* “Las fuerzas que empujaban hacia el odio eran, por su misma naturaleza vil, más vehementes y agresivas que las conciliadoras; además, se escondían tras ellas intereses económicos con menos escrúpulos que los nuestros… Era la pandilla de siempre, eterna a lo largo de los tiempos, que llamaba cobardes a los prudentes, débiles a los humanitarios, para luego no saber qué hacer, desconcertada en la hora de la catástrofe que ella misma había provocado”
* No quiero… no quiero y no quiero, repite Andrés Manuel López Obrador ante la necesidad legal de que desocupe Palacio Nacional
Gregorio Ortega Molina
Es momento de que empresarios, comerciantes, proveedores de servicios (como los bancarios), comprendan que al empequeñecerse el PIB sus fortunas decrecerán. Para que la economía crezca son necesarios los proyectos que generen desarrollo, riqueza, bienestar.
Supongo que ni siquiera consideran que son sus empleados, sus consumidores, los que se convierten en los generadores de ese bienestar económico del que disfrutan ellos, sus familias y sus cómplices, porque la corrupción -en México como en el mundo- es como Johnnie Walker, continúa su rítmico andar, sin prisa y sin pausa.
Puede leerse en etcétera lo siguiente: “Latinus presentó el reportaje El Clan: la red de corrupción somos nosotros, de José Manuel Martínez y Mario Gutiérrez Vega, en las que se pueden escuchar grabaciones en las que Pedro Salazar Beltrán y Amílcar Olán, primo y amigo de los López Beltrán, respectivamente, hablan de cómo, mediante “moches”, lograron evitar análisis del balasto para verificar su calidad, y hasta bromean con que se podría provocar un descarrilamiento. Olán se ha encargado de surtir buena parte del balasto (la piedra que va debajo de las vías), que ha vendido a la Secretaría de la Defensa Nacional y a empresas privadas encargadas de la construcción del Tren Maya”.
¿Dónde las propuestas inteligentes de la oposición, para defender instituciones útiles como el INAI, para acabar con la corrupción, o destruir el mito de la farmacia más grande del mundo, cuando este gobierno absolutamente amoral, se muestra incapaz de recuperar el cuadro básico de vacunas?
La irrupción del poder económico del narcotráfico todo lo distorsionó, y somos incapaces de encontrar alternativas. En El mundo de ayer Stefan Zweig reflexionó, para ese momento y para hoy: “Cada uno de nosotros debía influir desde su lugar, desde su país, desde su lengua. Era el momento de estar alerta, cada vez más. Las fuerzas que empujaban hacia el odio eran, por su misma naturaleza vil, más vehementes y agresivas que las conciliadoras; además, se escondían tras ellas intereses económicos con menos escrúpulos que los nuestros… Era la pandilla de siempre, eterna a lo largo de los tiempos, que llamaba cobardes a los prudentes, débiles a los humanitarios, para luego no saber qué hacer, desconcertada en la hora de la catástrofe que ella misma había provocado”.
Tengo la firme convicción de que ellos mismos no tienen la más remota idea de a dónde llevan a este país.
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No quiero… no quiero y no quiero, repite Andrés Manuel López Obrador ante la necesidad legal de que desocupe Palacio Nacional y, además, necesitan desinfectarlo, por aquello de las malas vibras y la ausencia de Detente. Que se vaya a su departamento de Copilco, al fin que vive solo, o de plano, que se vaya a “La Chingada” y se deje de remilgos porque ya no recibe honores militares.
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