• ¿Hasta cuándo, don Luis, hasta cuándo?
• No se puede sobrevivir sólo de promesas
Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son:
¡Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón!
José de Espronceda
Respetable doctor Videgaray. Los mexicanos no podemos seguir sobreviviendo de las promesas que el Vocero presenta semana tras semana.
Ya llevamos muchos meses – muchas eternidades – en la penuria. Muchos, comiendo de la caridad de la Cruzada contra el hambre. Otros, santiguándose de miedo cada vez que tienen que presentar la declaración de impuestos.
Los únicos que viven a sus anchas son los muy pocos que detentan la riqueza, y los políticos que reciben pingües ingresos no productivos.
Por enésima ocasión, su Vocero, en su informe semanal, presenta sólo ilusiones, sin reparar que las ilusiones se desvanecen como el viento, como la luz del sol o la de las estrellas, o como los deseos de ganar la copa del mundo. El hombre que se hace ilusiones, o se engaña a si mismo, o engaña a los demás.
Esta semana que concluyó el viernes, su Vocero asegura que, “para la Administración del Presidente de la República, Lic. Enrique Peña Nieto, el crecimiento económico no es un fin, sino un medio para propiciar el desarrollo, abatir la pobreza y alcanzar una mejor calidad de vida para la población.”
“Por ello, afirma, el Gobierno de la República se ha propuesto como un eje de política el alcanzar un México Próspero a través de un crecimiento sostenible e incluyente, que impulse el desarrollo integral y equilibrado de todos los mexicanos.”
Pero ya llevamos más de año y medio del presente sexenio, lleno de expectativas, de reformas estructurales, de promesas y esperanzas, de ilusiones, son ilusiones puras, y el crecimiento económico no sólo no da visos de presentarse para cumplir con sus metas de propiciar el desarrollo, abatir la pobreza y alcanzar una mejor calidad de vida para la población.
La planta productiva en general no da para más, no obstante la festinación de grandes inversiones extranjeras como las de la industria automotriz. Este año, no obstante que algunos digan que cerrará con un repunte sustancial, ya está perdido. Es el segundo año del sexenio perdido y aún no se ve una luz al final del túnel. Si crecemos dos por ciento eso no significa que ya estemos saliendo del atoyadero.
¿Que la economía se recuperará en el 2015? Es de dudarse. Es otra ilusión Múltiples factores internos y externos indican que eso no ocurrirá en el corto y mediano plazos, si el gobierno no toma en serio su papel de rector e impulsor de la actividad económica. Los países asiáticos lograron un crecimiento sostenido gracias, no al mercado ciego, sino a que sus gobiernos impulsaron decididamente la actividad con medidas de apoyo a los factores de la economía. Dejar todo al mercado es suicidarse. El mercado sólo responde a los intereses de quienes detentan los medios de producción. Eso está comprobado en el mundo capitalista. A las leyes de la oferta y la demanda, yo les llamo leyes de la necesidad y del abuso.
Y para lograr el crecimiento no basta , como lo estableció usted en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, mantener la estabilidad macroeconómica a través de finanzas públicas sanas, el fortalecimiento de los ingresos del sector público y un ejercicio eficiente de los recursos presupuestarios, en un entorno de transparencia y rendición de cuentas. No. Generalmente esa política es contraproducente. El dinero que ingresa al erario por impuestos, por derechos, por lo que sea, no es para gastarse sólo en sueldos y salarios, o en lo que se llama gasto corriente. Es para derramarlo en la economía, para que ésta se active. Y esto debe de hacerse sin miedo.
De qué le sirve a la gente que las finanzas le cuadren, señor Secretario, si no hay circulante, si no hay dinero en la economía y menos en los bolsillos.
La estabilidad macroeconómica y el gasto público sí pueden impulsar la actividad económica. Pero sin el miedo a gastar que le caracteriza.
Está perfecto que el Gobierno de la República siga conduciendo las finanzas públicas de manera responsable, aplicando medidas contracíclicas para estimular el crecimiento económico, cuidando que los niveles de déficit público no pongan en riesgo la estabilidad financiera del país en los próximos años. Pero los resultados tienen que verse ya, señor Videgaray. Nadie tiene que esperar los próximos años. Esos no existen. Lo que cuenta es el hoy. El aquí y el ahora. Del futuro, la única certidumbre que tenemos es que hemos de morir. Pero no tenemos que morir en la pobreza, enfermos de padecimientos curables, que no se curan porque no hay camas suficientes en los hospitales.
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