• Expropiación Petrolera
• ¿Retorno al pasado?
El gobierno de Enrique Peña Nieto, ocupado en lograr la modernización de la industria petrolera, prepara reformas constitucionales para permitir las inversiones privadas extranjeras en el capital de Pemex, prometiendo que mantendrá la soberanía mexicana sobre los hidrocarburos, imposible tarea porque el que paga manda.
Peña Nieto propugna por la unidad nacional en torno a los grandes objetivos e intereses de los mexicanos. Por qué, entonces, no escuchar las voces de la disidencia, sobre todo cuando la principal agrupación partidaria de izquierda ha aceptado firmar el Pacto por México, ideado por el mismo primer mandatario.
El PRD hizo suyas las tesis de su fundador, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, proponiendo ocho ejes estratégicos: Cambio en el Régimen Fiscal; Autonomía Presupuestal; Autonomía de Gestión; Fortalecimiento de la Secretaría de Energía y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH); Tarifas, precios y subsidios de los combustibles y la electricidad para un acceso equitativo a la energía; Conversión del Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros en un Organismo Financiero; Impulso a la Investigación y Desarrollo Tecnológico, y Transición energética, cuidado del Ambiente y Desarrollo Sustentable.
Petróleos Mexicanos tiene que modernizarse para ser productiva y competitiva, pero debe seguir manteniendo la conducción central y dirección estratégica de la industria, garantizando la seguridad energética de las próximas generaciones, siempre con respeto al ambiente, impulsando el desarrollo sustentable y propiciando una transición energética a fuentes alternativas.
En 1935 los trabajadores de las empresas petroleras buscaban sindicarse ante las pésimas condiciones laborales en las que los mantenían las petroleras. Éstas no lo permitieron. Después de un tiempo, este objetivo se cumplió y cada compañía tuvo su sindicato de trabajadores.
El 20 de julio de 1936, el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros celebró su primera convención, para mostrar un proyecto de contrato general con todas las empresas, y emplazaron de huelga para demandar el cumplimiento del contrato.
Cárdenas, presidente de México, decidió intervenir para que las compañías firmaran el contrato. Sin embargo, no se llegó a concretar ningún acuerdo y la mediación no obtuvo frutos. La huelga tuvo que posponerse 6 meses y se retomó el 28 de mayo de 1937. Las consecuencias fueron radicales: nadie pudo comprar gasolina por 12 días.
El presidente Cárdenas tuvo que calmar la situación; la huelga se levantó con la condición de que no hubiera fallo alguno. Las empresas petroleras dijeron que no tenían fondos para cumplir con lo que los trabajadores demandaban, y se acordó investigarlas. Los peritos concluyeron que la industria petrolera local producía rendimientos superiores a la de Estados Unidos.
Esta determinación molestó a los empresarios, quienes amenazaron con irse del país y llevarse todo su capital. Trabajadores y Gobierno respondieron: un paro general de labores; un fallo de la Junta de Conciliación a favor de los trabajadores con la exigencia de pago de 26 millones de pesos en salarios caídos, y la resolución de la Suprema Corte, que obligaba a las petroleras a subir sueldos y mejorar condiciones de trabajo.
Cárdenas buscó remediar la situación e intentó convencer al Sindicato de que aceptara el pago de 26 millones, pero la desconfianza y despotismo de uno de los empresarios, y la avaricia de los demás obligaron al Presidente a expropiar las empresas.
En la noche del viernes 18 de marzo de 1938, el general Lázaro Cárdenas del Río se presentó ante la prensa y la radio para anunciar uno de los hechos más trascendentales en la historia de los Estados Unidos Mexicanos: la Expropiación Petrolera. Manlio Fabio Beltrones, líder de la mayoría priísta acaba de comparar con este hecho histórico la iniciativa de reformas constitucionales a las telecomunicaciones.
fgomezmaza@analisisafondo.com