Por Leopoldo Díaz Pérez
“Un expresidente mexicano trabajo para la CIA”
Si bien se conocían diversas notas en medios de comunicación referentes a los expresidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, en el sentido de que habían pertenecido a la Agencia Centra de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) durante sus respectivos mandatos, llama la atención la reciente publicación de documentos desclasificados de los que se infiere que el expresidente José López Portillo trabajó para la CIA. Incluye igualmente a Adolfo López Mateos como agente de la multicitada agencia de inteligencia.
No parece asunto de poca monta que durante 24 años de la administración pública en México cuatro exmandatarios se hayan sumado a la CIA. López Mateos inicio su mandato en 1958 y López Portillo lo concluyó en 1982.
Vayamos a la nota que se titula “Former Mexican president worked for CIA” y que comienza relatando que este preciso antecedente de López Portillo se da como resultado de la desclasificación de documentos publicados por la “US National Archives” relativos a pruebas del asesinato de John F. Kennedy (JFK), entre los que se encuentra un memorándum sobre una reunión de agentes de la CIA el 29 de noviembre de 1976.
Se refiere que, durante la discusión sobre el magnicidio, el oficial de inteligencia de los Estados Unidos Bill Sturbitts comenta a sus colegas que México pronto tendrá un nuevo presidente y que se trata de un hombre que ha tenido el control del enlace por varios años.
La reunión fue agendada para evaluar la posibilidad de difundir a mediados de diciembre de 1976 los documento sobre la investigación de la CIA de Lee Harvey Oswald, el hombre detenido por el asesinato de JFK.
Concluye la CIA que, un marino veterano disparó desde una ventana del sexto piso de un edificio próximo al paso del convoy presidencial. El acusado Oswald había declarado a la prensa que él fue un señuelo.
Sturbitts agrega que transparentar la relación del líder mexicano con la CIA sería desfavorable para su imagen ante la prensa.
La platica surgió en el contexto de la toma de posesión de López Portillo, justamente unos días antes y considerando que fue el único candidato que se presentó a las elecciones para presidente desde un año antes. La gestión de López Portillo estuvo marcada por el altísimo monto de la deuda soberana que contrató para renovar y expandir la extracción de petróleo, lo que llevó a nuestro país a la debacle económica cuando declinó la demanda de crudo y la moneda mexicana perdió su valor frente al dólar estadounidense.
Gracias a los excedentes de capital generados por el alza del precio del petróleo a raíz del embargo petrolero de la OPEP inicialmente y, posteriormente por la revolución iraní y la guerra Iran-irak, los países árabes invirtieron y gran parte de esos recursos eran captados por la banca en occidente.
El recalentamiento de la economía indujo a los Estados Unidos a reinvertir los excedentes de capital en los países menos desarrollados incluido México; cuyo efecto fue la formación de la deuda del Tercer Mundo. Así la burbuja de bonanza de la administración de López Portillo fue tan efímera como intempestiva fue la incapacidad del gobierno para pagar el servicio de la deuda exterior.
Por lo que respecta a Luis Echeverría, resalta la trama histórica muy álgida de la que surgió su “candidatura”; la celebración de las Olimpiadas en México y el movimiento estudiantil del 68 que hizo eco de los disturbios estudiantiles en Francia.
Al inicio de su administración su directiva fue abandonar la política económica exitosa en anteriores gobiernos que se conoció como “desarrollo estabilizador” para impulsar lo que denominó “desarrollo compartido” o un esquema de populismo para repartir equitativamente la riqueza.
En aquel entonces el presidente de la república tenía facultades para dictar políticas económicas y operarlas inmediatamente de ahí que puso en movimiento la locomotora del centralismo de la economía mexicana en una frenética carrera que creo fideicomisos, empresas de Estado y adquirió empresas privadas para estatizarlas, destinó creciente presupuesto para obra pública, a la par que pulularon los subsidios a los pobres, al campo. la ganadería y la pesca.
En ese entorno de la Guerra Fría Echeverria pretendía el liderazgo del Tercer Mundo. La realidad fue otra, la crisis económica no se dejó esperar al final de su sexenio; las empresas fueron vendidas algunas incluso a sus anteriores dueños a un precio más bajo y la población descendió en su nivel de vida.
Fue el resultado de la ineficiente administración empresarial del Estado y del impulso de elevar sin sustento el gasto público lo que obligó a emitir papel moneda y a contratar deuda en un ambiente internacional de inestabilidad por la escasez de petróleo. Así llegó a su fin el “Milagro Mexicano” que generó el desarrollo estabilizador.
El común denominador Luis Echeverria y López Portillo fue la quiebra de la economía de México.
@ Leopoldiazperez