Eduardo Sadot
Los “doctos” legisladores confunden infalible con inflable e insuflado, creen que son infalibles, pero están inflados e insuflados.
El mito de la supremacía del constituyente permanente que creen que puede hacer lo que quiera con la Constitución, es una gran mentira. Los mexicanos de 1917 votaron por un órgano colegiado, una convención, un conjunto de mexicanos cuyo trabajo fue hacer la constitución – llamado precisamente constituyente del diecisiete – ese órgano creado exclusivamente para ese fin “elaborar la constitución” en ella se plasmaron las aspiraciones históricas de los mexicanos, incluidas las libertades, los derechos que debe respetar el gobierno, los instrumentos y herramientas legales para la vida en armonía entre los mexicanos, pero sobre todo el constituyente original incluyó principios y valores inamovibles, que no puede modificar ni el constituyente permanente, porque es la parte dogmática esencial de principios y valores, entre ellos el derecho a la vida, la libertad de tránsito, la libertad de expresión la forma de organizar al gobierno, la separación – que no división – de poderes no obstante que en la constitución en el “Título Tercero, Capítulo I, De la División de Poderes, Artículo 49. El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.”
Ya debieran corregir división por separación ahora que se ha puesto de moda dividir a los mexicanos como lo hiciera Hitler en Alemania.
Si bien, bajo ciertas características respecto a la mayoría calificada para modificar la constitución y asumir que las dos cámaras federales, más el 75% de las legislaturas de los estados se erigen como constituyente permanente.
Pero insuflados e insolentes se arrogan facultades metaconstitucionales, han llegado a declarar su ignorancia cuando sostienen que el pueblo les autorizó la reforma constitucional, llegando a exhibirse ignorantes cuando la constitución incluye en su artículo 35 las formas de participación ciudadana y en temas tan trascendentes como el de la reforma judicial debiera consultarse al pueblo de México, utilizando los instrumentos que contiene el artículo 35 constitucional, cosa que no se hizo, pero más aún, insisten con que el pueblo les dio mayoría para realizar todas las reformas constitucionales cuando todo el pueblo vio cómo se arrogaron la mayoría cooptando a cuatro senadores que traicionaron a sus lectores, pues esos lectores nunca votaron por MORENA si ése hubiese sido el caso, esos mismo senadores no habrían ganado y los senadores habrían sido de MORENA y no dos del PAN – en alianza – y tampoco los dos senadores de Movimiento Ciudadano.
Así que no tuvieron mayoría en las urnas, el pueblo con ello les negó su aceptación para modificar la constitución, pero con corrupción lograron esa la mayoría.
Pero si se hubiese querido cambiar la Constitución, en su parte esencial en lo referente al poder judicial podrían cambiarse los principios y valores incluidos por el Constituyente original y el constituyente permanente no tiene facultades para realizar los cambios, pues es cambiar el espíritu la intención esencial y original del Constituyente del diecisiete.
O si es tanto el caso, entonces habría que convocarse a la creación de un nuevo constituyente y al menos debiera haber un diagnóstico para realizar la reforma y una ruta de obstáculos, perjuicios, limitantes, consecuencias y plan de contención o control de daños y operación cicatriz y un equipo de supervisión y corrección que eviten crisis como la que han propiciado sus “asesores resentidos viscerales y vengativos” pero nada y lo que es peor, las precipitaciones, la premura por reformar se equivocan, duplican, se tropiezan y tienen que volver a presentar iniciativas exhibiéndose con el mayor cinismo motivo suficiente para cesarlos.
La Suprema Corte votará el martes una iniciativa conciliadora, política, jurídica y viable, que los “asesores de palacio” no pueden hacerlo, porque han orillado a la presidenta a tropezarse y ya envalentonada contradecirse, amenazarles con juicio político – en el mimos nivel porril y callejero de Noroña – al retar a la Corte insultándoles y diciéndoles que son doctores en derecho y “ellos saben que hacen mal” lo sorprendente es que tácitamente, admita que ellos saben porque son doctores en derecho, pero da por hecho que ella que no es doctora en derecho pero arrogantemente, les ofenda.
La pregunta obligada es, pero cómo se asume y declara que – siendo doctora en física – cree saber más que los doctores en derecho. Es que va a seguir los pasos de arrogancia e intolerancia de su antecesor, acaso no se percata de la exhibida que le dan sus colaboradores, a nivel internacional, para que haga ese tamaño de declaraciones, tan obvias que son observadas por alumnos de primer semestre de derecho.
Acaso no se da cuenta cuando declara que va a desacatar el pronunciamiento de la Corte, hace añicos la esperanza de muchos mexicanos que mantienen la esperanza de que ella fuera mejor y que tendría la humildad científica de quien se sabe no ser especialista en una materia y que sabe que debe recurrir a expertos no serviles, sino verdaderos científicos del derecho, de diversas instituciones de la enseñanza e investigación de Derecho. Es más, que convoque a juristas que tienen argumentos contrarios y sin que reciban salario, al menos para que ilustren a la presidenta y rompa con la cáfila de estólidos que la mantienen secuestrada y engañada.
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