en la ZMCM con sus 18 municipios conurbados va en aumento, según el SESNSP, Semáforo Delictivo y la ENVIPE 2018.
Ante tales escenarios, en la pasada administración tanto la Secretaría de Gobernación como la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) se abocaron a desarrollar políticas públicas y estrategias de prevención para disminuir los altos índices delictivos, así como reducir los niveles de violencia a través del Programa Nacional de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (PRONAPRED), y de conformidad al Programa Ciudades Seguras ONU-Hábitat, con mecanismos que van más allá de la simple vigilancia y control policial, elementos necesarios, pero no los únicos componentes de una estrategia para la disminución del delito y la violencia.
Actualmente, varios países han adoptado las estrategias de prevención del delito de la ONU en sus tres vertientes, generando diagnósticos situacionales que identifican las condiciones de amenaza y riesgo del entorno físico y social que contribuyen a la comisión y fomento de actos delictivos de alto impacto, para después desarrollar planes, programas, proyectos y líneas de acción tendientes a modificar dichas condiciones de vulnerabilidad e inseguridad.
Dentro de estos programas, el Crime Prevention Through Enviromental Design (CPTED) –por sus siglas en inglés–, cuya traducción literal es la Prevención del Delito a través del Diseño Ambiental, es una disciplina acuñada en 1971 por el Dr. Ray Reffery y posteriormente por el Arq. Oscar Newman, quien agregó al concepto Ambiental los términos Urbano y Arquitectónico en su libro “Creating Defensible Space” (1996, New York, USA).
El CPTED ha demostrado ser una estrategia viable para prevenir cierto tipo de delitos y reducir el temor que las personas “sienten” (la seguridad es un sentimiento) en determinados espacios públicos. Así lo demuestran experiencias en distintos países del mundo como son los programas “Safe Cities” en Canadá, “Fixing Brocken Windows” en los Estados Unidos de Norteamérica, o “Secured by Design” en Inglaterra.
EL ENTORNO URBANO ES EL ESCENARIO EN EL CUAL SE DESARROLLA LA CONDUCTA HUMANA.
Esto puede determinar conductas, así como influir en la actitud de usuarios en los espacios públicos abiertos.
En este contexto, los programas de prevención del delito mediante el diseño del espacio urbano y arquitectónico generan recomendaciones de diseño arquitectónico que buscan disminuir las oportunidades de cometer un delito y crear las condiciones que hagan que las personas se sientan seguras en su ambiente. Países como los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Inglaterra, Holanda, Chile y Brasil han implementado estrategias basadas en los principios básicos de diseño urbano derivados de la disciplina CPTED, también conocida como “Design Out Crime” (DOC) en Europa.
La implementación de estas estrategias ha requerido de su adaptación a la realidad social y cultural de cada país desarrollando diversas estrategias CPTED. Estas varían en términos del énfasis debido a problemas de la percepción al temor de ser víctima, el tipo de organizaciones, la forma en que se vincula a la comunidad para su participación, así como el grado de “tropicalización” en que se combina con otras políticas y estrategias de prevención con acciones de Cohesión Social y Seguridad Ciudadana, así como con tecnología de punta para obtener Seguridad Urbana, pus la experiencia internacional indica que se puede reducir la frecuencia de ocurrencia de cierto tipo de delitos si se dificulta la oportunidad por medio de la modificación del entorno abierto.
La percepción de inseguridad que “sienten” las personas en un espacio público se encuentra asociada a las mismas características de lugares que atraen a agresores, facilitando la comisión de delitos. En otros países, las estrategias de diseño urbano elaboradas en programas de prevención del delito han llegado a ser incorporadas a proyectos arquitectónicos de zonas residenciales, centros comerciales y zonas escolares, en cuanto a su ubicación, estacionamientos, infraestructura de movilidad, etc.
III. PREVENCIÓN DEL DELITO A TRAVÉS DEL DISEÑO AMBIENTAL, URBANO Y ARQUITECTÓNICO.
PRINCIPALES CONCEPTOS Y ESTRATEGIAS.
A continuación se describen sucintamente los enfoques teóricos que fundamentan las principales estrategias de prevención del delito que son utilizadas en otros países, para luego delimitar los alcances de las estrategias de prevención del delito y la violencia a través del diseño ambiental, urbano y arquitectónico.
III.1. TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DEL CRIMEN.
La criminología es una disciplina con más de 200 años de antigüedad que ha generado cantidad de investigaciones y teorías -a veces contrapuestas- sobre el fenómeno delictivo, como la antropología social. La mayoría de las teorías buscan explicar cómo surge el comportamiento delictivo individual o colectivo y cuáles son sus causas. Estas tienden a diferenciarse por la relevancia con que se presentan en las características individuales y/o medioambientales (sociales y/o físicas) en la cogeneración del comportamiento delictivo. Existen tres tendencias teóricas que fundamentan los principales enfoques preventivos que se encuentran actualmente:
a. Teorías Biosociales y Psicosociales.
Estas corrientes se enfatizan los rasgos individuales (de personalidad, estilos de pensamiento, control de impulsos) en el contexto de experiencias de vida que se consideran como riesgosas (violencia intrafamiliar, pobreza, desempleo personal o familiar). Con este enfoque, se busca identificar aquellas características personales y contextuales para entender cómo ambas influyen en el comportamiento delictivo.
Los programas preventivos inspirados en este enfoque, se orientan usualmente a identificar a mujeres, niños y adolescentes en situación de riesgo o violencia escolar a través de la participación ciudadana para luego desarrollar políticas y estrategias que reduzcan los factores de riesgo y/o estimulen el desarrollo de factores de protección.
b. Teorías Sociológicas.
La perspectiva sociológica enfatiza el rol de factores sociales, tales como el desempleo, la pobreza o la exclusión. En términos muy generales, es posible proponer que desde esta perspectiva interesa estudiar la forma en que se organiza la sociedad civil y cómo puede fomentar mayores tasas de delitos, debido a que facilita que las personas de ciertos sectores marginados manifiesten un alto grado de inconformidad con las normas de conducta cívicas.
Desde esta perspectiva, las acciones preventivas se enfocan en lograr cambios sociales de largo plazo, como por ejemplo la creación de empleos en zonas de alto riesgo delictivo y mejorar las condiciones ambientales del entorno.
c. Teorías de la Decisión Racional.
Si bien mucho se ha avanzado en el conocimiento de los factores de riesgo asociados al desarrollo del comportamiento delictivo, las estrategias de prevención basadas en estas perspectivas suelen ser complejas de implementar y sus efectos se evidencian a mediano y/o largo plazo.
Este enfoque preventivo se basa en la “Teoría de Decisión Racional” (Rational Choice Theories) que se orientan al estudio del proceso de toma de decisiones de un incipiente o potencial delincuente. Desde esta perspectiva se analizan principalmente dos aspectos que inciden sobre la comisión de actos delictivos y el tipo de situaciones que generan las oportunidades delictivas, así como las estrategias de disuasión existentes.
Las estrategias del CPTED se enmarcan en el ámbito de la reducción de oportunidades delictivas, por lo que se describirán brevemente aquellos elementos que generarían dichas oportunidades, para después exponer las estrategias de prevención orientadas a resolver o minimizar tal situación.
La noción de disuasión se entiende como la existencia de la amenaza de castigo por la comisión del delito y la noción de que ocurrirá rápida y severamente. Siendo así, se buscó analizar aquellas variables situacionales que facilitarían la comisión del acto delictivo. En este sentido, para que se generara un delito era necesaria la existencia de:
a.- Un autor motivado,
b.- una víctima accesible, y
c.- la ausencia de un vigilante.
d.- Elementos necesarios para la ocurrencia de un delito.
De estas investigaciones se deriva el llamado “enfoque de la actividad rutinaria”, una de las primeras líneas de investigación basada en la racionalidad del delincuente. Actualmente, la perspectiva situacional aborda una mayor variedad de delitos como son la extorsión, el cobro de uso del suelo, el secuestro, etc.
Un autor motivado podía ser cualquiera, siendo con mayor frecuencia un hombre joven. Una víctima accesible podía ser definida como aquella que es percibida como de alto valor y visibilidad, así como del fácil acceso tanto para la comisión del delito como asegurar la ruta de escape con el menor tiempo y riesgo posible. Un vigilante no se refiere a un vigilante formal como policía o guardia privado; con mayor frecuencia sería una persona común que se encuentra vigilando instintivamente un espacio público abierto; ejemplo: un vecino o vendedor ambulante, etc.
Actualmente, es posible diferenciar dos disciplinas que actúan conjuntamente desde dicha perspectiva; una es la Prevención Situacional nacida en Inglaterra y la otra es el CPTED, que ha sido desarrollada principalmente en los Estados Unidos de Norteamérica. Ambas disciplinas despliegan múltiples estrategias de prevención que operan sobre variables ambientales que facilitan la comisión de delitos, frecuentemente variables del entorno físico. Dichas estrategias pueden ser clasificadas como aquellas que se orientan al entorno o hábitat y aquellas que están más orientadas a reducir la vulnerabilidad de una potencial víctima o blanco como podría ser un banco, comercio, casa u oficina.
Una diferencia del CPTED con el enfoque inglés, es que no se concentra solamente en la reducción del riesgo en la comisión del delito, sino también aspectos ambientales que reducen el temor de las personas (riesgo percibido) en determinados espacios públicos abiertos.
No obstante las diferencias, es posible advertir que en muchos casos dichos grupos de estrategias se complementan y que pese a las diferencias se denominará genéricamente como CPTED al conjunto de dichas estrategias, ya que es difícil conceptualizar una estrategia de prevención del delito basada solamente en uno de los enfoques antes mencionados.
A continuación se describirán las principales estrategias del CPTED utilizadas actualmente.
III.2. Estrategias CPTED.
Como se mencionó anteriormente, entre las estrategias de la prevención del delito orientadas a la disminución del temor al riesgo de ser víctima o blanco, se pueden distinguir estrategias orientadas al ambiente, tales como:
a.- Estrategias orientadas al ambiente.
Desde esa perspectiva, existen cinco principios cuya aplicación contribuye a la generación de espacios seguros.
Estos cinco principios han influido principalmente en las aplicaciones estadounidenses, no obstante, se observa frecuentemente que son complementadas con técnicas dirigidas a la víctima. Dichos principios guían el análisis tanto de los espacios inseguros como de futuros proyectos urbanos y orientan la generación de recomendaciones arquitectónicas que puedan tener efectos reductores sobre la percepción del temor a la inseguridad reflejada en los índices delictivos, la victimización y la violencia comúnmente asociada a los espacios deteriorados o abandonados.
(Continuará)