* ¿Quién se niega a sentirse participe de la construcción o deconstrucción del proyecto de México, con tan solo alzar la mano? Así edificamos nuestra miseria
Gregorio Ortega Molina
Porfirio Muñoz Ledo nos refiere a lo difícil que es desmontar un régimen, y también está molesto por el tráfico humano al que se ha prestado este tercer país seguro. El presidente constitucional de todos los mexicanos afirma tener prisa, para que el cambio de régimen sea irreversible. Es dueño de su tiempo, y propietario de su maña.
¿Cuál es la propuesta de la 4T para que el modelo político acedo y fuera de servicio sea sustituido por otro nuevo y garante de gobernabilidad? ¿Han perfilado, siquiera, su idea de la IV República? ¿En qué sentido camina la regeneración nacional?
El líder ha permanecido siete meses en el monte Horeb, el México bueno y sabio atento lo espera, para que nos ilumine con su luz y su sentido común, y señale el rumbo para erigir las instituciones que, por fuerza, deben sustituir al régimen de la Revolución, que es el que desmontan y del cual abominan, pero en el que se formaron y vivieron para llegar a la cúspide.
El cambio de régimen requiere algo más que plasmarlo en la norma constitucional, las leyes y la juridicidad; necesita, por fuerza, de un cambio de actitud, sólo posible a través de la educación y del ejemplo. El aborrecido Luis Echeverría Álvarez lo sugirió -nunca llegó a desarrollarlo- y pidió el cambio de estructuras mentales. Sin embargo, todo indica que nos llevan en sentido contrario, precisamente a esa obsesión que niegan, porque la ansían y la consideran la respuesta idónea: la presidencia imperial, la reelección por la eternidad. Ensayaron en Baja California.
De resultar cierto que no anhelan perpetuarse en el poder, ya estaría sobre la mesa la reforma del Estado, con alternativas suficientes para intentar diseñar y construir el presidencialismo parlamentario, transformar al Congreso de la Unión en un verdadero parlamente con la fuerza de decir no.
Estaría sobre la mesa la figura de Primer Ministro, habría una reorganización ministerial que construyera, precisamente, ese cambio de régimen, que sólo ha sido ofertado para justificar el desmantelamiento de instituciones que lograron contener las facultades metaconstitucionales del titular del Ejecutivo, y que ahora, ante sus pretensiones, les estorban.
Pero desean sustentar su poder “a mano alzada”, porque están conscientes, como advierte Hannah Arendt, “el fenómeno fundamental del poder no es la instrumentalización de una voluntad ajena para los propios fines, sino la formación de una voluntad común en una comunicación orientada al entendimiento. El poder se deriva básicamente de la capacidad de actuar en común”.
¿Quién se niega a sentirse participe de la construcción o deconstrucción del proyecto de México, con tan solo alzar la mano? Así edificamos nuestra miseria.
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@OrtegaGregorio