A 100 años del surgimiento, el muralismo mexicano sigue vivo y en constante transformación, coincidieron los artistas Gustavo Chávez Pavón (Guchepe) y Miktlan Kouatl, durante la conferencia Muralismo en resistencia, realizada la noche del viernes en el Museo Mural Diego Rivera, como parte de las actividades celebratorias por el 35 aniversario.
Chávez Pavón, quien ha pintado murales en Chiapas, Toluca, Palestina, Argentina y otros lugares, dijo que a pesar de que en las escuelas de arte ya no se enseña casi el muralismo, porque se ha convertido en algo escondido y prohibido, lo cierto es que existen muchas comunidades que lo siguen fomentando.
Luego de recordar los inicios del muralismo mexicano, en tiempos de José Vasconcelos, el muralista señaló que México es uno de los países con una de las culturas más diversas de todo el planeta. Con la creación de la SEP en 1921 se fomentó el arte público.
Indicó que desde el principio el muralismo tomó partido por las causas sociales, sobre todo por los sectores más desprotegidos, como los pueblos originarios. Diego Rivera pintó en los principales muros de México a las personas que nadie quiere ver: los indígenas, no solo desde el punto de vista estético, sino en su verdadero entorno.
Acompañado de varias decenas de personas, Guchepe comentó que el muralismo de hace 100 años sí fue subversivo, porque mostraba la auténtica cara del pueblo. Antes, los museos no podían ser vistos por la gente común y corriente, al grado de que parecían mausoleos, lugares cerrados a las ideas, la rabia, el dolor, la pobreza, esa necesidad de expresar lo que sucede en este país y exigir justicia.
Dijo que el muralismo actual sigue esos mismos principios. Nosotros, por ejemplo, hemos aprendido a desacralizar el arte, tratamos de romper con el concepto del artista burgués y que es tocado por un dios y que se convierte en parte de las élites económicas y gobernantes.
Afirmó que él, al igual que muchos artistas, hemos aprendido a pintar los claroscuros del pueblo y los hemos hecho con la gente que se organiza, es decir con los campesinos, los indígenas, los maestros, los alumnos, los colonos y las personas encerradas injustamente en las prisiones.
Añadió: yo no pinto solo, vengo a pintar con la gente de mi alrededor; es una idea utópica, pero a lo mejor es posible hacerlo, que es transformar los espacios grises y represivos de este país en espacios más coloridos y humanos.
La gente que todos los días se levanta a las 5 de la mañana para ir a trabajar también puede ser artista, porque todos tenemos la sensibilidad y la posibilidad de seguir desarrollándonos. El arte es algo humano y muy necesario. El arte, la música, la danza o la poesía es un otro lenguaje y un otro idioma del alma, sostuvo el muralista.
El muralismo sigue vivo porque lo seguimos haciendo entre todos, concluyó en su ponencia Gustavo Chávez Pavón (Guchepe).
En tanto Miktlan Kouatl habló de su proceso de creación de los murales y su acercamiento con la gente. Soy un muralista caótico y ecléctico, influido por los tlacuilos que me han cambiado mis expectativas artísticas, en los últimos 20 años; transformas al mundo y a ti mismo, aseguró.
Reconoció que la gente es la que lo ha incitado a crear murales en comunidades apartadas de la cultura. Me invitan a comer, a su casa y me aconsejan lo que debería estar en mis murales y esto es algo que agradezco, porque me ofrece otra alternativa, explicó el artista mexicano.
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